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economía
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Costes económicos de la guerra

La estanflación empobrece a las clases medias y bajas. Los líderes deberían asegurar si sus ciudadanos están mayoritariamente dispuestos a asumir estos sacrificios

El canciller alemán, Olaf Scholz (izquierda) y el presidente francés, Emmanuel Macron, en la cumbre de la OTAN en Madrid.
El canciller alemán, Olaf Scholz (izquierda) y el presidente francés, Emmanuel Macron, en la cumbre de la OTAN en Madrid.YVES HERMAN (REUTERS)
José Carlos Díez

En febrero Putin se reunió con Xi, presidente chino, firmaron un documento en el que definían un nuevo orden mundial de bloques y eso incluía recuperar territorios de influencia; Ucrania en el caso de Rusia, Taiwán en el de China. La cumbre de la OTAN en Madrid ha reforzado la geopolítica de bloques. España está en el bloque de los países más desarrollados, con mayor nivel de renta por habitante y, desde el punto de vista económico, estamos en el lado bueno del mundo para hacer negocios y progresar.

En Madrid los líderes de la OTAN han reforzado la alianza, han dado prioridad a la seguridad y la defensa sobre la economía y las políticas sociales y climáticas, han advertido que continuará el apoyo a Ucrania, que no hay indicios de acuerdo de alto el fuego a corto plazo y señalan a China como un “desafío”.

¿Qué consecuencias económicas tendrán estas decisiones para los ciudadanos? A corto plazo un recrudecimiento de la crisis energética. Putin ha bajado a la mitad el suministro de gas a Alemania en el último mes. Eso impide a varios países europeos cumplir la recomendación de la Comisión Europea de llenar las reservas estratégicas en septiembre. Y la Agencia Internacional de la Energía advierte que Europa tendrá que recortar un 30% el consumo de gas el próximo invierno.

El principal uso del gas es industrial y eso implica que varias industrias europeas no podrán producir. El PIB es producción y, por lo tanto, Europa entraría en una intensa recesión, hasta que se normalice el suministro de gas. Afectaría a los sectores menos competitivos y abocaría a una reconversión industrial con elevados costes sociales y políticos, como ya sucedió en los años ochenta con la crisis del petróleo.

Alemania sería el país más afectado por su miope política energética de los últimos 20 años. Es uno de los países del mundo desarrollado que menos ha crecido desde 1980. En 2008 era un país muy poco endeudado y le afecto menos la Gran Recesión. Desde 2007 ha crecido más que el resto de países europeos, pero menos que EE UU y mucho menos que los países asiáticos. Desde el pasado verano de 2021, el PIB alemán se ha estancado pero su empleo sigue creciendo y su tasa de paro ha bajado al 3%. No obstante, en junio el desempleo repuntó con fuerza.

Sus salarios crecían un 4% antes de la guerra de Ucrania pero ya hay demandas sindicales en la industria de subidas del 7%. Si el Bundesbank presiona al BCE para una subida rápida de los tipos de interés para contener la inflación, la recesión muy probablemente se convertiría en una crisis financiera en la que el euro volvería a estar en cuestión.

La estanflación empobrece a las clases medias y bajas. Los líderes deberían asegurar si sus ciudadanos están mayoritariamente dispuestos a asumir estos sacrificios. De lo contrario, la crisis de las democracias occidentales se intensificará y los costes de la guerra serán duraderos.

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