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MCKINSEY | BREAKINGVIEWS. REUTERS

Lengua suelta

Pueden los clientes confiar todavía en el poderoso grupo McKinsey? Eso es algo que deberían estar preguntándose después de que la Comisión del Mercado de Valores estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés), como parte de sus medidas enérgicas contra el abuso de información privilegiada, acusara a Rajat Gupta, el antiguo jefe de la elitista consultoría de gestión, de revelar los secretos de Goldman Sachs.

La calidad del asesoramiento de la empresa privada ha sido siempre blanco de las burlas, aunque por lo general no públicamente. Jeffrey Immelt, el consejero delegado de General Electric, le dijo a The New York Times en diciembre que la empresa le proporcionó en 2007 un asesoramiento malo y caro que minimizaba los riesgos de una crisis financiera. Pero estar equivocado es un pecado menor y para Immelt tampoco es una buena excusa.

Las acusaciones contra Gupta son posiblemente mucho más perjudiciales. La SEC afirma que filtró información interna sobre Goldman y Procter & Gamble, en cuyos consejos de administración se sentaba, la cual reportó al fondo de alto riesgo Galleon Group, fundado por el acusado Raj Rajaratnam, decenas de millones de dólares. El abogado de Gupta rechaza las afirmaciones.

Gupta trabajó en McKinsey durante 34 años hasta 2007 y la asociación continuó desde entonces. Fue el director ejecutivo de la empresa, el equivalente a su consejero delegado, desde 1993 hasta 2003. Parece justo preguntarse hasta qué punto se convirtió en un producto de la empresa, o viceversa. Si interpretamos amablemente las detalladas acusaciones de la SEC, Gupta disfrutaba chismorreando con sus semejantes sobre aquello en lo que estaba metido, incluso los asuntos confidenciales.

Para los clientes de McKinsey, eso es posiblemente incluso más alarmante que el caso de Anil Kumar, un exdirector de la empresa que se declaró culpable de fraude y de conspiración en enero del pasado año en la misma amplia investigación sobre el abuso de información privilegiada llevada a cabo por las autoridades estadounidenses. Reconoció que había aceptado 1,75 millones de dólares por revelar secretos sobre clientes a Rajaratnam sabiendo que la información se usaba para operaciones bursátiles.

La reputación de McKinsey se basa en su capacidad para guardar secretos. Las consultoras, a diferencia de los bancos de inversión, no proporcionan acceso a los mercados financieros. Lo único que ofrecen es asesoramiento, que depende en parte de las confidencias que les revelan sus clientes. Según McKinsey: "Nuestros clientes nunca deberían dudar de que trataremos cualquier información que nos den con absoluta discreción". Las acusaciones contra Gupta hacen que a los clientes les resulte difícil no sospechar. -

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