"Los centros culturales tienen que ser lugares para la convivencia"
Evelyne Lehalle (París, 1947), directora de Ingeniería y Proyectos de ODIT Francia, lleva más de tres décadas de dedicación a la cultura. Ha trabajado en museos como el D'Orsay de París y ha profundizado en la descentralización y la acción cultural desde distintos cargos, y desde hace un año, como representante de la Cultura en el Ministerio de Turismo francés. Recientemente recaló en San Sebastián para conocer el proyecto de creación del Centro Internacional de Cultura Contemporánea en Tabacalera, centrado en lo audiovisual y las nuevas tecnologías, y asesorar a sus responsables.
Pregunta. ¿Cuáles son los puntos fuertes y débiles del proyecto de Tabacalera?
Respuesta. No he venido de París a dar lecciones, sino a intercambiar experiencias, porque he trabajado en numerosos proyectos culturales. Creo que el centro se está planteando las mejores preguntas que pueden hacerse ahora: primero, cómo crear un espacio que responda a la demanda de la población; segundo, cómo compaginar esa utilidad social con la excelencia en distintas disciplinas, y, tercero, cómo situarse en el mapa internacional.
"Resulta muy positivo que Tabacalera integre formación, producción y exhibición"
P. ¿Si usted dispusiese de esos 30.000 metros cuadrados, qué centro plantearía?
R. La cultura es la respuesta de una población a sus problemas; puede ser en el terreno del arte, de la ciencia,... No tengo ninguna receta mágica para la creación del centro, pero empezaría, como se está haciendo aquí, por trabajar para que fuera complementario con las infraestructuras que ya existen en la ciudad. Coincido además en que resulta muy positivo integrar en un mismo centro formación, producción y exhibición.
P. Las nuevas tecnologías están democratizando el acceso a la cultura. ¿Qué sentido tienen entonces este tipo de centros?
R. Con las nuevas tecnologías existe una posibilidad de acceso individual, pero a veces se obvia que se necesita un lugar para encontrarse con otros y compartir experiencias. Estos centros tienen que ser un lugar para la convivencia, para el encuentro. Y, sobre todo, deben ser útiles para la población de los alrededores. Cada uno irá por una razón y luego, una vez allí, establecerá relaciones que quizá le hagan ir un poco más allá de lo que ha ido a buscar.
P. Los centros culturales están proliferando en gran medida. ¿Existe tal demanda o hay una inflación?
R. No creo que haya un solo centro que se haya creado sin voluntad política. Si no existiera tal demanda, los cargos electos se decantarían más fácilmente por construir hospitales u otro tipo de servicios que les resulten más rentables para recabar votos. En todo caso, todavía hay sitios donde faltan infraestructuras, en el sur de Italia, por ejemplo.
P. ¿Son tiempos fáciles para la cultura?
R. La cultura vive tiempos muy difíciles. Primero, porque en medio de la globalización están surgiendo reflexiones muy fuertes por parte de comunidades con identidad propia y diferenciada, y, segundo, porque los modelos económicos están cambiando. Los centros 100% públicos empiezan a ser excepcionales. Han comenzando a crearse museos para tres años en países como Estados Unidos o Tailandia. Arquitectónicamente están concebidos de tal manera que si en ese tiempo no logran el éxito esperado se reconvierten.
P. ¿El turismo cultural sigue aumentando o está en declive?
R. No tenemos estudios suficientes para saberlo. París es una ciudad eminentemente cultural, pero hay gente viene a hacer compras o a pasear. Ahora, siempre que me quedo sin argumentos digo: ¿seguiría habiendo tantos visitantes en París si no existieran la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, Notre Dame,...? No. La cultura es uno de los grandes motores del turismo.
