_
_
_
_
_
Reportaje:

El 'fenómeno Papageno'

La versión para niños de 'La flauta mágica' acaba hoy su temporada tras 540 funciones

Casi podría aplicarse la Teoría del Caos para explicar el fenómeno Papageno o cómo la versión para público infantil de la ópera La flauta mágica, de Mozart, realizada por Comediants para el Liceo, ha cambiado en menos de una década drásticamente el aprecio del público por un compositor y una ópera secularmente ignorados por el coliseo lírico barcelonés. La pequeña flauta mágica, estrenada en marzo de 2001 en el foyer del Liceo, ha sobrepasado las 500 funciones y cuando esta mañana finalicen las representaciones del montaje programadas esta temporada por el coliseo de La Rambla en el Auditorio de Cornellà de Llobregat habrá alcanzado las 540 y una cifra acumulada de casi 300.00 espectadores, no sólo en Cataluña sino en toda España, donde ha sido vista en 111 ciudades, e incluso en Francia.

Y en el horizonte no parece vérsele el final al éxito de este montaje en el que Papageno, el simpático y dicharachero pajarero de la Reina de la Noche, se convierte en el narrador y protagonista de esta atractiva y eficaz introducción al mundo de la ópera para el público infantil. Hoy al mediodía (12.00 horas) todos los Papagenos de estas más de 500 funciones de La pequeña flauta mágica festejarán en el patio del Auditorio de Cornellà con los niños que acudan a las dos funciones previstas (10.45 y 12.45 horas) el cumpleflautas con una chocolatada en la que participarán los personajes de la ópera y que dirigirá el director de Comediants, Joan Font.

La efectividad del montaje, la certifica el profesor de música del colegio Ramon Fuster de Bellaterra Carles Masdeu, que desde 2001 cada curso lleva a los alumnos de tercero de primaria a ver esta pieza. "La genialidad de la obra de Mozart y la plasticidad de Comediants enganchan a los escolares. Muchos niños que la han visto como alumnos del colegio luego piden a sus padres que los vuelvan a llevar", explica, aunque reconoce que la semilla de la música tarda en germinar. "En la adolescencia a los escolares no les puede hablar ni de ópera ni de música clásica, sus intereses son otros. Es ya de mayores cuando puede surgir la afición a la ópera gracias a la semilla plantada con espectáculos como éste".

"Ha sido un éxito inesperado", asegura Joan Matabosch, director artístico del Liceo, quien recuerda una encuesta realizada en los teatros líricos europeos que revela que todo el público que acaba aficionándose ha tenido su primer contacto con la ópera antes de los 35 años.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_