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El BCE se prepara para poner fin a sus compras de deuda en verano por la desbocada inflación

La institución resalta el “grave deterioro” de la confianza de empresas y consumidores y el alza de los precios

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha tenido que atender a los medios a través de videoconferencia desde casa al tener covid-19.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha tenido que atender a los medios a través de videoconferencia desde casa al tener covid-19.Andrej Hanzekovic / BCE
Lluís Pellicer

Hace ya meses que no hay reuniones de trámite en el Banco Central Europeo (BCE). Ni siquiera en Jueves Santo. Ante la galopante inflación que atraviesa la zona euro agravada por la guerra en Ucrania, la institución que preside Christine Lagarde decidió dar otro pequeño acelerón hacia ese proceso que ha bautizado como “normalización monetaria”, que consiste en dejar atrás la era de los tipos negativos. El Eurobanco se ha fijado el tercer trimestre para poner fin al programa de compras de deuda con el que en los últimos ha desplegado una extraordinaria expansión monetaria para ir recogiendo cable. Paso a paso. “Un trimestre tiene tres meses”, recordó Lagarde en su comparecencia posterior al Consejo de Gobierno del BCE, en referencia a que puede concluir las compras en septiembre. Pero las enormes ondas expansivas de la guerra a la economía europea apuntan a julio. Según el banco central, un mes y medio después de la invasión rusa, la economía está notando ya los “graves” efectos del conflicto.

“¡Me he quedado sin voz!”, se excusó Lagarde —a la que el covid obligó a quedarse en casa— para no responder a un periodista que le preguntaba sobre los rumores de que será la próxima primera ministra francesa, en caso de una victoria de Emmanuel Macron. Las elecciones francesas, y en concreto la renovada amenaza de la extrema derecha, se erigían hace unos meses como el mayor riesgo geopolítico que podía afrontar Europa. Aun sin despejarse esa variable, la principal fuente de inestabilidad hoy es Ucrania. “El conflicto y la incertidumbre asociada pesan mucho sobre la confianza de las empresas y los consumidores”, aseguró Lagarde. La guerra ha provocado un aumento de las materias primas y la energía, nuevos cuellos de botellas y problemas de distribución y nuevas tensiones comerciales derivadas de las sanciones de Occidente a Rusia. El resultado ha sido una rampante inflación, del 7,5% en la zona euro, y una merma en el crecimiento económico.

División interna

Las actas del último Consejo de Gobierno ya mostraron su división interna sobre la dirección que emprender. Los halcones pedían acelerar el camino hacia la subida de tipos, mientras que las palomas querían esperar. Y hasta ahora, Lagarde ha ido optando por conciliar ambas almas con concesiones a ambos bandos. No sin dar algún que otro bandazo. “El Consejo ha considerado que los nuevos datos disponibles desde su última reunión refuerzan su expectativa de que las compras netas en el marco de su programa de compras de activos deberían concluir en el tercer trimestre”, sostiene el comunicado emitido por la institución. Hasta ahora, el fin de las adquisiciones de deuda era una sola posibilidad. Ahora no: es más que eso. Y probablemente se producirá en julio. A cambio, la francesa sigue respetando el tiempo que pide el Sur para constatar que se dan todas las condiciones para subir tipos. Es decir, que los incrementos no serán inmediatos desde que se guarde la bazuca, que aún inyectará 40.000 millones de euros en abril, 30.000 en marzo y 20.000 en junio.

El BCE sigue por detrás del Banco de Inglaterra y la Reserva Federal, que enfilan ya las subidas. Fráncfort mantuvo este jueves los tipos en el 0%. “Europa es diferente y el BCE es diferente. En lugar de una reacción de pánico, el BCE continúa con su normalización muy gradual, lo que, en nuestra opinión, supone poner fin a las compras netas de activos durante el verano y el fin de la era de tipos de interés negativos antes de fin de año”, afirma Carsten Brzeski, analista de Macro de ING. La propia Lagarde marcó de nuevo distancias con Estados Unidos: la zona euro ni tiene sus bajos niveles de empleo, ni las tensiones salariales del otro lado del Atlántico y, además, es fronteriza con un país en guerra.

Tipos de cambio

Los mercados, sin embargo, siguen creyendo que los tipos subirán más pronto que tarde. De hecho, el fin del programa de deuda acerca ese incremento. Y eso tiene su reflejo ya en los mercados de deuda: el bono alemán a diez años ofrece ya un rendimiento superior al 0,8%, mientras que la deuda española se asoma al 1,8% y la italiana al 2,5%. El Euríbor también aumenta y entra ya en terreno positivo, encareciendo unas hipotecas que se beneficiaron de años de tipos negativos. “Se espera que los estándares crediticios se endurezcan aún más en los próximos meses, ya que los bancos tienen en cuenta el impacto económico adverso de la agresión de Rusia hacia Ucrania y los precios más altos de la energía”, afirmó la francesa. En cambio, esa gradualidad en la que insistió Lagarde hizo que el euro volviera a ceder ante el dólar y se quedara por debajo de los 1,08 dólares. El tipo de cambio, que penaliza a Europa porque los contratos de energía se denominan en dólares, también está bajo el radar del BCE al influir en la inflación a medio plazo a través de las importaciones.

El discurso de Lagarde, pues, no se apartó de la máxima que ha querido imprimir a su política desde que en diciembre del año pasado anunciara que se acercaban nuevos tiempos: “Opcionalidad, gradualidad y flexibilidad”. Y datos. Por ello, no se prevé que hasta que se puedan dar nuevos pasos adelante hasta que se dispongan de nuevas perspectivas económicas en junio. Entre otros, la institución observa dos: las expectativas de inflación y los posibles efectos de segunda ronda. Es decir, subidas salariales, que la francesa dijo que por ahora están siendo “modestas”. En el constante dilema entre crecimiento e inflación, el BCE parece haberse decantado por el segundo, a riesgo de que se disparen las primas de riesgo. A la institución le preocupa esa fragmentación, pero por ahora no se plantea nuevas soluciones. Aun así, recordó: “El Consejo de Gobierno adoptará cuantas medidas sean necesarias para cumplir el mandato de estabilidad de precios encomendado por el BCE y para contribuir a salvaguardar la estabilidad financiera”.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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