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Un proyecto deSantander
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Foro Futuro un proyecto de Santander

Los expertos abogan por un Presupuesto plurianual, de consenso y con reformas

El analista presupuestario de la Airef y tres expertos en economía instan a aprovechar las cuentas para salir de la crisis del coronavirus y elevar el crecimiento potencial de España

El Gobierno de España se prepara para impulsar de forma inminente la tramitación de los Presupuestos de 2021. Unas cuentas clave que deben impulsar una economía muy castigada por los efectos de la pandemia del Covid-19. Los 72.000 millones de euros en subvenciones que el país recibirá de la Unión Europea, a través de su plan de recuperación, permitirán contar con una capacidad de gasto desconocida, pero el resto está en aprovechar también para sentar las bases para un crecimiento más sostenible, dado el escaso saneamiento de las cuentas públicas en los últimos años.

Con este contexto sobre la mesa, y a las puertas de la negociación presupuestaria en el Parlamento, se desarrolló ayer el debate organizado por Foro Futuro, el observatorio de tendencias económicas de CincoDías en colaboración con Banco Santander. En la mesa virtual asistieron a la discusión telemática el director de análisis presupuestario de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), Ignacio Fernández-Huertas, y el equipo de tres economistas que componen la cátedra del Foro Futuro. Se trataba de responder a “Qué presupuesto necesita España” para estabilizar la actividad y elevar el crecimiento potencial de la economía en el medio y largo. La posición de los cuatro especialistas es unánime: consideran más adecuado un Presupuesto plurianual que uno anual, que se aborde desde el consenso político y que incluya las reformas que se llevan demandando hace años en pensiones, en educación, en sanidad, en Administración pública o en materia de contratación, en todo aquello que flexibilice el funcionamiento de la economía.

El Presupuesto, que entraría en vigor los primeros días de enero, según prevé la ministra de Hacienda, necesita incluir una estrategia de reequilibrio de las cuentas tras los fuertes avances del gasto y del déficit fiscal generado por una caída estimada del PIB del 11,6% en 2020. “Una caída sin precedentes en nuestra historia incluso tras la crisis de 2008”, indicó Fernández-Huertas. En esta coyuntura, las simulaciones de la entidad encargada de velar por la sostenibilidad de las cuentas públicas apuntan a que España podría tardar incluso dos décadas en volver a los niveles de deuda previos a la crisis “si se realiza un ajuste de aproximadamente medio punto del PIB anual en el déficit”.

Ignacio Fernández-Huertas, director de la División de Análisis Presupuestario de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) desde marzo de 2020.
Ignacio Fernández-Huertas, director de la División de Análisis Presupuestario de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) desde marzo de 2020.AIReF

No obstante, la posición de la Autoridad Fiscal respecto al plan presupuestario de 2021 es contundente: se debe priorizar la respuesta a la crisis, tratar de paliar las consecuencias de la caída de la actividad económica y evitar que se produzcan daños estructurales en la economía a largo plazo si la pandemia se alarga en el tiempo. “Los Presupuestos de 2021 deben enmarcarse en una estrategia fiscal flexible a medio plazo capaz de adaptarse al contexto de incertidumbre en el que se va a desarrollar y deben marcar una senda que garantice la sostenibilidad de las finanzas públicas”, explicó Fernández-Huertas. “Las cuentas deben servir para seguir afrontando una crisis que todavía no ha concluido, para potenciar la recuperación y para evitar y reducir los efectos estructurales del Covid-19 sobre la economía”, apuntó el director de análisis presupuestario de la Airef, que señaló la necesidad de coordinar las cuentas públicas con todos los niveles de la Administración pública.

Para Fernando Fernández, profesor de Economía del IE Business School, la importancia de que los Presupuestos estén enmarcados en un programa de estabilización a medio y largo plazo está preocupantemente ausente del debate público. “Estamos viendo estos días grandes alabanzas sobre el dinero europeo que nos va a permitir financiar un déficit sin límite para realizar las transformaciones digitales, energéticas o sociales que España necesita, pero nadie habla del hecho de que luego habrá que pagarlo”, apostilló.

Fernández consideró que el país sufre un ataque frontal a su especialización productiva. “La nuestra es una economía de servicios que vive del ocio, del turismo y del pequeño y mediano comercio, y estos son los sectores más golpeados por el virus”. Por ello, los Presupuestos deberían dar respuesta a la viabilidad de las áreas más afectados a largo plazo. “El debate tendría que versar sobre cómo potenciar el crecimiento durante 2022, 2023 y siguientes, aunque se sacrifique en algo el de 2021”. Para Fernández, el gran problema que tiene el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es la incompatibilidad entre plantear unas cuentas realistas que resuelvan los problemas estructurales del país para décadas y ganar las próximas elecciones generales. “¿Utilizarán el dinero en reformas que aumenten el PIB potencial o en medidas que generen alegría a corto plazo?”, se preguntó el profesor del IE.

Santiago Carbó, catedrático de análisis económico de la Universidad de Granada y director de Estudios Financieros de Funcas, matizó que “poner el énfasis en una sola persona o un solo partido político es un error. Desde hace años hay una falta de consenso que no ha hecho más que agravarse con la crisis del Covid”, indicó. “Los Presupuestos tienen que estar fuera de la pugna política”, añadió Carbó, que remarcó que “lo ideal” para los economistas es un Presupuesto plurianual. “Sería perfecto saber lo que queremos a tres años vista. Los economistas lo tenemos claro, aunque no sé si es así en el ámbito político”, aseguró.

Francisco Pérez, profesor emérito de Análisis Económico de la Universitat de València y director de investigación de Investigación Económica (Ivie), fue incluso más allá. “España necesita unos Presupuestos capaces de conciliar tres objetivos: impulsar la recuperación en el corto plazo, contribuir al crecimiento potencial a medio plazo y plantear un esquema de sostenibilidad financiera de confianza”. Para Pérez, conseguir cumplir con estos tres objetivos es todo un reto dadas las dudas sobre cuándo llegará el fin de la pandemia, las intensas tensiones políticas que retrasan la toma de cualquier decisión y la incertidumbre sobre los efectos que tendrán los gastos extraordinarios que se van a aprobar.

Reformas históricas

Los Presupuestos de 2020 son una nueva prórroga de los de 2018, los últimos aprobados y los más longevos de la historia, elaborados por el ministro del PP Cristóbal Montoro. Unos nuevos pueden suponer una oportunidad para acometer tareas pendientes. “La agenda de reformas es amplísima y sería deseable que estuviesen en la primera línea del debate político; sería bueno que existiera una institución capaz de asegurar que las cuentas recogen estas reformas”, indicó Fernández. También para Pérez la lista es larga. “La reforma fiscal, la de las pensiones, la de las Administraciones públicas, en concreto la contratación pública, la de la educación, la mejora de la sanidad, el mercado de trabajo y la financiación autonómica también deberán abordarse”, dijo.

Carbó se mostró poco optimista, pues no espera grandes reformas estructurales al no ver que haya apetito político para ello. “Son bien sabidas por todos, porque ya se han puesto sobre la mesa desde hace años, las necesarias reformas de las pensiones, de la Administración pública, del mercado de trabajo o de la educación. A pesar de los problemas acuciantes, no se harán”, sentenció el catedrático.

Retos de gasto

“Los Presupuestos están construidos sobre un déficit estructural que una vez pasada la crisis será mayor que el existente antes, que ya era superior al 2%”, advirtió también, a su vez, Fernández-Huertas. “Las nuevas cuentas deben enfrentarse a los retos a largo plazo como son, principalmente, los derivados del envejecimiento de la población”, añadió. El gasto en pensiones necesita, de nuevo, consenso político, ya que se espera que crezca hasta el 14% del PIB para 2050. “La reforma de las pensiones debe integrarse en la estrategia fiscal a medio y largo plazo, el sistema será tan sostenible como lo sean las finanzas de las Administraciones públicas”, añadió el experto de la Airef.

“Por primera vez en muchos años tenemos la gran oportunidad de hacer las reformas pendientes en pensiones, en el mercado de trabajo, en innovación y desarrollo o en la Administración pública sin poner en peligro la estabilidad fiscal”, defendió, por su parte, el profesor del IE Business School sobre los fondos europeos.

Los fondos europeos

El director del Ivie, de otro lado, puso en duda la estrategia europea que opta por “barnizar de verde y digital” la mayor parte de sus objetivos: “en muchos casos será difícil de conciliar la velocidad a la que habrá que poner proyectos encima de la mesa para conseguir los fondos y la capacidad efectiva que tienen esos proyectos para contribuir a las grandes transiciones”.

Según Pérez, existe el riesgo de que España se enfrente al dilema de no captar los fondos o de pintar de verde y digital proyectos, en realidad, convencionales. “La velocidad que parece imprescindible para conseguir la financiación de la UE puede suponer un peligro importante”, apuntó el profesor.

Carbó insistió en aprovechar la financiación europea de manera efectiva para no aumentar la mochila de deuda dentro de tres años. El director de análisis presupuestario de la Airef, por su parte, recordó que estos fondos tienen un límite en el tiempo. “El plan está pensado para financiar nuevos proyectos con una duración determinada, una vez que desaparezca esta fuente de financiación europea deberá ser reabsorbida por los ingresos habituales del Estado”, advirtió Fernández-Huertas.

Planes de consolidación fiscal

España tardará dos décadas en volver a los niveles de deuda pública previos a la crisis, según apunta la ­Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), y eso, si consigue reducir medio punto su agujero fiscal cada año. “El déficit se ha estabilizado en los últimos años, pero no se ha aprovechado un entorno de bajos tipos de interés para reducir la deuda pública”, apunta Ignacio Fernández-Huertas, director de análisis presupuestario del organismo fiscalizador.

Sobre los multiplicadores fiscales, el experto de la Airef explica que no es lo mismo reducir o aumentar el gasto o los ingresos en determinadas partidas del Presupuesto que tienen impactos diferentes sobre el crecimiento económico. “Desde el Observatorio de Deuda Pública de la Airef estamos haciendo diferentes simulaciones para comprobar cómo afecta a la estabilidad de la deuda la velocidad con la que se haga el ajuste estructural del déficit”, explica el analista. Los resultados a los que ha llegado el organismo arrojan que “llevar a cabo demasiado pronto el ajuste estructural del déficit perjudica el crecimiento y, por lo tanto, en términos de reducción de la deuda pública, se obtienen peores resultados”, explica ­Fernández-Huertas. El objetivo es encontrar el equilibrio para que la reducción del déficit estructural no perjudique el crecimiento económico.

“En este contexto de incertidumbre es complicado encontrar la senda más equilibrada, pero sí es importante comenzar a planteárselo”, insiste Fernández-Huertas que subraya la importancia de dotar a estos planes de “flexibilidad” para que permitan adaptarse a los diferentes acontecimientos que se producirán en el futuro. “Desconocemos cuál va a ser la evolución inmediata de la crisis sanitaria, si estamos en el pico de la segunda ola o en el inicio de la tercera”, abunda el economista, que aboga por ir diseñando el plan de consolidación fiscal aunque su puesta en marcha se retrase hasta consolidar la recuperación económica.

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