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Miles de personas felicitan al Palau

El Palau de la Música Catalana celebró ayer sus primeros 100 años de vida con una fiesta matinal conducida con su inequívoco sello popular por Comediants. Arrancó así una jornada de puertas abiertas que miles de personas aprovecharon para visitar gratis el emblemático auditorio modernista. Durante los actos de inauguración del centenario, el grito más coreado sonó a gloria celestial: ¡Larga vida al Palau!

Las largas colas para acceder al interior del Palau fueron la tónica dominante de una jornada que empezó, de forma algo tibia, pasadas las 10.30 horas, delante de la fachada del Palau, en la calle de Sant Pere més Alt. Una llamada musical, con varios músicos situados en los balcones del centenario edificio de Lluís Domènec i Montaner, abrió la fiesta callejera preparada por Comediants. Un grupo de actores, saltimbanquis y músicos -las actuaciones musicales corrieron a cargo de la bàndaÈria del Taller de Músics y el Quartet Brossa- animaron al público con buenas dosis de humor, invitándoles a participar en la mesa de los deseos, donde grandes y pequeños podían dejar, escrito en una postal, su mejor deseo de futuro para el Palau.

El Palau ha llegado a su centenario completamente restaurado. El público pudo admirar in situ la recuperación de una serie de elementos arquitectónicos y decorativos originales que fueron suprimidos o alterados durante los años y ahora lucen sus mejores galas, como los pebeteros que se alzan en la barandilla de la azotea del edificio histórico, de los que salía humo con los colores de la senyera.Aunque buena parte del público asistente a la celebración del centenario del Palau de la Música se concentró ante la confluencia, coronada nuevamente por una torre con ventanas, de las fachadas en la que se levanta la escultura alegórica a la canción popular catalana, obra de Miquel Blay, cientos de personas siguieron los actos sin moverse de la cola, aguardando su turno para visitar el interior del edificio.

Concierto especial

La fiesta continuó en la plaza del Palau, llena hasta la mismísima bandera de un público que contuvo la emoción cuando un miembro del grupo teatral Comediants, disfrazado de gnomo de la música, descendió caminando lentamente hacia abajo desde la azotea hasta las escalinatas de la plaza.

Allí, en una tarima, se sucedieron los discursos oficiales de Félix Millet, presidente del Orfeó Català, Juan Carlos Marset, director general de INAEM, Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, y José Montilla, presidente de la Generalitat, que cerró el turno de parlamentos.

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Tras el peso de las palabras -los discursos glosaron, no siempre de forma muy amena, la historia y el valor del Palau como símbolo de la conciencia nacional catalana- sonaron como un bálsamo las voces del Cor Jove del Orfeó Català en una emotiva versión de El cant dels ocells dirigida por Esteve Nabona que cerró los actos al filo del mediodía.

Tras la celebración de la jornada de puertas de abiertas -la asistencia fue numerosa y fluida desde el mediodía hasta las cinco de la tarde- el Palau acogió por la noche un concierto especial.

En dicho concierto, al que se accedía por invitación, se procedió a la interpretación del oratorio La Creación, de Haydn, dirigido por Adam Fischer al frente del Orfeó Català, la Filarmónica Austrohúngara Haydn y tres prestigiosos solistas vocales, la soprano Veronica Cangemi, el tenor Roberto Saccà y el barítono Thomas Quasthoff.

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