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Reportaje:BREAKINGVIEWS

Sé realista, Madrid

El Gobierno español debería asegurar a las cajas contra pérdidas extremas

España debería plantearse un seguro contra desastres para sus cajas con dificultades. Aunque el Banco de España ha progresado en la reforma de sus cajas de ahorros, sigue teniendo un problema de credibilidad. El banco central indica que una recapitalización de 15.000 millones de euros para cumplir los nuevos requisitos de capital será suficiente para proteger el sector de futuras pérdidas. Pero las entidades crediticias probablemente necesitarán casi 40.000 millones de euros más para hacer frente al pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Con Portugal acercándose a un rescate, España tiene que resolver el problema de una vez por todas.

No resulta difícil ver por qué están preocupados los inversores. A finales de 2010, las cajas tenían 217.000 millones de euros de préstamos a la propiedad comercial y la construcción, según el Banco de España. Si el 60% de ellos dejasen de pagarse y solo se recuperase la mitad del valor, como les ha sucedido a algunos libros de préstamos irlandeses, la desvalorización podría ser de 65.000 millones de euros, según Evolution Securities. Sumen 18.000 millones de euros de pérdidas acentuadas de otros préstamos como las hipotecas residenciales y las cajas podrían terminar dando por perdidos 83.000 millones de euros.

Las cajas se han estado preparando para los problemas. El sector ha cargado unos 25.000 millones de euros contra reservas en 2010, según Evolution Securities. Pero incluso si provisionan otros 20.000 millones de euros de pérdidas durante los dos próximos años, seguiría quedando un déficit de 38.000 millones de euros.

Estos cálculos no son nada exagerados. Moody's, el organismo de calificación, piensa que, en el peor de los casos, las pérdidas de las cajas podrían superar los 100.000 millones de euros. Los inversores tampoco están seguros de si las recientes fusiones entre cajas funcionarán. Banco Base, una unión de cuatro cajas de ahorros, parece a punto de romperse, según informa la prensa.

Si el Banco de España compartiese las inquietudes de los inversores, podría obligar a las cajas de ahorros a recaudar 40.000 millones de euros adicionales. Incluso si las entidades crediticias fuesen incapaces de atraer ningún capital privado, el Gobierno podría permitirse intervenir. Un rescate bancario de 55.000 millones de euros elevaría la relación entre deuda y PIB del país hasta un todavía asumible 75%. Pero el Banco de España -que está en posesión de datos mucho mejores sobre la salud real de las cajas- piensa que las pérdidas probables son mucho menores.

Una solución sería que el Gobierno español asegurara las cajas contra pérdidas extremas en un esquema de protección de activos. Podría ofrecerse a absorber cualquier pérdida relacionada con promotores que superase un tope. El Banco de España ya ha elaborado pequeños esquemas de protección de activos para Caja Castilla La Mancha y Cajasur, las dos cajas en las que el banco central ya ha intervenido.

El enfoque tiene ventajas evidentes. Si el Banco de España está en lo cierto, la medida ayudaría a devolver la confianza a los mercados sin costarles ni un céntimo a los contribuyentes. Si el banco central se equivoca y la posible situación de desastre se hace realidad, el Gobierno tendrá que rescatar a las cajas de todos modos.

Para poner en práctica un plan de protección, el Banco de España tendría que llevar a cabo una prueba de resistencia rigurosa. A cualquier banco que pudiese demostrar que sus niveles de capital permanecerían lo suficientemente altos (o que pudiese recaudar capital del sector privado) se le permitiría eludir el plan de protección. Cualquier entidad crediticia considerada inviable sería nacionalizada y subastada. Al resto se le pediría que participase en el plan de protección.

Los contribuyentes podrían objetar que este sistema rescata a los políticos que controlan las cajas. Para compensar, el Banco de España podría cobrar una jugosa prima por su protección en forma de participación en el capital de las cajas, convertidas en bancos. El banco central también podría insistir en los cambios de gestión.

El Banco de España no cree que su función sea microgestionar las cajas, y al Gobierno no le agradará tener que iniciar una pelea con las autonomías. Tras haber evitado esta clase de rescate del sistema hasta la fecha, no le gustará que se le vea firmando un cheque en blanco. Pero al dar este paso contundente podría impulsar la confianza tanto en él mismo como en el país.

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