Los fijos discontinuos no cuentan como parados por una orden de 1985 aunque estén inactivos
Las acusaciones de Feijóo sobre el “maquillaje” de los datos del paro chocan con una norma que lleva vigente 37 años
La reforma laboral pactada por Gobierno, sindicatos y patronales, y que salió adelante en el Congreso gracias al voto equivocado de un diputado del Partido Popular, se fraguó para luchar contra la temporalidad y acabar con la excesiva rotación del mercado de trabajo español. En los cinco meses que lleva vigente ―fue aprobada el 31 de diciembre, pero no se desplegó por completo hasta el 1 de abril―, el número de indefinidos se ha disparado hasta los dos millones y medio, superando ya las cifras de todo 2021 (2.113.341). Entre enero y mayo, uno de cada tres contratos ha sido de este tipo, y la dinámica se mantiene al alza. Este auge se ha producido, en parte, por el empuje de los fijos discontinuos, que representan un tercio del total de los indefinidos (683.000). Sin embargo, su naturaleza laboral intermitente ―se trata de un modelo pensado para cubrir puestos estacionales― ha generado esta semana discrepancias políticas.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, consideró, tras conocerse que en el mes de mayo el paro bajó por primera vez de los tres millones desde 2008 y las afiliaciones volvieron a situarse por encima de los 20 millones, que se trataban de datos “maquillados”, puesto que, según él, “un fijo discontinuo que no está trabajando no aparece en el paro”, lo que adultera la contabilidad.
Fuentes del Ministerio de Trabajo apuntan que los fijos discontinuos se computan de la misma manera y “sin ningún cambio” desde 1985, cuando se firmó una orden por la que se establecieron unos criterios estadísticos para la medición del paro registrado que se adecuaban a las exigencias de la Comunidad Económica Europea. “Este criterio ha sido respetado por todos los sucesivos gobiernos, independientemente del signo político”, dicen. “Por tanto, atendiendo a esta norma, son personas que tienen una relación laboral en vigor y no constan como desempleados desde su creación”, añaden.
La realidad estadística es que, atendiendo a la norma de 1985, un fijo discontinuo no computará como parado esté trabajando o no ni para la Encuesta de Población Activa (EPA) al tener un contrato con una empresa, ni en la estadística de paro registrado, al no encontrarse inscrito como demandante de empleo en el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Sin embargo, el “maquillaje” al que hace referencia Feijóo se sustenta sobre la base de considerar a todos los fijos discontinuos como trabajadores que se encuentran a la espera de ser llamados y, por lo tanto, que no trabajan, algo que no sucede de forma homogénea dentro del colectivo.
El refuerzo de la figura del fijo discontinuo resultó una parte fundamental de la negociación de la reforma laboral. Singularmente, porque es a través de ella como se pretende canalizar toda esa mano de obra estacional o imprevista que ha venido siendo cubierta con contratos eventuales y ha llevado la tasa de temporalidad hasta valores muy superiores a los de la Unión Europea (hoy se encuentran en el 24,21% y 13,5%, respectivamente). Se esperaba, además, que su impacto fuera mayor en sectores como la agricultura, el turismo o la construcción, canalizando hacia esta figura toda la temporalidad abusiva que se había concentrado en ellos.
“El contrato indefinido fijo discontinuo es un contrato de naturaleza estable, con plenitud de derechos, que devenga antigüedad, vacaciones y, por supuesto, tiene la misma protección ante el despido que un contrato indefinido ordinario”, recordó el jueves la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
En el texto final de la reforma laboral se determinó que el fijo discontinuo será la fórmula laboral empleada para “la realización de trabajos de naturaleza estacional o vinculados a actividades productivas de temporada, o para el desarrollo de aquellos que no tengan dicha naturaleza, pero que, siendo de prestación intermitente, tengan periodos de ejecución ciertos, determinados o indeterminados”. “Es una apuesta firme por la desaparición de uno de los contratos causantes de la precariedad”, ha explicado la vicepresidenta.
La afirmación del líder del PP ha molestado profundamente al Gobierno. “El señor Feijóo es jurista, y tiene un problema grave. Ha gobernado 13 años una comunidad autónoma (Galicia), y no comprende lo que es un fijo discontinuo”, le replicó Díaz. El responsable de Seguridad Social, José Luis Escrivá, fue en la misma dirección: “Hay que preguntarse si es ignorancia o mala intención. Y cualquiera de las dos respuestas no es buena”.
Tanto el propio Escrivá, como fuentes de su ministerio, se apresuraron a rebatir las acusaciones de Feijóo, recordando que un fijo discontinuo computa como afiliado en las estadísticas en los periodos en los que se encuentra dado de alta y activo, mientras que cuando deja estarlo su situación varía en función de si se encuentra desempleado (porque la empresa haya decidido rescindir el contrato) o inactivo (una distinción técnica que depende de si están buscando o no empleo en el momento del cálculo). “No se ha realizado ningún cambio en el tratamiento de las estadísticas”, recalcan fuentes del ministerio de Seguridad Social.
Diferencias
La (EPA) que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE) de manera trimestral, y el paro registrado y las afiliaciones que computan los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social mensualmente, difieren en su metodología ―la EPA está guiada por los criterios de la Organización Internacional de Trabajo (OIT)―, y hacen una valoración distinta en cuanto a la figura del desempleado. Para el INE, un parado es la persona “de 16 o más años que durante la semana de referencia [en la que se lleva a cabo la encuesta] ha estado sin trabajo, disponible para trabajar y buscando activamente empleo”; mientras que para Trabajo son todas aquellas personas en búsqueda de empleo que están inscritas en alguna oficina del SEPE. Como afiliados se anotan aquellos trabajadores dados de alta en la Seguridad Social.
Probablemente, de todas las consideraciones de Feijóo, la que más haya irritado al Gobierno es el concepto de “precariedad indefinida” que empleó Feijóo para categorizar a aquellos trabajadores con este tipo de contrato. La realidad es que, si bien los fijos discontinuos dependen de ser llamados o no para trabajar, lo que evidencia una falta de continuidad en el empleo, su protección es mayor que la de un temporal, puesto que cuenta con una serie de derechos que lo asemejan a la figura clásica del indefinido, como es el hecho de que la empresa esté obligada a llamar al mismo trabajador cada año en los periodos de actividad.
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