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Tribuna:
Tribuna
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Los pilares del cambio

Les ahorraré para comenzar el triunfalismo vacuo que a veces destilan determinados escritos hechos por las personas que nos dedicamos a la política. Reconozcamos los hechos: con la que está cayendo, tras la irrupción de nuevo en escena de una banda de desalmados haciendo volar por los aires las esperanzas de la ciudadanía en un futuro en paz, resulta difícil hablar de elecciones, de ilusión, de una alternativa de izquierdas y progresista en 2007 a las políticas de la derecha... Con la agenda miserablemente secuestrada se hace difícil hablar de vivienda, de la degradación del territorio, de la precariedad en el trabajo, de integración, de cultura, de igualdad, de medio ambiente y del largo etcétera de abandonos, omisiones y acciones en negativo del Partido Popular. Todo esto es muy complicado, pero conviene que los valencianos y valencianas nos situemos ante nuestro espejo y nos hagamos la siguiente reflexión: ¿Puede el País Valencià soportar cuatro años de desgobierno popular? Dejen el periódico a un lado, piensen durante unos minutos y, cuando acaben, vuelvan a estas líneas, si lo consideran conveniente.

Las encuestas arrojan de forma tozuda una imagen congelada de predominio popular en el País Valencià. Sin embargo, incluso las personas que pueden compartir ideología con el PP comienzan a reconocer que a Camps y los suyos se les está yendo el gobierno de las manos: manipulación informativa, picos de corrupción y de degradación ambiental superiores a los del resto del Estado, victimismo, enfrentamiento con las comunidades vecinas y con el gobierno central, mala gestión de las cuentas públicas, nepotismo, ocultismo y un largo etcétera que está en la mente de todos y todas. La acumulación de errores apunta a un Consell en declive, en línea recta hacia su amortización por parte del electorado y por parte de un país que necesita urgentemente un cambio de aires. La clave en todo esto es trasladar a la ciudadanía el mensaje correcto, la sensación de que más que alternancia hay alternativa y de que existe otra forma de hacer las cosas. Y lo mejor de todo es que, aunque el reloj corre a toda velocidad, todavía estamos a tiempo. Es necesario, eso sí, pulsar los botones adecuados.

Algunas de las fuerzas involucradas en un posible cambio ya hemos puesto los medios, o parte de ellos. Con la celebración, hace unos días, del referéndum de ratificación de Compromís pel País Valencià acaba un proceso largo y complejo coronado con un acuerdo programático y de funcionamiento entre Esquerra Unida del País Valencià, Bloc Nacionalista Valencià, Els Verds del País Valencià, Els Verds-Esquerra Ecologista e Izquierda Republicana que, sin duda, va a convertirse en uno de los polos de atracción de la campaña electoral. Y, por supuesto, en un foco de ilusión ante la posibilidad, real, de poner a jugar aspiraciones sociales, culturales y medioambientales de la sociedad progresista de este País. Uno de los pilares para hacer posible el cambio ya está puesto.

Pero esta apuesta puede quedarse a medio camino sin el concurso necesario de la principal fuerza de la oposición, el PSPV-PSOE, y la sensación que tenemos, no sólo algunas organizaciones de izquierdas sino también una parte sustancial de la ciudadanía, es que los socialistas están haciendo algunas apuestas equivocadas dirigidas a obtener el favor del centro político que no sólo ponen palos en las ruedas del posible cambio, sino que, curiosamente, van en contra de una supuesta mejora de su resultado electoral sin el cual el relevo es imposible. Nos da la sensación de que muchos de los guiños a ese supuesto electorado de centro no hacen sino reforzar las posiciones del Partido Popular. Pasó, por ejemplo, con el pacto del Estatuto de Autonomía, del cual salió fuertemente reforzado el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y, a cambio, generó un desencuentro entre los socialistas y el resto de formaciones de la izquierda por razones que están en la mente de todos. También generan confusión entre la ciudadanía mensajes difusos en torno a cuestiones como el agua, el medio ambiente, el urbanismo, la seguridad, la inmigración o los grandes eventos.

Nos podemos imaginar por qué se hace eso, pero la gran paradoja es que los presuntos caladeros centristas a los que van dirigidos los mensajes, ante la disyuntiva entre el original o la fotocopia difuminada, pueden caer en la tentación de optar por el original, por muy desgastado que esté, porque al otro lado no ve alternativas y no se visualiza el mensaje y el propósito de que se pueden hacer las cosas de otra manera. ¿Trasvase del Ebro no y del Xúquer sí? ¿Trasvase del Ebro pero sólo un poquito? ¿Competiciones para ver quién trae más agentes de la Policía Nacional? ¿O por obtener el favor de los empresarios? ¿Codazos para ver quién sale mejor en la foto de la America's Cup? ¿Mítines en Terra Mítica? No sé si saben a qué me refiero.

El cambio en 2007 no vendrá dado por la conjunción casual de factores, ni Zapatero ganará las elecciones, ni los electores y electoras verán la luz de repente tras la caída de sus particulares caballos. Si el PP pierde será porque enfrente hay unas opciones políticas, cada cual con sus prioridades y maneras de entender la política, que tienen otro proyecto, otra visión y que atienden a las auténticas necesidades de la ciudadanía. Porque, para bien de todos y todas, el modelo de bipartidismo perfecto y la alternancia, los cambios para que todo permanezca igual, son cosa del pasado.

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Glòria Marcos es coordinadora de Esquerra Unida del País Valencià.

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