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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Cómo debería gastar el FMI sus 430.000 millones de dólares?

El Fondo debería presionar a la eurozona para que repare los defectos del diseño institucional

Las reuniones anuales de primavera en Washington han terminado. Quizás el resultado más palpable sea un considerable aumento de los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI). La capacidad del FMI para conceder préstamos casi se duplicará ahora que los recursos prometidos ascienden a 430.000 millones de dólares para combatir la crisis. El dinero se ha recaudado pensando especialmente en los problemas de Europa. ¿Pero cómo deberían usarse estos nuevos recursos y qué condiciones deberían establecerse para acceder a ellos?

El FMI puede prestar ayuda financiera ordinaria a cualquiera de sus Estados miembros. En caso de que otro país de la eurozona tuviese dificultades financieras, los recursos del FMI deberían usarse conjuntamente con los del FEEF / MEDE (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera / Mecanismo Europeo de Estabilidad) para prestar ayuda al país en cuestión. La lógica de esta ayuda es que los Estados miembros vulnerables de la eurozona están en apuros de manera individual y necesitan ayuda financiera a título particular. Estos programas de ayuda irán acompañados de las condiciones habituales, que tienen por objetivo mejorar las políticas nacionales de modo que las finanzas públicas vuelvan a una senda viable, se fomenten el crecimiento y los ajustes económicos y se restablezca la estabilidad del sistema bancario.

Este enfoque habitual de la ayuda financiera ya se ha puesto en práctica en Grecia, Irlanda y Portugal

Este enfoque habitual de la ayuda financiera se ha puesto en práctica recientemente en Grecia, Irlanda y Portugal, y podría estar justificado en otros países de la eurozona. Los 430.000 millones de euros son un bienvenido aumento que permitirá a uno de los países grandes de la eurozona beneficiarse de dicho programa de ayuda. Sin embargo, este planteamiento será inadecuado si la crisis trasciende los problemas particulares de cada país. De hecho, está cada vez más claro que estamos siendo testigos de una crisis de la eurozona en su conjunto. No son solo los países individuales; es el diseño de la eurozona lo que hay que arreglar, ya que tiene defectos muy graves. Entonces, ¿cómo puede el FMI adaptar sus políticas a la compleja realidad de la eurozona?

Una solución inmediata sería que el Fondo prestase ayuda financiera a la eurozona en su conjunto y también impusiese unas condiciones a la eurozona en su conjunto. Sin embargo, los actuales estatutos del Fondo le impiden prestar ayuda a una unión monetaria u otras asociaciones regionales. De hecho, el Fondo solo puede prestar ayuda a sus miembros y la eurozona no es un miembro del Fondo. Esto se debe, por supuesto, a que hasta ahora los Estados miembros de la zona euro no han conseguido ponerse de acuerdo sobre su representación externa. Y esta falta de consenso refleja la poca disposición de los miembros de la eurozona a constituir una verdadera unión con políticas fiscales y financieras integradas. Este es el fallo fundamental del diseño del euro.

Una solución inmediata sería que el Fondo prestase ayuda financiera a la eurozona en su conjunto

A los países no pertenecientes a la eurozona que han dedicado una gran cantidad de recursos al Fondo, el defectuoso diseño de la eurozona les plantea un dilema. Solamente pueden prestar ayuda a los países individuales, aunque preferirían contribuir a la solución de los problemas de la unión monetaria en su conjunto. Por tanto, una solución radical que estos Estados miembros podrían pedirle al FMI es que solo preste recursos a la eurozona y no a sus miembros. Esto exigiría que la eurozona unifique su representación y se convierta en miembro del FMI. El problema de este planteamiento es que, en la práctica, impediría que el Fondo prestase dinero mientras la crisis arrecia, hasta que no se lleven a cabo unas largas y difíciles adaptaciones institucionales y posiblemente se firme un nuevo Tratado. Y el hecho es que es posible que los recursos del Fondo se necesiten antes para estabilizar la zona euro y evitar una catástrofe gravísima para la economía mundial.

En vez de eso, parece sensato que el Fondo adopte una estrategia más flexible. Debería participar en futuras actividades de préstamo a los Estados miembros de la eurozona cuando sea necesario. Las condiciones deberían centrarse en los problemas de cada Estado miembro. Al mismo tiempo, el FMI debería presionar más a las autoridades de la eurozona para que reparen los defectos del diseño institucional. En la actualidad, el FMI está intensificando su trabajo en el sistema financiero de la eurozona con un nuevo informe del Programa de Evaluación del Sector Financiero. Este informe debería utilizarse para aclarar y especificar los elementos necesarios para estabilizar el sistema financiero de la eurozona.

Cuando más se implique el FMI con los países de la eurozona, más debería exigirles, al eurogrupo en general y a los Estados miembros del Fondo pertenecientes a la eurozona en particular, que resuelvan estos defectos de diseño. Esto está especialmente justificado si resulta evidente que un Estado miembro recurre al FMI por culpa de un problema institucional de la eurozona. Aunque la constitución de la eurozona tiene que basarse, en última instancia, en la voluntad de los ciudadanos de la eurozona, la función del Fondo Monetario va mucho más allá de los programas de ayuda a los países individuales. Los 430.000 millones de dólares deberían gastarse en fomentar un cambio en Europa.

Guntram B. Wolff es director adjunto del think tank Bruegel.

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