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Reportaje:

Fabio en 40 minutos

McNamara presenta su nuevo proyecto Sarassas Music en la sala El Sol

Luis Doncel

Si el momento álgido de un concierto es un estribillo que dice "Reggaeton, reggaeton, y perreo pa tu coño, maricón", ya está todo claro: a algunos les va a encantar y a otros les va a parecer una mamarrachada todo lo que ocurra sobre el escenario.

Fabio McNamara llenó ayer la madrileña sala El Sol de aquéllos a los que les encantan las canciones con rimas sobre mujeres que buscan a sus maridos o sobre personas que quieren pasar por el quirófano para ponerse unas tetas. "Que las tengo muy caídas", dice el protagonista de uno de los temas.

A sus 49 años, Fabio McNamara se ha juntado con Antonio Villa-Toro y Agustín Querol para formar el grupo Sarassas Music. Los tres presentaron ayer su disco Mariclones en 40 escasos minutos. A pesar de que alguien se pudiera sentir estafado por la brevedad del concierto -"menuda tomadura de pelo, que me devuelvan los 10 euros", se oía decir a algún enfadado asistente- el público bailó todos los temas del trío.

El cantante se ciñó a las canciones de su último disco y no tocó temas anteriores
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Una vez superados los problemas técnicos iniciales -que obligaron al cantante a gritar al principio del concierto "¡Ese técnico!"-, hubo grandes momentos. Como la canción ¿Quién es ese hombre?, en la que McNamara se pregunta a ritmo de reggaeton quién es el hombre del Partido Popular que le hace sentir mujer fatal. ¿Estaría hablando de Zaplana? ¿De Acebes, quizá?

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Cada tema iba acompañado por una proyección relacionada. Si Fabio cantaba algo sobre una peluquera que no quería hacerse la permanente, en la pantalla aparecía Divine, la actriz transexual que fue musa del director John Waters; si tocaban la canción Bailando con lobas, en la que hablan del mundo de las famosas, proyectaban cuadros warholianos que retratan a iconos como la duquesa de Alba o Sara Montiel friendo un huevo.

Los Acusicas inauguraron hace un año la serie de conciertos con los que el Gobierno de Esperanza Aguirre -¡quién lo iba a decir!- pretendía rendir homenaje a la ya bastante manoseada Movida. Por el escenario de la sala El Sol han pasado desde entonces grupos como Aviador Dro, Burning o Loquillo y los Trogloditas.

McNamara -chaqueta amarilla, gafas de sol oscuras y un pelo rubio platino con mucha gomina- fue el responsable de cerrar ayer la fiesta revisionista ochentera.

Entre el público había pocos de los que se estaban divirtiendo en esa década. Aparte de algunas caras conocidas como Paco Clavel o Boris Izaguirre, la mayoría eran veinteañeros que no habían nacido cuando McNamara cantaba que quería ser mamá junto al hoy rebosante de goyas y de Oscar Almodóvar.

Uno de los que más bailó en la primera fila fue Mario Vaquerizo, líder del grupo Nancys Rubias y marido de Alaska. Su mujer había dicho el pasado cinco de enero, durante el concierto conjunto de Fangoria y Pet Shop Boys, lo contenta que estaba por compartir escenario con el dúo británico en lugar de participar en las celebraciones de la Movida.

Y es que, a pesar de que el concierto estaba incluido en este programa, la de ayer no era una noche para el recuerdo ochentero. McNamara se ciñó a las canciones de su último disco. Incluso se olvidó del Rockstation que publicó en 2001 con el ex dinarama Luis Miguélez.

Los fans que iban dispuestos a bailar algunos éxitos de ese disco, como Gritando Amor o Ultraceñidas, se podrían haber quedado en casa. Está claro que 40 minutos no dan para tanto.

Fabio McNamara, durante la actuación en la sala El Sol.
Fabio McNamara, durante la actuación en la sala El Sol.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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