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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

China acelera los estímulos

China persiste en la desaceleración de los últimos años y registra en el segundo trimestre del año el crecimiento más bajo desde 1992: 6,2%, frente al 6,4% interanual previo. El dato se ha situado en línea con las expectativas, pero es una señal más de que la actividad a nivel mundial ha perdido pulso en los últimos 15 meses, así como del impacto negativo de la incertidumbre comercial. Ahora bien, los indicadores de más alta frecuencia recientes apuntan a que podríamos estar asistiendo a una recuperación de la actividad, a lo que debería ayudar la relajación en la tensión entre EE UU y China tras el G20.

Desde el pasado año, las autoridades chinas se han esforzado para impulsar la actividad. Se han puesto en marcha planes de inversión en infraestructuras (dentro del proyecto One Belt, One Road, que pretende unir China con el resto de países asiáticos y europeos), se han aprobado subsidios a la compra de coches, reducción de impuestos y otras medidas que podrían haber compensado el shock del sector exterior y cuyo efecto positivo más intenso podría estar todavía por producirse. China tenía margen en su política fiscal y no ha dudado en utilizarlo (margen que no se ha agotado).

Además, aunque parecía que la política monetaria podría quedar en un segundo plano en la hoja de ruta de los estímulos, las últimas dinámicas del endeudamiento podrían ofrecer un mayor margen de actuación de la misma. Según los últimos datos del BIS, la ratio de deuda sobre el PIB ha seguido cediendo, en concreto, en cuatro puntos porcentuales en los últimos cinco trimestres, hasta situarse en el 204%. En el caso de las empresas, el desapalancamiento está vigente desde 2017 y ya han minorado más de 10 puntos porcentuales su ratio de deuda sobre el PIB. También el crédito no regulado (shadow banking) decrece y ya supone apenas un 10% del total del crédito a la economía (20% en 2014). Estas mejores noticias desde el desapalancamiento, en un entorno de inflación reducida (por debajo del 2%), podrían favorecer un estímulo monetario que vendría a complementar al fiscal antes comentado.

En contraste, desde la vertiente cambiaria no se pueden esperar estímulos en forma de una pérdida de valor del yuan (CNY). Es obvio que sería considerado por parte de EE UU como una “provocación” y endurecería las acusaciones de que China manipula el mercado de divisas. Desde los máximos de fortaleza de 2013, el CNY se ha depreciado un 16% frente al dólar. La cotización actual supone contar con una divisa ligeramente sobrevalorada. En definitiva, se ha incrementado la probabilidad de que la desaceleración económica de China quede en un segundo plano y que se consoliden las señales de ligera recuperación, en un entorno de mayor estímulo fiscal y monetario y con una tregua comercial con EE UU.

David Cano y Nereida González son profesores de Afi Escuela de Finanzas.

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