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Crítica:TEATRO | LA ÓPERA DE LOS TRES REALES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La última noche de Mackie Navaja

Javier Vallejo

Los nombres de John Gay y de Elisabeth Hauptmann debieran figurar junto a los de Brecht y Weill cuando se representa La ópera de tres reales: Gay escribió The Beggar's Opera, cuyo argumento, estructura dramática y estilo épico Brecht hizo suyos, y Hauptmann le brindó la idea de adaptarla, la traducción y alguno de los cambios.

Esta producción del Centro Dramático Galego tiene sabor popular y hechuras de teatro independiente, con más medios: parte de su equipo viene del semillero de la escena alternativa. Quico Cadaval, su director, ha hecho una versión respetuosa y prudente, con leves alusiones a la actualidad: la visita papal, los cartones-pancarta del movimiento 15-M, enarbolados aquí por mendigos... Aunque mantenga su vigor casi intacto, el texto de Brecht anda pidiendo la puesta al día y el desarrollo de algunas de las ideas que enuncia cuando, por ejemplo, Mackie se hace esta pregunta retórica: "¿Qué es una ganzúa comparada con un título bursátil? ¿Y el atraco a un banco comparado con la fundación de un banco?" En esa dirección apuntaban la versión libre de Vaclav Havel, y la de Pablo Ley y Josep Galindo dirigida por Calixto Bieito.

LA ÓPERA DE LOS TRES REALES

Traducción: Pepe Sendón. Intérpretes: Luis Tosar, Muriel Sánchez, César Goldi... Dirección musical: Diego García Rodríguez. Dirección: Quico Cadaval. Teatro Fernán Gomez. Del 21 al 31 de julio.

Cadaval acierta con el tono de su producción, con el tratamiento arrevistado que imprime a las canciones, muchas interpretadas en la corbata ante un telón de gasa y bajo un cañón de luz. El Salomón Song, desgranado por Mónica de Nut sobre una caja-carrito de inválido mendicante, está resuelto con ingenio, y el gracioso Dueto de los celos nos deja con ganas de volver a oír cantar a Alba Messa, intérprete de Lucy. No hay grandes voces ni falta que hacen en esta obra de actores, pero alguna podría estar más acorde con el carácter de los personajes. Luis Tosar, un Mackie elegante, en lo vocal más melódico que canalla, cuaja su mejor momento en la tensa calma del último encuentro con Polly (Muriel Sánchez). Con guardapolvos gris y pajarita, el señor Peachum de Marcos Orsi es una pessoiana mezcla entre alto funcionario y jefe de almacén. Las letras, bien traídas al gallego por Pepe Sendón, se proyectan en castellano en cuerpo grande y legible desde atrás. Salvo en la obertura, donde se queda escasa, la orquesta de ocho profesores dirigida por Diego García Rodríguez le coge el pulso justo a la partitura.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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