Matt Valentine no convence al público en su debú en Santiago
Quizás no tanto los mejores representantes del sonido Neil Young en la actualidad como sí conspicuos y aplicados alumnos del canadiense, Matt Valentine y Erika Elder provocaron una extraña reacción en el público compostelano que asistió, en la noche del jueves, a su bolo gallego. Antes de que interpretasen la última canción, el aforo del Salón Teatro había reducido su ocupación a la mitad. No quedó claro si la alergia de esa importante parte del respetable resultó debida a la dejadez hippie que presidía el concierto de Sinsal o al revisionismo evidente de los sonidos que emitían. En cualquier caso, la psicodelia campestre, efectivamente arrimada al Neil Young acústico y al David Crosby más expansivo, de Valentine y Elder tampoco era para darse a la huida.
Los compostelanos Igloo habían abierto la velada con una propuesta canónicamente noventera y versiones, sin electricidad en las guitarras, de My Bloody Valentine, Flaming Lips y Joy Division. La anemia lírica de sus letras terminaron de emparentarlos con el grueso del indie español.