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Tribuna:EN EL TAPIZ | PEKÍN 2008 | Gimnasia
Tribuna
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'Gervi' casi nunca falla

He decidido tomar un taxi desde mi hotel hasta el estadio dos horas antes de lo previsto para no pasar nervios, pero el taxista se sabía el camino, algo raro aquí, y he llegado con muchísima antelación a la cita con Gervi. En esa hora y media me ha dado por pensar en lo que nos ha costado llegar hasta aquí y lo que suponía no estar a la altura de las expectativas creadas.

Cuando ha llegado Gervi, le he visto animado y me ha dicho que se encontraba bien. Eso en Gervi quiere decir que dará lo mejor de sí mismo. En las finales olímpicas, la organización te permite calentar en la misma sala de competición, lo que te mete de golpe en la competición, te dispara la adrenalina, el nerviosismo. Pero esta tarde todo ha sido más relajado: Gervi con su iPod y los entrenadores hablando distendidamente de las últimas hazañas de nuestros deportistas, qué diferencia de aquella primera final hace ocho años en Sidney, donde todo eran nervios y tensión.

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Media hora antes de la competición, las sensaciones en el calentamiento acrobático han sido magnificas. Ha hecho todos los elementos a la primera, aunque al ejecutar una de las series ha sentido uno de esos fuertes dolores que padece últimamente en los tobillos. Pero ahí estaba Andrés, nuestro inapreciable doctor. Mientras Gervi calentaba, he visto al chino y al rumano calentar también y hemos comentado "el chino va fuerte" y "el rumano no está fino".

Gimnastas y entrenadores, desalojen la sala. Faltan 30 minutos para las seis, hora de colocar el dorsal con imperdibles minúsculos, hora de ir al lavabo y hora de desear suerte a todo el mundo.

Señoras y señores, el espectáculo va a comenzar, los gimnastas delante y los entrenadores detrás. Las pulsaciones se disparan. En esos momentos se me ocurre preguntarle al doctor el efecto que produce en los gimnastas esta espera y su respuesta es contundente: para unos es un lastre, pues los inhibe, y a otros los superactiva. Gervi es de estos últimos.

El primer gimnasta que abría la competición ha sido el ruso y nos hemos quedado sorprendidos, pues ha ejecutado un ejercicio excelente, y hemos comentado: "¡Coño, la cosa está difícil!". A partir de ese momento, Gervi se ha concentrado a tope, interiorizando todos los elementos.

Sorpresa: Dragulescu falla. Nos miramos, pero no comentamos nada. El brasileño lo está haciendo muy bien. Normal, es el favorito, el campeón del mundo, pero... ¿qué pasa? Está sentado en el suelo. ¿Ha fallado? Sí. Nos volvemos a mirar, pero sin comentar nada. El chino lo hace muy bien y tiene una nota de partida superior. 16,050 puntos. Gervi nunca ha pasado de 16. No sé lo que piensa. Está superconcentrado. Nunca lo había visto así.

Los tres rivales que quedan nunca han superado a Gervi. La medalla está al alcance. Los últimos consejos técnicos por mi parte y es el turno de "from Spain, Gervasio Deferr". Mi corazón, a 180 o 200 pulsaciones. No le deseo a nadie esta sensación.

Primera serie, PERFECTA. Levanta aplausos. Segunda serie, PERFECTA. Tercera serie, muy bien. "¡Bien!", le grito desde mi rincón. Ahora le toca descansar y a por el Cristo invertido. ¿Qué pasa?, ¿qué pasa? Ese titubeo al levantar las piernas... La cuarta serie no tiene riesgo de fallo. Y llegamos a la última, un doble mortal extendido. Si clava, es medalla. Si da un paso, al carajo. Y Gervi, y no es por nada, señores, casi nunca falla. Tampoco esta vez.

Al bajar, nos hemos abrazado. Los dos sabemos lo difícil que ha sido llegar hasta aquí, pero ha merecido la pena. Para un entrenador de un deporte individual, no hay mayor satisfacción que tu deportista entre a formar parte de la historia deportiva y Gervi ya lo ha hecho. Para mí, ha sido un orgullo haber estado a su lado.

Alfredo Hueto es el entrenador de Gervasio Deferr.

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