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Crítica:CHAMPÁN Y ROCK EUROPEO | MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vero letrismo

Lucio Battisti fue uno de los cantantes y compositores italianos más populares de los setenta. Su fuerte era una voz temperamental muy expresiva que, con el solo concurso de una guitarra acústica, extraía toneladas de seca pasión a una pieza. Las composiciones desgarradas, por tanto, le iban al pelo. Ahora bien, lo propio de Battisti no era el histrionismo de tragedia cósmica sino el drama cotidiano, contenido, la pasión fuerte y sobria que bruscamente estalla. Se hizo famoso con Il mio canto libero, una especie de himno romántico que, cuando salió, conectaba con las difusas ansias de libertad de aquel momento, cada vez más complejo e industrioso.

Ahora tenemos la suerte de que Mogol, su letrista y co-compositor de toda la vida, nombre de prestigio en Italia (cuya colaboración en el último disco de Celentano se ha aireado a diestro y siniestro como publicidad para venderlo) ha editado un pequeño disco-libro, que Sony ha tenido la gentileza de distribuir, con dos compacts y un pequeño cuaderno dedicado a su trabajo con Battisti. En él, el autor escribe un texto de comentario sobre cada canción, recogiendo y enmarcando su trabajo a través de los años junto al cantante. Los CD nos ofrecen además muchas de las maquetas y grabaciones que hizo junto a él, generando las canciones codo con codo, con momentos de excelente naturalidad y verdad a pie de estudio. Pero la joya infrecuente siguen siendo las páginas del texto que acompaña. Mogol, con una mezcla de modestia y orgullo artesanal, comenta con una minuciosidad obsesiva de qué manera se compuso cada una de las canciones, cuál era su intención al hacerlas y el anecdotario de la suerte que corrieron junto a Battisti. El efecto es algo parecido a tener entre manos aquellas deliciosas introducciones explicativas que hacía a sus canciones Vinicius de Moraes en aquel inolvidable disco titulado La Fusa (¿qué me dices, entrañable chaval? ¿Qué aún no has escuchado ese doble imprescindible? ¿Pero qué estás haciendo con tu vida, hombre?). Ese espejismo nos permite, a través de los breves textos de Mogol, ver desfilar toda una época y aparecer ante nosotros secretos de backsatge y anécdotas impagables como, por ejemplo, cuando dos italianos (Battisti y Mogol) van al encuentro de Pete Townshend de The Who para intentar venderle una canción.

El recientemente fallecido Eric Rohmer escribió que Beethoven era una línea recta y que Mozart, una línea curva porque la vida y experiencia humanas (la naturaleza, al fin y al cabo) se compone inevitablemente de ambas cosas. Usando esa alegoría tan pictórica se entiende el matrimonio artístico de Battisti-Mogol. La voz de Lucio era una línea recta hacia la emoción, y las elucubraciones de Mogol eran las sinuosidades, propias de la vida humana que le daban sustento. Quizá esa alegoría pueda hacer comprender mejor cómo en el pop y rock comercial italiano tenemos uno de los principales patrimonios musicales europeos de la segunda mitad del siglo veinte en cuanto a melodías inolvidables. Fue toda una generación, dentro de un mercado muy pequeño, de compositores de música popular de excepcional sensibilidad, sentido del contraste melódico y capacidad de evocación, que supieron dar un uso adaptado a lo popular de los mecanismos de la música clásica.

I Capolavori di Battisti & Mogol. Mogol Edition. Sony.

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