Los grafitos de Veleia
Hace ya dos años que este medio se hacía eco de que los catedráticos de Filología indoeuropea Joaquín Gorrochategui y de Filología vasca Joseba Lakarra, así como el profesor de Historia medieval Juan José Larrea, pedían "cautela" mientras no se verificasen los grafitos, y señalaban que algunos descubrimientos "producían perplejidades en cadena". Eran voces autorizadas, pero cualquier persona con unos mínimos conocimientos históricos del país, del origen y evolución de la simbología cristiana, y algo de sentido común, pensaba que el famoso hallazgo no pasaba de ser un burdo montaje. Opinión en la que me reafirmé cuando por aquellas fechas visité el lugar.
Pero Veleia no es un caso aislado. Estos días la prensa ha recordado las fraudulentas pinturas rupestres de Zubialde, y la misma sensación de incredulidad he recibido al visitar la iglesia de Zarauz, con sus atribuidos restos románicos, o al leer que Valpuesta pretende arrebatar la primacía del castellano y del euskera escrito a San Millán de la Cogolla.
El euskera y Euskadi, en estos momentos, no necesitan de nuevos adanismos o tubalismos. Entiendo que, por el auge que ha adquirido, se hayan inventado el Camino de Santiago de la Costa. Lo que no entiendo es qué se pretende con todo lo demás.