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Reportaje:

Memoria íntima del Frente Norte

Rescatan el diario bélico de Faustino Vázquez Carril, fusilado por escribir en él contra Franco - Es el único testimonio de la 'conquista' de Oviedo desde las columnas gallegas

El historiador coruñés Emilio Grandío buscaba otra cosa. El rastro de su tío, David Grandío, con el nombre colgado del atrio de la iglesia de Santa María de Mogor (Mañón) bajo el epígrafe Muertos por Dios y por España. Otro quinto gallego más, muerto, en teoría, en el frente del Ebro. En realidad había muerto en Asturias, y eso es todo lo que consiguió averiguar su sobrino tras peinar los archivos militares.

La pista asturiana, sin embargo, desempolvó un documento excepcional. En el Archivo Militar de Ferrol aparecía Faustino Vázquez Carril (Monforte, 1914-A Coruña, 1937), el sexto de los nueve hijos de Basilisa Carril y el zapatero José Vázquez. Educado en los Escolapios, aprendiz de barbero y autor de algunas crónicas en El Eco Deportivo de A Coruña. Un soldado de reemplazo movilizado en el frente de Asturias, fusilado tras ocupársele su diario de guerra con frases contra Franco y el ejército sublevado. El "señorito sarasita" -en el trazo grueso resucita, según las convenciones de la época, el pasado africano del dictador- que conduce "al sepulcro a miles de infelices".

Carril escribió su diario para destapar las "infamias" del capital y la religión
El historiador Emilio Grandío buscaba su pasado y halló una valiosa crónica bélica

Él mismo aclara que escribe "para poner al descubierto el día de mañana todas las infamias cometidas por las fuerzas que luchan en pro del Capital y de la Religión". Cuartillas a lápiz, algunas aún embarradas, con el título Apuntes de mi blok. Diario bélico-guerra civil española 1936-37. "Las correcciones indican que pensaba en una posible publicación al acabar la guerra", indica Grandío. La familia sólo sabía que lo habían matado "por culpa de un diario que había escrito".

En la edición en NigraTrea de Las columnas gallegas hacia Oviedo. Diario bélico de la guerra civil española (1936-1937), el diario de Faustino funciona como correlato de un tema oscurecido: el papel de las columnas gallegas que entraron a comienzos de agosto por el occidente asturiano. Su misión, reconquistar el Oviedo controlado para los sublevados por el general Aranda, cercado por la República y unido a la retaguardia franquista por un pasillo de 75 kilómetros en territorio leal.

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Un Alcázar bis para los facciosos, con la revolución de Asturias (1934) entre ceja y ceja, y el principio del fin para la República, en el caso de que los gallegos llegasen a Oviedo. "La atroz represión que caracterizó el recorrido de estas fuerzas esconde el hecho de que no todos eran voluntarios o expertos forjados en las luchas con las kabilas marroquíes", destaca Grandío, "también había muchos soldados de reemplazo".

En la difícil gestión propagandística de la República, los mismos reemplazos gallegos vejados como mariscos en Solidaridad Obrera, eran fuente de esperanza para el Gobierno legítimo, que los consideraba clave para ahorrar fuerzas en la Asturias leal y así centrarse en la defensa de Madrid. Franco no dejó de temer una revuelta en los cuarteles gallegos hasta el verano del 37. A muchos de esos soldados, con filiación sindical anterior o habituados a expresarse políticamente, no les cambió el golpe militar.

Al mismo Faustino, que vive con 17 años el advenimiento de la República y va a la guerra con 22, sin marcada adscripción política. "¿Quién lleva razón?" se pregunta. "¿El Ejército? ¿Las masas? Llevan la razón los obreros. ¿Por qué, pues, esta lucha en contra de los intereses del pueblo?". Hacia el final confiesa su "admiración" por los milicianos que mueren con el puño cerrado. Y es más asertivo: "Las burradas del borracho de Queipo de Llano en la radio son tantas, que aún no comprendo cómo hay hombres capaces de tragarlas". Lo resume el autor de A Segunda República en Galicia. Memoria, mito e historia: "Lo que pasó en los cuarteles coruñeses, antes y después del golpe, tiene que ver en muchos casos con jóvenes conciencias revolucionarias que prestaban el servicio obligatorio. Ellos también formaron en esas columnas".

Es a esos "testigos mudos" a los que se concede voz con la publicación de este diario. Las tropas franquistas llegan a Oviedo el 17 de octubre de 1936, y a Faustino Vázquez Carril le sorprende el desbarajuste del enemigo. "No nos podemos explicar esto; en las puertas de Oviedo y no encontramos resistencia. ¿Escaparían los rojos con el miedo o nos preparaban una encerrona? Definirlo es cosa difícil".

El diario se suspende el 23 de noviembre de 1936 y finaliza con el epílogo De permiso en Monforte. Vázquez Carril estaba copiando uno de los borradores cuando es delatado. Mientras, la guerra sigue. La República no rebaja la presión sobre Oviedo hasta que los sublevados inician, en marzo de 1937, la ofensiva sobre Euskadi. El Ejército del Norte, todavía en período de milicias y fraccionado militarmente, ya no recupera la iniciativa.

A Faustino lo fusilan el 10 de mayo en A Coruña, en las cercanías del Polvorín de Adormideras. Sólo se preocupó de exculpar a Luis Calviño Rodríguez y José González Valdés, los compañeros a los que dedica el Diario.

Vázquez Carril en Monforte, en una imagen del archivo familiar.
Vázquez Carril en Monforte, en una imagen del archivo familiar.

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