Cuatro hombres sin piedad

Sus nombres no figuran en los grandes carteles, pero son una pieza fundamental en la lidia. Son los cuatro policías -el comisario Manuel Muñoz Infante y los inspectores-jefes César Gómez Rodríguez, Trinidad López-Pastor y Julio Martínez More-no- que conforman el equipo presidencial de Las Ventas. "Nuestra labor se silencia cuando acertamos. Así que lo mejor es que nadie hable de nosotros. Pero si te equivocas, hay gente que quiere fusilarte", explica Muñoz, el decano de esta peculiar cuadrilla. Cuatro hombres sin piedad.

Cada día de corrida, el presidente de turno asiste de mañana al desencajonado de las reses, al reconocimiento de sus cuernos, a la inspección de los caballos de los picadores, los petos y las banderillas y, por último, al sorteo del lote de toros que corresponderán a cada uno de los matadores de la terna.

Por la tarde, el representante de la autoridad debe velar porque el espectáculo comience con rigurosa puntualidad. Y, durante el festejo, vigilar su desarrollo. A tal fin, transmite sus órdenes mediante el lenguaje de los pañuelos: exhibirá uno blanco para cambiar de tercio, dar un aviso al matador y conceder trofeos; uno verde para devolver la res a los chiqueros si tiene algún defecto; uno rojo para que al toro, por su mansedumbre, se le pongan banderillas negras; un pañuelo azul si el morlaco merece dar la vuelta al ruedo antes de ser arrastrado por las mulillas al desolladero; y uno de color naranja si el animal, debido a su extraordinaria casta y bravura, es merecedor del indulto.

El presidente, por último, debe acudir al desolladero para hacer un reconocimiento post mórtem de las reses lidiadas y, en caso de duda, mandar a analizar las astas sospechosas de manipulación o, incluso, las vísceras. En todas las fases de su trabajo está auxiliado por un veterinario y un "asesor artístico", que suele ser un ex matador o un ex banderillero. Siempre ven más cuatro ojos que dos; pero la decisión última es del presidente. Él es, al fin y a la postre, quien acierta o quien se equivoca.

"Esto es muy sacrificado y sólo lo aguantas si tienes una gran afición", asegura Muñoz, quien agrega que, además, tiene que compatibilizarlo con su trabajo ordinario en la comisaría de distrito que dirige. Su labor y la de los tres inspectores-jefes en Las Ventas es, además, sin ningún tipo de remuneración. Por amor al arte.

Más de 20 corridas al año

Cada uno de estos cuatro agentes de la autoridad preside un promedio de 20 a 25 corridas al año, no sólo en Las Ventas, sino en otras plazas de Madrid o de los alrededores. Muñoz es presidente desde el año 1996, lo que quiere decir que ha dirigido la lidia de al menos 250 corridas. Sus compañeros López-Pastor, Martínez y Gómez llevan menos tiempo.

Los aficionados del tendido 7 del coso venteño pasan por ser los más exigentes, los guardianes de la ortodoxia y de las esencias. ¿Son ellos la pesadilla de los presidentes? "Para mí no son un problema. Son gente exigente, eso sí, que no falla ni un día", confía el comisario.

¿Y suele ceder el árbitro del festejo a los abucheos y al griterío del respetable? "Bueno, a ver. A mí me protestaron el pasado jueves dos toros; pero aguanté y uno de ellos, el quinto de la tarde, resultó muy bueno y El Cid le hizo una faena extraordinaria", explica Muñoz. "Hay muchas veces que hay que esperar a ver cómo evoluciona la res porque quizá en banderillas se viene arriba y resulta buena. Otras veces, no es así... y te equivocas".