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Alemania anuncia que recurrirá al carbón ante el recorte de suministro de gas ruso

El Gobierno, que se había propuesto abandonar este combustible en 2030, ha calificado la situación actual de grave

Cambio climatico
Central energética alimentada con carbón en Bergheim, al norte de Alemania.SASCHA STEINBACH (EFE
Elena G. Sevillano

Los Verdes alemanes probablemente nunca imaginaron que con ellos en el Gobierno Alemania decidiría aumentar la quema de carbón para asegurarse el suministro de energía. Pero la realpolitik ha golpeado de lleno a los ecologistas, en concreto a su miembro más destacado, Robert Habeck, el ministro de Economía y Clima encargado de que la electricidad y el gas sigan llegando a la industria y los hogares. Ha sido él el encargado de anunciar que el Ejecutivo alemán tendrá que reactivar sus viejas plantas de carbón, combustible que había prometido abandonar antes de 2030, ante el riesgo de falta de suministro energético por la invasión de Rusia en Ucrania.

El Gobierno, un tripartito encabezado por el socialdemócrata Olaf Scholz, anunció este domingo una serie de medidas para reducir la cantidad de gas que se emplea para generar electricidad y para abastecer a la industria. La prioridad es ahora acelerar el llenado de los depósitos de gas para poder llegar al otoño casi al 100% de capacidad. La decisión, que Habeck dio a conocer el domingo en un comunicado, se produce unos días después de que Rusia redujera en dos tercios el flujo del gas que envía a Alemania alegando problemas técnicos. Una decisión que Habeck calificó de “política” y que atribuyó a la voluntad de Moscú de aumentar el precio del hidrocarburo como medida de presión.

“No voy a andarme por las ramas: es una situación tensa, grave”, añadió Habeck en una entrevista televisiva. Actualmente, las instalaciones de almacenamiento de gas en Alemania se encuentran al 57,6% de su capacidad, según datos actualizados a este lunes de la Agencia Federal de Redes. El Gobierno se ha propuesto que los depósitos estén llenos al 80% para el 1 de octubre y al 90% el 1 de noviembre. Con esos niveles de llenado el país podría superar entre dos y tres meses de un invierno normal si el suministro de Rusia quedara completamente cortado.

El ministro verde es consciente de lo que significa para su partido y para sus votantes tomar la decisión de usar más carbón para producir electricidad: “Es algo amargo, pero necesario”, asegura. Habeck es actualmente el ministro mejor valorado de la coalición, algo a lo que ha contribuido su forma de comunicar. Suele grabar vídeos que cuelga en sus redes sociales en los que se dirige directamente a los ciudadanos para explicar sus políticas. No es la primera vez que ha contado lo doloroso que resulta tomar decisiones que van en contra de la protección del clima.

“Para reducir el consumo de gas, se debe usar menos gas para generar electricidad. En su lugar, se tendrán que utilizar más las centrales de carbón”, asegura sin ambages el comunicado. El objetivo de descarbonización de Alemania parece quedar en segundo plano para hacer frente a la coyuntura actual, en la que el riesgo de un corte del suministro del gas ruso es cada vez mayor. Hace unas semanas el departamento de Habeck anunció que iba a dejar varias centrales de carbón en stand-by, en reserva, por si fuera necesario ponerlas en marcha de nuevo. Entonces aseguró que, en caso de tener que tirar del carbón, se trataría de algo puntual que no pone en riesgo los compromisos de reducción de emisiones del país.

Los Verdes presionaron para incluir en el acuerdo de coalición con socialdemócratas y liberales una nueva fecha para el abandono del carbón en Alemania. La excanciller Angela Merkel dejó fijada esa salida para 2038, pero los ecologistas exigieron adelantarla a 2030. La guerra en Ucrania ha trastocado esos planes y ahora el objetivo prioritario de Berlín es acelerar la reducción de su actual dependencia energética de Moscú. La situación es tan grave que algunas voces proponen retrasar el cierre de los últimos reactores nucleares. El partido ultraderechista AfD propuso este fin de semana en su congreso federal construir nuevas centrales y este lunes uno de los socios del tripartito, los liberales del FDP, sugieren que habría que dejar abiertos los tres reactores que cerrarán el próximo 31 de diciembre en virtud del plan diseñado por la excanciller Angela Merkel para acabar con la energía nuclear en 2022.

La compañía de gas rusa Gazprom anunció el pasado 15 de junio que estaba reduciendo los suministros a través del gasoducto Nord Stream 1 por razones técnicas, alegando retrasos en la reparación de las turbinas del compresor por parte de la compañía alemana Siemens Energy. Berlín no se cree la excusa y asegura que el objetivo del Kremlin no es otro que obligar a los países europeos a comprar más gas en el mercado diario para hacer subir los precios de forma artificial.

El país va a ir muy justo para cumplir sus objetivos medioambientales porque ya venía quemando más carbón del que debía. El año pasado, antes de que empezara la crisis energética, Alemania produjo casi el 28% de la electricidad a partir de carbón. Buena parte es importado, pero todavía se extrae mucho mineral en minas a cielo abierto en territorio alemán. Se trata de lignito, el tipo de carbón más sucio que hay, el más contaminante. Habeck ha pedido a los operadores de las centrales eléctricas de carbón de reserva que “se preparen ahora para que todo esté operativo lo antes posible”.

El Gobierno de coalición también ha propuesto iniciativas para reducir el consumo privado de energía, como reducir el límite de temperatura al que los propietarios están obligados a mantener las calefacciones en los pisos de alquiler. Los liberales del FDP también están proponiendo revisar la prohibición actual de extraer gas de esquisto en Alemania con la controvertida técnica del fracking. “Como muestran los estudios científicos, el fracking no causa ningún daño ambiental relevante bajo los estándares de seguridad modernos”, aseguró el jefe del grupo parlamentario liberal, Torsten Herbst, al diario Welt am Sonntag.

Habeck también plantea un modelo de subasta de gas para el verano que dé a los consumidores de gas industrial incentivos para ahorrar. Los clientes industriales que pueden prescindir del hidrocarburo y reduzcan su consumo recibirán incentivos que se financiarán a través del mercado. El gas que ellos no utilicen se destinará a almacenamiento.

La industria apoya los planes de Habeck. “Tenemos que reducir el consumo de gas tanto como sea posible, cada kilovatio hora cuenta”, dijo el presidente de la industria, Siegfried Russwurm, a la Agencia de Prensa Alemana: “La prioridad debe ser llenar los tanques de almacenamiento de gas para el próximo invierno”, añadió. La energética RWE asegura que, pese a todos los esfuerzos para compensar la falta de suministro desde Rusia, espera que los precios del gas y la electricidad sigan siendo altos en los próximos años. “Lleva tiempo crear nuevas capacidades y que otros países puedan suministrar energía adicional”, dijo su director ejecutivo, Markus Krebber, al Süddeutsche Zeitung.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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