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La moda flamenca no está para fiestas

La suspensión por segundo año de la Feria de Abril es un golpe duro para las empresas familiares de este sector

Eva Saiz
La diseñadora de moda flamenca, Carmen Acedo, en su taller.
La diseñadora de moda flamenca, Carmen Acedo, en su taller.PACO PUENTES (EL PAÍS)

La moda flamenca, un sector formado por un entramado de empresas familiares que factura unos 600 millones al año, había logrado sortear las primeras olas de la pandemia gracias a los remanentes económicos de temporadas pasadas, pero la suspensión de la Feria de Abril por segundo año consecutivo ha llegado como un tsunami que amenaza con arrasar negocios estacionales y vinculados casi exclusivamente con ferias y romerías. Su especificidad ha complicado la percepción de ayudas y no todos los empresarios han tenido la capacidad o los recursos para reinventarse y readaptar sus colecciones. El futuro para su supervivencia pasa por que haya Feria en 2022.

“La cancelación de la Feria de 2021 ha sido desastroso para el sector”, afirma Pablo Retamosa, uno de los fundadores de LunarOff, una plataforma que se constituyó el pasado 28 de octubre para mejorar las condiciones empresariales y laborales del sector y que aglutina a unas 300 empresas vinculadas a la moda flamenca. Retamosa recuerda que los últimos ingresos se remontan a los meses de septiembre y octubre del año 2019, porque toda la inversión realizada para la temporada del 20, que se concentra en los meses del verano anterior, se perdió con el confinamiento total decretado en marzo. “Los desfiles terminaron en febrero, hubo muy poco margen para desarrollar las ventas y cuando llegó el estado de alarma las clientas cancelaron pedidos, muchos trajes se han quedado colgados de los talleres”, explica.

Es el caso de Carmen Acedo, una diseñadora cuyos vestidos han lucido estrellas de Hollywood en eventos internacionales, que el año pasado solo pudo entregar dos y tiene varios enfundados de su taller. “En una temporada suelo hacer unos 150 trajes. Teníamos ya todas las provisiones de tejidos, comprados los mantoncillos y los complementos y a la hora de empezar con los encargos, todo se cayó de golpe”, explica. Acedo invirtió para su frustrada colección del año pasado unos 20.000 euros. Para seguir funcionando tuvo que solicitar un crédito ICO y poner a una de sus dos empleadas en ERTE. “El crédito me lo estoy comiendo y si sigo es porque el local es mío y no está alquilado”, indica.

Como muchos otros compañeros, Acedo ha cerrado su tienda, que inauguró hace 20 años en Triana, pero ha mantenido abierto su taller. “Me he tenido que poner a hacer sábanas, pijamas y ropa del hogar para poder mantener esto a medio gas”, explica. A esa reconversión forzada y forzosa se han visto abocados otros diseñadores para poder dar salida a los tejidos que compraron en el verano de 2019 para las colecciones que no pudieron enhebrar la pasada primavera.

Algunos han puesto la esperanza en la ropa de ceremonia y bodas, pero las cancelaciones impuestas por las sucesivas olas de covid también han frustrado sus expectativas de salir adelante. “Esa alternativa no ha sido suficiente para recuperar la inversión en muchos casos”, reconoce Pedro González, presidente de Qlamenco, una de las dos asociaciones que aglutina a los diseñadores de moda flamenca. González indica que, aunque la facturación de una pyme puede alcanzar una media de 40.000 a 60.000 euros al año, “el margen de beneficio es muy poco”. “Hay mucho personal implicado en una colección: patronistas, modistas, fabricantes de tejidos, diseñadores de artesanía, floristas, fotógrafos y modelos para la promoción…”, explica González.

Luisa Pérez Ríos ha podido cumplir con todos ellos antes poner fin su negocio, en pleno centro de Sevilla, el pasado mes de octubre. “Mi intención es volver en 2022 y para no quedarme en el camino la única opción era cerrar”, explica con un deje de tristeza en la voz, esta diseñadora que inauguró su taller hace 20 años. La experiencia de la crisis económica la determinó a tomar una decisión muy dura: “Siento muchísima impotencia, porque sabes que la culpa no es tuya, pero tenía claro que no iba a pasar por la misma situación que en 2008”.

Pocas ayudas

No hay datos oficiales sobre lo que puede mover el negocio de la moda flamenca en cuanto a facturación o puestos de trabajo porque no existe un epígrafe específico que englobe a este sector, como sí existe para el arte sacro o los artesanos falleros. Contar con ese epígrafe como herramienta para cuantificar las empresas, el PIB o incluso para unificar ayudas es una de las reivindicaciones de LunarOff. Retamosa también advierte sobre la economía sumergida que rodea al sector. “Son muchos más millones de los que se calculan porque no se controla esa parte”, sostiene.

La especificidad de la actividad de la moda flamenca ha complicado el acceso a las ayudas o subvenciones. Algunos están inscritos como artesanos, como comercio al por menor o sector textil y no todas se amoldan a sus singularidades “Han salido muchas destinadas a autónomos, pero nosotros somos una sociedad y muchos de nuestros clientes también, así que no hemos podido acogernos a ninguna”, explica Ismael García, gerente de Flamentex, una empresa especializada en tejidos para este sector, fundada hace 60 años y que ha perdido en un año el 80% de su facturación. “De los 300 profesionales que aglutina LunarOff, solo el 10% ha podido acogerse a ayudas, porque el resto están en cese de actividad y no pueden acceder a muchas de ellas”, detalla Retamosa.

La mayoría de los empresarios del sector no están interesados en subvenciones, sino que buscan que se les libere del pago de seguros sociales, alquileres, agua o electricidad y reclaman de las Administraciones local y autonómica un impulso que les asegure la inversión de cara a 2022. “Este año también lo damos por perdido porque sin Feria y romerías no hay clientes, pero para sacar adelante las colecciones del que viene necesitamos ayuda, porque llevamos dos temporadas con cero ingresos”, señala Francisco Molina, segunda generación de Molina Moda Flamenca, una empresa especializada en venta de ropa flamenca por Internet.

El Ayuntamiento de Sevilla ha impulsado entre el 12 y el 25 de abril en colaboración con las asociaciones del sector un programa de desfiles, un mercadillo de trajes y complementos y exposiciones para tratar de reactivar al sector, en una especie de proyecto alternativo a la Feria para restañar las pérdidas por la cancelación de las Fiestas de Primavera, que suponen el 4,5% del PIB local. El consistorio no ha hecho una estimación de ingresos. Paralelamente, los organizadores de la pasarela de moda flamenca We Love Flamenco, han organizado Somos Abril, una iniciativa que busca que las mujeres acudan vestidas de flamenca a determinados eventos gastronómicos. “La idea es mantener la visibilidad, vamos a emplear a unas 500 personas”, explica Javier Villa, uno de los promotores.

Otro escaparate para buscar ingresos son los mercados internacionales, cada vez más interesados en la moda flamenca. Pero el covid también ha truncado el ritmo de exportaciones de la moda andaluza. Si en 2019 creció un 22%, la pandemia provocó una caída de ventas del 10,3% en los 10 primeros meses de 2020, según los datos de Extenda, la Agencia Andaluza de Promoción Exterior. Con la vista puesta en el mercado japonés, el destino prioritario de la moda flamenca, chino y americano, Extenda ha programado a lo largo de 2021 una serie de ferias y seminarios para ayudar en la promoción del sector.

El cambio de patrón —de los volantes y flecos a las mascarillas y cojines― está ayudando a muchas empresas del sector a soslayar un 2020 y 2021 de barbecho económico. Todas están sembrando con la esperanza de cosechar en 2022. “Una nueva cancelación supondrá la muerte de la moda flamenca”, advierte González.

La pasarela también se reconvierte

Las pasarelas de moda flamenca también se han visto obligadas a reconvertirse. Simof (el Salón Internacional de la Moda Flamenca) y We Love Flamenco son los certámenes del sector más importantes, el principal escaparate de los diseñadores y el pistoletazo de salida de la nueva temporada. En su trastienda se mueven millones, 3,5 solo en imagen, según el organizador de We Love Flamenco, Javier Villa. Esta pasarela tomó la decisión a finales del año pasado de mantener su edición de 2021 de manera virtual repitiendo las colecciones de la edición anterior.

 

Simof, la pasarela más importante del mundo flamenco a nivel mundial, tiene previsto abrir sus puertas, pero en el otoño. “Además de incorporar una pasarela para moda de inspiración flamenca para que los diseñadores tengan alternativas de venta, más allá de sus colecciones pasadas, organizaremos mesas redondas para analizar el futuro del sector y la situación vivida con la pandemia”, explica su organizadora, Raquel Revuelta.

 

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.

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