La incertidumbre empresarial en tiempos de coronavirus

VUCA: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Este término, acuñado por el Ejército de Estados Unidos para el nuevo escenario que acompañó al final de la Guerra Fría, define como ningún otro el contexto que tienen que afrontar las empresas en plena crisis del coronavirus. Las cuatro palabras han planeado sobre la segunda sesión del VIII Foro del Consejero, organizado por KPMG, IESE Business School y PRISA —la empresa editora de EL PAÍS—, con la colaboración de AON y Gobertia. Precisamente el director general de esta última compañía, Joaquín Madrigal, ha introducido el término en una conversación telemática con Ignacio Moreno, presidente de Metrovacesa, y Juan José Cano, consejero delegado de KPMG en España. La conclusión: los consejos de administración deben trabajar con distintos escenarios para que sus empresas salgan airosas de la Gran Reclusión.

Como ha explicado la profesora del IESE Núria Mas en una conferencia previa al debate, esta crisis está afectando de forma muy desigual a los diferentes sectores y grupos sociales, por lo que la respuesta también debe ser distinta en función de las empresas. Y, sobre todo, muy adaptada a la realidad de cada momento. Al igual que el impacto en el turismo nada tiene que ver con la resiliencia que han demostrado las telecomunicaciones, tampoco puede ser igual la actuación de las compañías en el escenario más optimista y el más pesimista. La brecha entre ambos es de 11 puntos del PIB en el caso de España. Madrigal se ha mostrado concluyente: “Ser muy flexibles es una necesidad imperiosa. La situación cambia día a día y el plan estratégico que elaboramos ayer quizá no sirva”.

Todos han coincidido en que, en esta realidad líquida —como la definió el sociólogo de origen polaco Zygmunt Bauman—, los cambios se seguirán acelerando y la labor de los consejeros es más importante que nunca. Las preocupaciones de principios del año, como el Brexit, la guerra comercial entre Estados Unidos y China o la inestabilidad política en España, han quedado superadas por la irrupción de la covid-19. Cano ha defendido la labor del consejo como garante de la estabilidad en medio del marasmo general: “La incertidumbre ya es continua”. A corto plazo, ha explicado, la preocupación por la crisis sanitaria ha dado paso a la amenaza de la recesión económica.

Las medidas urgentes, que en un primer momento pasaron por asegurar la salud de los empleados y reforzar las infraestructuras tecnológicas para garantizar el teletrabajo, apuntan ahora a la propia supervivencia de las compañías. Para Madrigal, “la primera prioridad de la empresa es seguir existiendo”. Y ahí la financiación desempeña un papel central.

Sin liquidez no hay actividad económica posible, por lo que todos han defendido la necesidad de acudir a los mercados aun a costa de incrementar la ya en muchos casos sobrecargada deuda de las compañías. “Cada cosa a su tiempo”, ha resumido el director general de Gobertia. Con la Bolsa demasiado baja —pese a la recuperación de los últimos días—, todavía parece pronto para las ampliaciones de capital. Sin embargo, es una buena oportunidad para que los consejeros compren acciones de la propia empresa o incluso para reforzar las operaciones de autocartera.

Pensar a largo plazo

Como en cualquier crisis económica, el día a día se lleva la mayor parte de los esfuerzos, pero los tres participantes han defendido la necesidad de volver a fijar la mirada en el largo plazo. La sostenibilidad ambiental era uno de los elementos que estaba encima de la mesa de los consejos antes de la crisis, y ahora prácticamente ha desaparecido. Moreno ha constatado que, en estos momentos de urgencia, no supone una prioridad como la que representan la reducción de costes para hacer frente al desplome de los ingresos o el control de la cadena de suministros, después de los problemas de abastecimiento provocados por las restricciones en los mercados internacionales. “Pero cada vez es más importante”, ha puntualizado el consejero de Telefónica.

Madrigal, en cambio, cree que la viabilidad de algunas grandes compañías pasa necesariamente por una economía verde, como la que propone la Unión Europea, y las ha diferenciado de las más pequeñas: “Si baja un 40% tu cuenta de resultados no estás en eso”.

Esta vez, las autoridades comunitarias han reaccionado de forma más contundente que en la Gran Recesión de 2008, lo que permite a Europa afrontar la crisis del coronavirus con la seguridad que le falta, por ejemplo, a las economías emergentes. Con la pandemia controlada, ha llegado la hora de ir pensando en las reformas necesarias para una recuperación sólida.

La profesora Mas ha explicado que la política fiscal se ha convertido en la primera línea de defensa contra el shock económico, en forma de ayudas para mantener el empleo y el tejido productivo, pero también debe ser la protagonista de los nuevos cambios: “Igual que en la anterior crisis se avanzó mucho en la política monetaria, esta es la oportunidad de avanzar hacia la unión fiscal”. Alemania parece que empieza a tomar nota. Está en juego la supervivencia del mercado único.

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