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Lecciones para combatir el cambio climático

La covid enseña el camino para frenar el calentamiento, según los participantes en un foro de EL PAÍS y Acciona

Evento 'La innovación como palanca para luchar contra el cambio climático', ofrecido por EL PAÍS y Acciona.Vídeo: EL PAÍS

La lucha contra el cambio climático es una tarea colectiva, en la que tienen que arrimar el hombro empresas, poderes públicos, científicos e investigadores y hasta el más común de los ciudadanos. Y también es un desafío global: de nada servirá que los países occidentales más desarrollados reduzcan drásticamente sus emisiones si no tienen en cuenta la situación en economías menos desarrolladas, con necesidades energéticas muy distintas.

Desde esa mirada, el cambio climático y la pandemia de la covid-19 se asemejan, y hay más paralelismos. Algunos de ellos se pusieron de manifiesto ya desde la primera intervención —un breve discurso del ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque— en la jornada Emisión Cero: la innovación como palanca para luchar contra el cambio climático, organizada por EL PAÍS en colaboración con Acciona y que se celebró el pasado jueves: “El cambio climático es una amenaza existencial, tal vez la mayor de nuestra era, pero la experiencia de la pandemia nos hace ser optimistas sobre la posibilidad de afrontar las crisis con cambios de nuestro comportamiento y, sobre todo, con innovación”, aseguró Duque.

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La innovación como palanca para luchar contra el cambio climático

El ministro resaltó la necesidad de combinar acciones a corto plazo para combatir el cambio climático con estrategias que van incluso más allá de 2050, lo que conlleva el manejo de tecnologías incipientes y otras ya maduras. Una de ellas, la Inteligencia Artificial (IA), ha tenido un papel clave “en el mayor avance científico de 2020, incluso por encima de las vacunas: el descubrimiento de la estructura de las proteínas, que va a revolucionar la biomedicina”, afirmó, ya en el debate, Eduardo Sáenz de Cabezón, matemático, divulgador científico, profesor titular de la Universidad de La Rioja y presentador del programa de TVE Orbita Laika. Pero la aplicación de la IA también supone mejoras ya menos espectaculares, e incorporadas al día a día. Por ejemplo, si hablamos de renovables, permite el mantenimiento predictivo de los aerogeneradores, como resaltó Raúl Rivero, responsable de sistemas e información (CIO) de Acciona.

Ahora, con las lecciones aprendidas de la pandemia, el impulso político de la Unión Europea y su New Green Deal, y el dinero del Fondo Europeo de Recuperación, es el momento de profundizar en el uso de estas nuevas tecnologías para la lucha contra el cambio climático. Duque recalcó dos áreas concretas de gran potencial por desarrollar: el almacenamiento a gran escala de la energía, y una mayor optimización de la energía marina. “En el contexto del Plan de Recuperación, tenemos una gran oportunidad de generar tecnología propia, con un papel tractor y central de la iniciativa pública y trabajando estrechamente con las empresas y las universidades”, aseguró el ministro de Ciencia. Las normativas también tendrán un papel: “Las empresas tienden a maximizar beneficios, y es lógico, pero en la UE trabajamos para que sea rentable producir energía sin dañar el equilibrio del planeta. Tenemos que avanzar en normas que acorralen a los que entorpecen la lucha contra el cambio climático”.

Colaboración

La necesidad de una mayor colaboración entre los investigadores académicos y el mundo corporativo es un argumento recurrente desde hace años al analizar la innovación en España, pero, frente a la tentación del escepticismo, Sáenz de Cabezón reivindicó los avances hechos en los últimos meses y fue optimista respecto al futuro: “Las infraestructuras para esa colaboración fluida existen hace tiempo, lo que tenemos que hacer es utilizar esos puentes antes de que haya una urgencia”. Es precisamente lo que no ha sucedido en ámbitos como la educación o el teletrabajo, donde ha habido que esperar a una pandemia para derribar “un muro de excusas”.

En esta nueva etapa, “la relación entre las empresas y la universidad debe basarse en la confianza e incluso en la admiración”, afirmó el divulgador científico, y el ejemplo de la crisis de la covid-19 también puede ser un espejo en la búsqueda de soluciones innovadoras y colaborativas contra el cambio climático. “En situaciones de crisis como la que hemos vivido, el objetivo final no es hacer más dinero, que será una consecuencia, sino mejorar una situación. En esos contextos hay que apostar más por la colaboración que por la competición”, consideró David Cuartielles, cofundador de la plataforma de creación de electrónica de código abierto Arduino y profesor e investigador asociado a la Universidad de Malmö (Suecia). En su opinión, el conocimiento y la innovación fluirán mejor si “el contenedor de esos intercambios de información y conocimiento es un sistema abierto, y no el tradicional de las patentes”.

“Todo lo que se comparte crece mucho más rápido”, coincidió Rivero, que también se mostró favorable a esquemas colaborativos. Aunque los efectos del cambio climático son más sutiles que los de la pandemia, Sáenz de Cabezón habló de la necesidad de “una economía de cambio climático, igual que se ha desarrollado una economía de crisis sanitaria”. Y, como ocurre con la covid-19 y sus vacunas, también recalcó la necesidad de combatir el negacionismo en algunos sectores de la población y las teorías de la conspiración ante el cambio climático.

Retener el talento

España es el país de toda la UE con más personas sobrecualificadas para su puesto de trabajo, según datos de Eurostat que el propio ministro Duque sacó a relucir. Para solucionarlo, “tenemos que acometer varias reformas, y algunas ya están en marcha, como la valorización de la FP, que responde a una necesidad laboral de las empresas”.

Además de la importancia de mejorar el enganche entre formación y mercado laboral, el titular de Ciencia e Innovación apeló al peso que tendrá el aumento de la inversión en la transición energética, que asumirá el 9% del Plan de Recuperación de la UE, “casi 6.500 millones en los próximos tres años”. “No hay mucho más truco: si fomentamos la ciencia y la innovación con más inversión, las empresas y también el sector público absorberán a esos profesionales que hoy se van”. Uno de los ponentes, David Cuartielles, responde, como él mismo señaló, a ese perfil de investigador que, tras formarse en España, se marcha a otro país (en su caso Suecia) para continuar investigando.

 


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