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El abad de Montserrat suscribe la crítica de Benet a la política de memoria histórica

Enric Company

El abad de Montserrat, Josep Maria Soler, suscribió ayer el rechazo a la política del Gobierno de la Generalitat en materia de memoria histórica formulada por el recientemente fallecido ex senador Josep Maria Benet en el prólogo de sus memorias. "Deberíamos dejar la memoria histórica en manos de los historiadores", dijo el abad, "y vivirla con el mismo espíritu que se impuso durante la Transición".

El abad hizo esta toma de posición en el coloquio que siguió a una conferencia que dictó en el Círculo Ecuestre ante una cincuentena de empresarios y ejecutivos que versó sobre el papel del monasterio en la sociedad actual cuando se acerca a los 1.000 años de su fundación. Preguntado por el ex diputado de CiU Joaquim Molins sobre el rechazo de Benet a la política de memoria histórica, el abad advirtió: "todos saldremos perdiendo si se pierde el sentido de la reconciliación que imperó durante la Transición".

Acerca de la actual situación en Cataluña, el abad sostuvo que en la sociedad catalana existe a su entender "el dinamismo necesario" para seguir siendo "un país de acogida capaz de integrar a la nueva inmigración sin perder la entidad y cultura propia". Acerca del momento que vive España apostó por "dejarnos de tensiones y crispaciones para mirar al futuro".

También a preguntas de los asistentes, el abad explicó que "probablemente habrá que repensar" la actitud de la comunidad benedictina que dirige hacia los inmigrantes católicos. Es claramente perceptible, dijo, el interés que el monasterio de Montserrat suscita en muchos católicos latinoamericanos, filipinos y de países del Este de Europa. Señaló que los domingos por la tarde "vienen muchos magrebíes, en los que me parece ver una voluntad de integración" en la sociedad catalana.

El papel de la Iglesia en la secularizada sociedad actual sigue siendo, a juicio del abad, el de "aportar esperanza, coraje y sentido a cosas que parecen no tenerlo". Advirtió, sin embargo, de que uno de los riesgos actuales es "aparecer como la Iglesia del no".

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