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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Contagio

La incertidumbre en Italia no ha arrastrado, por ahora, a otros países periféricos

El resultado de las elecciones italianas ha vuelto a introducir la incertidumbre en la eurozona, avivando el temor a una repetición de las turbulencias de 2011 y 2012. Esto es así, en primer lugar, por la situación de difícil gobernabilidad en que se sume Italia, la tercera economía de la eurozona, que presenta desequilibrios claros (endeudamiento, bajo crecimiento, etcétera) que deben corregirse. Además, porque el electorado italiano ha otorgado amplio apoyo, no mayoritario, a opciones populistas de derecha e izquierda que, aunque alejadas en gran parte de su ideario, comparten tesis de política económica opuestas a la combinación de austeridad y reformas llevada a cabo por el fugaz Gobierno de Monti.

Es pronto para poder prever el desenlace en materia de gobernabilidad del país transalpino, pero lo cierto es que ya está propiciando las primeras fisuras en la que, hasta ahora, era la posición monolítica mantenida por la Comisión Europea: austeridad y las reformas como única vía para recuperar la senda del crecimiento económico. Francia, que reclama un mayor protagonismo de las políticas de estímulo al crecimiento como complemento a la actual receta, ha visto reforzadas sus tesis. No le faltarán apoyos en las economías periféricas. Alemania, sin embargo, no parece que vaya a dar muestra alguna de cambiar su posición, dada la cercanía de las elecciones generales de septiembre, mientras advierte de las potenciales consecuencias negativas de la inestabilidad creada en Italia.

El debate es bienvenido. Y a buen seguro que se intensificará en el futuro inmediato en la medida en que en las economías periféricas perdure la incapacidad de generar crecimiento y, por tanto, de ofrecer a la población una esperanza de salida de la actual situación de inasumibles tasas de desempleo. Como ha declarado un miembro del Gobierno alemán esta semana, “el futuro del euro no se juega en Berlín o en Bruselas”. Las elecciones italianas han vuelto a recordarnos que, en ausencia de unión política en la eurozona, son las decisiones individuales de cada electorado las que marcarán el futuro.

La reacción de los mercados financieros es, por ahora, destacable por su carácter moderado. La incertidumbre en Italia no ha generado, por ahora, el temido contagio en otras economías de la periferia. La caída de la Bolsa italiana y el castigo a su deuda pública, que en ningún caso han sido dramáticos, no se han reproducido en otros mercados. Parte de la ausencia de contagio se debe a la posición tomada por el Banco Central Europeo (BCE) desde el verano pasado, que implica la existencia de un cortafuego frente a la inestabilidad sistémica. Otra parte, más específica, recae en el propio desempeño de los países a título individual, que actúa de suerte de “vacuna” frente al contagio. En este sentido, hay que ver las cifras de déficit público para el año 2012 presentadas esta semana en España. Sin ser en absoluto garantía de retorno a la senda de crecimiento, sí permiten minimizar, por ahora, el grado de incertidumbre generado desde Italia.

José Manuel Amor y Daniel Suárez son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Afi)

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