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“Tenemos que dar una señal a los mercados, a los agentes sociales y a los ciudadanos de que nos tomamos en serio la inflación alta”

El miembro del Consejo de Gobierno del BCE Olli Rehn defiende una subida de tipos de interés en julio, aunque advierte de que esto se puede trasladar a la prima de riesgo

Manuel V. Gómez
Olli Rhen
Olli Rehn, gobernador del Banco de Finlandia, el 29 de mayo de 2019 en Londres.Hannah Mckay (Reuters)

Ha visto las grandes crisis económicas de los últimos 15 años en Europa desde sillas privilegiadas... o desde potros de tortura, depende de cómo viva cada uno estos tiempos interesantes. Olli Rehn (Mikkeli, Finlandia, 60 años) era el comisario de Asuntos Económicos cuando más arreciaba la crisis del euro y es desde 2018 gobernador del Banco de Finlandia y, por tanto, miembro del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE). Su tarea ahora no es sencilla. Le toca, junto con sus colegas de este órgano (en el que solo hay dos mujeres y una veintena larga de hombres), cuadrar un círculo diabólico: frenar la inflación sin perder de vista los riesgos de fragmentación financiera en la zona euro ni sumir a la economía en otra crisis cuando en Europa hay una guerra abierta entre dos Estados por primera vez en casi 80 años, lo que, a su vez, presiona sobre los precios.

La respuesta del BCE se decidirá en los próximos meses. O mejor escribir en las próximas semanas. Y ahí Rehn tiene claro lo que va a defender: “Estamos viendo signos de efectos de segunda ronda [en la inflación]. Y por eso, en mi opinión, es importante que evitemos que las expectativas de inflación [alta] se conviertan en la referencia. Es fundamental que enviemos una señal de que estas expectativas que estamos presenciando actualmente no se afianzarán. Por eso creo que es razonable que, más bien en el tercer trimestre, en mi opinión, en julio, empecemos a subir los tipos”.

Habla con la cautela propia del banquero central. Los condicionales, las perífrasis y los “yo creo” pueblan su lenguaje en un encuentro con periodistas de varios medios, entre ellos EL PAÍS, en un palacio bucólico a las afueras de Salzburgo que fue uno de los escenarios en que se rodó Sonrisas y Lágrimas y donde la Comisión Europea ha organizado el seminario Global Europe sobre un futuro incierto, según reza el título.

Pero detrás de todas esas precauciones verbales su posición está clara. Ya toca “normalizar” la política monetaria, es decir, hay que acabar con los programas de compra de bonos y empezar a subir los tipos de interés, ahora en cero. Insiste en que es el momento de enviar un mensaje: “Necesitamos dar una señal a nuestros ciudadanos, a los mercados, a los sindicatos, a los agentes sociales de que nos estamos tomando en serio la inflación alta”. No quiere que los efectos de segunda ronda se consoliden y que con las expectativas elevadas llegue una tercera. “Nuestro primer mandato es la estabilidad de los precios”, recuerda, mirando las normas fundacionales del BCE tomadas directamente del Bundesbank.

Rehn sabe que ese movimiento tiene riesgos: “Tenemos un verdadero dilema”. Para él tiene sentido que, por un lado, la política monetaria acompañe a la fiscal para asegurar la recuperación. En cambio, por otro, cree firmemente que ha llegado el momento de atajar la inflación.

La guerra en Ucrania ha traído a la memoria (económica) de los europeos episodios vividos en los años setenta: precios altos, índices altos de paro, estancamiento, cuando no recesión. En una palabra: estanflación. Rehn descarta ese escenario porque “hay muchas diferencias en la situación actual comparada con aquella”. Pero sí admite que hay indicios de que el fantasma está ahí. “Estamos viendo algunas tendencias estanflacionarias. Y esa es precisamente la razón por la que en política monetaria estamos entre la espada y la pared, o nos enfrentamos a un dilema muy complicado”, explica el ahora gobernador del Banco de Finlandia.

Este antiguo futbolista profesional, que mantiene la pasión por ese deporte y pregunta a su interlocutor por su equipo nada más averiguar la nacionalidad — “¿Real o Atlético?”—, sabe que devolver la política monetaria a los carriles tradicionales puede suponer llevar a la prima de riesgo a los titulares otra vez. “Soy consciente de la fragmentación injustificada de las condiciones financieras entre los Estados miembros. Por otro lado, también hay fundamentos económicos u otros factores que lo explican. Así que veremos algunas diferencias en las primas de riesgo. Pero lo que nos tiene que preocupar es esa fragmentación injustificada. Por eso creamos el programa de compra de emergencia relacionado con la pandemia en marzo de 2020, que ayudó a contrarrestar esta fragmentación. En mi opinión, muy exitoso. Al mismo tiempo, no podemos condicionar la política monetaria a la política fiscal”. Consecuencia: ha llegado el momento de que el precio de la deuda empiece a subir para algunos países (Grecia, Italia, España, Portugal, Bélgica, Francia…) y sus empresas.

Dependencia energética de Rusia

De lo visto en los tiempos de pandemia, Rehn ha aprendido la utilidad de tener herramientas para atajar la “fragmentación injustificada” de los mercados financieros en la zona euro. De ahí que, sin perder nunca de vista que ahora toca “normalizar” la política monetaria, “al mismo tiempo, hay que estar vigilantes y ser consciente de la fragmentación injustificada”. A lo que añade: “Para ello, sería muy útil indicar que estamos dispuestos a actuar según convenga y que tenemos los medios para hacerlo”.

La conversación tiene lugar el viernes por la tarde, todavía no se ha cerrado el sexto paquete de sanciones a Rusia, en el que se propone dejar de comprar petróleo a Moscú. Después, probablemente, será el turno del gas. Eso complica mucho el escenario económico, pero el pasaporte finlandés de Rehn y la historia de su país influyen en su respuesta: “Nos enfrentamos al reto de cómo garantizar que reduciremos nuestra dependencia energética de Rusia. Estoy siguiendo, por ejemplo, el debate alemán al respecto, y ha habido diferentes estimaciones al respecto. Va a ser muy difícil, pero no catastrófico para la economía europea. Y, en mi opinión, debemos tener presente que los Estados miembros de la Unión Europea, en conjunto, estamos financiando cerca de 1.000 millones de euros al día a Rusia y eso está ayudando a hacer funcionar la maquinaria de guerra de Putin”.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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