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Reportaje:

La memoria olvidada del capitán perdido

Elisabet Riera novela la vida del aviador Joseph Roig en 'La línea del desierto'

Jacinto Antón

Prisioneros de las arenas durante días, meses, navegando como pilotos del correo postal en el Sáhara de un fortín a otro, sobrevolando el mantel sin mácula del desierto desplegado bajo el cielo puro; un lugar tan bello como inhóspito en el que cada duna era una posible emboscada y los escasos hombres -generalmente malcarados tuaregs- que te encontrabas, en cuanto veían la sombra de tus alas, te encañonaban con su rifle y te hacían caer como una estrella fugaz. Así describía Antoine de Saint-Exupéry la dura experiencia de los primeros años de la línea áerea Casablanca-Dakar, 2.800 kilómetros, tres días de peligros pasando por Agadir, Cabo Juby y Sant Louis de Senegal, una de las grandes aventuras pioneras de la aviación jalonada de Ícaros estrellados en sus biplanos. Se la pegaban, sí, pero se los rifaban las chicas.

El militar abrió la legendaria ruta aérea postal Casablanca-Dakar
La escritora recrea la aventura del héroe y se topa con misterios

La Ligne, La Línea, así, con mayúsculas, son palabras mayores en la épica del aeroplano y la mística del vuelo y a ella están unidas indeleblemente los nombres del propio Saint-Ex, Jean Mermoz o Henri Guillaumet. Pero hay otro héroe mucho menos conocido de esa peripecia alada, que sin embargo fue decisivo en ella: el capitán (luego coronel) Joseph Roig, el hombre encargado de abrir la ruta que luego surcarían los célebres arcángeles de L'Aéropostale.

Pocos aventureros tan capaces de encender la imaginación como los aviadores. A Elisabet Riera (Barcelona, 1973), la cautivó el personaje de Roig (nacido en el Rosellón en 1889 y fallecido en 1983) y se lanzó a aprender todo sobre su vida. Después de años de investigación decidió escribir sobre el aviador adoptando, como lo hizo Michael Ondaatje con otro piloto del desierto, el conde Almásy, en El paciente inglés, el formato de novela. Una novela la de la escritora catalana en todo caso doblemente autobiográfica pues en ella, La línea del desierto (RBA), no reseguimos solo el vuelo vital de Roig sino el de la propia Riera tras él, apenas camuflada en el apasionado personaje de la narradora.

"Mi novela está basada en la historia real de las Líneas Aéreas Latécoère y la creación del tramo entre Casablanca y Dakar", explica Riera, una mujer atractiva y resuelta que no ha dudado en seguir físicamente la aventura de la Línea y exponerse ella también a ciertos riesgos. "Mi fuente principal sobre Roig y su misión son las memorias auténticas del capitán Pour que le courrier passe, aunque he recreado los textos que aparecen en la novela".

El capitán, explica la novelista, fue el responsable de la Misión Roig, un primer vuelo de reconocimiento en 1923 bajo su mando, previo a la inauguración oficial de la línea Casablanca-Dakar. Encargado por el legendario Pierre-Georges Latécoère de organizarlo todo para que la ruta fuera posible, Roig se encargó esforzadamente, viajando a menudo a lomos de camello entre tribus hostiles y militares españoles recelosos, de seleccionar los lugares de aterrizaje, disponer depósitos de combustible y finalmente comandar el raid de tres biplanos Breguet XIV, tan pájaros de las dunas del Sáhara occidental como el De Havilland Gipsy Moth de Almásy lo era del desierto líbico.

En la novela, la narradora, fascinada por el desierto y sus padres, los Lawrence, Monod, Thesiger o Bowles, y acunada irremediablemente en El principito, se lanza tras la sombra del olvidado capitán. Un detalle singular es que la narradora es homosexual, lo que propicia perfiles de aviadoras legendarias, un romance de altos vuelos con una comandante piloto de Airbus y una inolvidable escena en un bar plagado de azafatas de Air France. La novela es de corte iniciático, con la protagonista sumergiéndose en la personalidad y el recuerdo de Roig -piloto militar en la Gran Guerra, al mando de una escuadrilla de Salmson S-58 en el frente de Verdún-, siguiendo sus pasos. Lo que la lleva en un hermoso, romántico y fetichista viaje a viejos aeródromos, a la fábrica de los antiguos aviones del correo, al hotel de los pilotos, lleno de reliquias, a museos, burdeles, colecciones, una tumba, y... al desierto. En una escena conmovedora, la protagonista (y Riera) se sube a una réplica del Bréguet en un hangar. "El mundo se veía desde allí maravilloso. Tomé los mandos. Exactamente así lo habían hecho todos los pilotos de la Línea. Con aquel simple gesto había empezado la aventura de hombres como Saint-Exupéry. También la de Joseph Roig". Durante la búsqueda en pos de la historia y el alma de Roig, Riera (y la narradora) descubren misterios y cosas apartentemente feas del héroe. Una bonita novela con frases como "no hay dos formas iguales de cruzar el desierto" y una línea de telegrama inolvidable: "Misión cumplida STOP Roig Dakar con correo STOP".

Joseph Roig, a la derecha con un ramo de flores, junto a su esposa y a su hija.
Joseph Roig, a la derecha con un ramo de flores, junto a su esposa y a su hija.COL LECTION LATÉCOÈRE
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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.
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