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La edad de oro de los repartidores de comida

En plena polémica por el modelo laboral de los ‘riders’, las empresas del sector libran una guerra de precios en la calle

Josep Catà Figuls
Varios repartidores esperaban ante un local de comida rápida en Barcelona el miércoles.
Varios repartidores esperaban ante un local de comida rápida en Barcelona el miércoles.Marta Pérez (EFE)

Bares cerrados, otros que dependen de sus terrazas, restaurantes que dan menús para llevar… La segunda ola de la pandemia ha obligado, una vez más, a tomar medidas que transforman lo que hasta hace poco era la realidad. Con el estado de alarma, las comunidades autónomas han aprobado nuevas restricciones para frenar el virus, afectando sobre todo a la hostelería y la restauración. Cataluña, País Vasco, Navarra y municipios como Logroño obligan a cerrar del todo bares y restaurantes, mientras que en el resto del territorio proliferan nuevas restricciones horarias y de aforo.

Frente a la desesperación de los restauradores, que no hacen más que acumular pérdidas en un año negro para el negocio, las empresas de reparto a domicilio ven cómo crece su actividad y, una vez más, pueden obtener beneficios de esta crisis al ser consideradas como un servicio esencial. Envueltas en la polémica por el modelo laboral de sus repartidores, estas compañías libran en la calle una guerra de precios para ganar terreno. En medio de esta tormenta, ellas viven su edad de oro.

Es la hora de comer y el centro de Barcelona está prácticamente vacío. La Rambla, antes una de las calles más concurridas de la ciudad, lleva meses solitaria, y con el cierre de bares y restaurantes la desolación es mayor. A esta hora, en la zona predominan las bicicletas y motos con el logo de empresas de reparto a domicilio estampado en las mochilas de los conductores. “Durante el confinamiento trabajamos mucho, y ahora vuelve a haber más faena. La gente prefiere que le lleven la comida a casa a tener que ir a buscarla”, explica José, un repartidor de Deliveroo que espera, junto a cinco más, frente a un restaurante asiático. En Cataluña, las restricciones a la hostelería solo permiten el reparto a domicilio o la recogida de pedidos.

La pandemia impactó en las empresas del sector: Glovo puso en ERTE a un 40% de la plantilla, y Uber y Deliveroo despidieron a una parte de su personal. Sin embargo, la actividad ha crecido como nunca.

“Cada vez se está viendo más que el delivery es la manera en que los restaurantes pueden mantener su actividad. Los dueños se han dado cuenta, y entre enero y septiembre ha aumentado un 30% el número de locales en nuestra plataforma”, explica Yuri Fernández, portavoz de Uber Eats. “El delivery ya estaba creciendo mucho antes de la pandemia, pero está claro que esto lo ha acelerado”, añade. El negocio mundial de Uber Eats se ha duplicado este año y ya es el pilar principal de los ingresos de su matriz, Uber, golpeada por las restricciones a la movilidad.

Desde Just Eat explican que, pese a sufrir un varapalo al principio de la pandemia, que propició el cierre de restaurantes y también redujo la actividad del delivery, este sector fue de los primeros en recuperarse rápidamente cuando los locales abrieron solo para el reparto.

Deliveroo ha incorporado 1.500 restaurantes (hasta los 9.000 que tiene ahora en oferta) y 1.000 repartidores, que se suman a los 1.500 que ya tenía en España desde el inicio de la pandemia. Y Glovo, con una amplia presencia en el territorio, también ha experimentado un crecimiento en su actividad: en la primera semana de nuevas restricciones a la restauración, la demanda en productos de hostelería ha aumentado un 21%, mientras que los demás artículos (por ejemplo, parafarmacia, supermercado y otros) también se han incrementado entre un 11% y un 36%. “Nos sentimos muy afortunados en comparación con otros negocios, ya que el reparto a domicilio ha sido lo primero en permitirse. Nos recobramos relativamente rápido del primer impacto”, explica Sacha Michaud, cofundador de Glovo.

El impulso de la covid

El negocio del delivery movió en España 740 millones de euros en 2019, un 23% más que el año anterior, según los datos que maneja la consultora NPD Groups. Este año, con el impulso de la pandemia, se prevé que la cifra de negocio supere los 1.000 millones, según el portal Statista. “Los consumidores se han tenido que adaptar a las soluciones digitales, obligados por el confinamiento. Esta tendencia va a quedarse”, asegura Enrique Porta, socio responsable de Consumo y Distribución de la consultora KPMG. Los estudios de esta organización indican que la restauración fuera del local puede duplicarse y llegar a suponer el 22% de la facturación en 2021, siendo el reparto a domicilio la mitad de este porcentaje, y la otra mitad la recogida en el restaurante.

A pesar de este crecimiento, todas las empresas de este sector (excepto Just Eat, que tiene un modelo de negocio y laboral distinto) todavía persiguen la rentabilidad y cada año lo cierran con pérdidas. En su empeño por ganar escala y seguir activos, pese a no ser rentables, las empresas luchan entre ellas echando mano a ofertas agresivas para ganar clientes.

Y lo hacen cuando más encima están la Inspección de Trabajo y la justicia sobre el modelo laboral que usan, basado en repartidores autónomos: a finales de octubre, la Inspección dio de alta a más de 11.000 repartidores de Glovo y reclamó una multa de 16,2 millones de euros.

Los perjudicados de esta cruenta guerra de precios también son los restaurantes, que en este contexto no tienen más remedio que acudir a las plataformas de reparto a domicilio, a las que pagan comisiones de entre el 25% y el 40% por cada pedido. Después de que varias asociaciones de restauración y grandes cadenas se quejaran de esta situación, las compañías del reparto de comida a domicilio se han visto obligadas a ofrecer ventajas.

Obligadas a regularizar contratos

Las empresas de reparto a domicilio, que ya forman parte de la cotidianeidad de muchas ciudades, se crearon sobre dos grandes pilares: la tecnología que ha permitido el desarrollo de la aplicación móvil en la que interactúan clientes y restaurantes y el modelo laboral en el que trabajan los repartidores.

 

En los últimos años, los juzgados y la Inspección de Trabajo en España han ido cercando este modelo, y varias sentencias y expedientes certifican que se trata de una práctica fraudulenta, en la que los repartidores se rigen bajo el modelo de autónomos, mientras que su relación con las plataformas tiene indicios de ser laboral y por cuenta ajena.

Este es el criterio que la Inspección de Trabajo ha usado para multar a Glovo y obligarle a dar de alta en la Seguridad Social a más de 11.000 repartidores recientemente. Hace dos años, la multa a Deliveroo fue de 1,3 millones de euros. Los juzgados tampoco han fallado a favor de estas empresas: después de varios años en los que algunos despidos improcedentes iban a juicio y obligaban a la justicia a decidir si la relación con los repartidores despedidos era laboral o mercantil, el Tribunal Supremo sentenció en septiembre sobre un caso particular que los 'riders' son trabajadores por cuenta ajena y que la empresa no es una mera intermediaria. Esta sentencia clave llegó justo cuando empezaban las negociaciones con el Gobierno para regular el sector. Las empresas piden una regulación que les permita seguir operando sin dar de alta a los repartidores.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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