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Reportaje:Laboratorio de ideas | Breakingviews

'Non troppo'

Italia sigue con el mismo equipo de Gobierno desacreditado al timón

Demagógico como siempre, Silvio Berlusconi sabe lo que su audiencia quiere oír. Aunque el discurso del miércoles por la tarde estaba dirigido al Parlamento italiano, su público eran en realidad los mercados financieros, que actualmente castigan a Italia con una rentabilidad para su bono a 10 años que supera el 6%. Aunque Berlusconi les dijo a los inversores lo que pensaba que querían oír, no fue capaz de ver que están más preocupados por el Gobierno que por los detalles de sus planes.

El nuevo programa de restricción fiscal concebido por el ministro de Economía, Giulio Tremonti, se consideraba que iba bien encaminado antes de que su autor se viese inmerso en un típico escándalo político italiano. Como remate a los problemas de Berlusconi, el tenue apoyo del primer ministro a su jefe financiero ha asustado a los mercados. Las preocupaciones sobre los arraigados problemas de la economía italiana y la falta de perspectivas de crecimiento han pasado luego a primer plano.

Un país con una deuda pública equivalente al 120% del producto interior bruto no puede mantener durante mucho tiempo unos intereses elevados sobre sus bonos. Amenazan con convertir la tercera economía más grande de la eurozona en la próxima víctima de la crisis de la deuda.

Berlusconi intentó zanjar esas preocupaciones. Prometió una puesta en práctica firme del plan de reducción del déficit. También convocó una mesa redonda de empresarios y sindicatos para acordar las reformas estructurales que el país necesita para avanzar. Todo esto está muy bien, pero Italia sigue con el mismo equipo desacreditado al timón.

Los problemas financieros personales de Berlusconi, como la multa de 560 millones de euros que su sociedad de cartera Fininvest debe pagar tras años de querellas judiciales, le han mantenido alejado del Gobierno en el preciso momento en que los mercados se volvían contra Italia. Las elecciones parlamentarias no se celebrarán hasta 2013, y el primer ministro saliente no da muestras de querer irse antes.

Si Berlusconi insiste en aguantar, lo menos que debería hacer es nombrar un ministro de Economía fuerte, una especie de zar de las reformas, con las competencias necesarias para aprobar las duras reformas que reconoce que se necesitan. Decir que Italia es "demasiado grande para un rescate" se ha convertido en un tópico. Pero si no empieza a ayudarse a sí misma pronto, puede que sea incluso demasiado grande para recibir ayuda.

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