Fabadas a esgaya
Cuentan que don Pelayo, un mes antes de la batalla de Covadonga (722), ordenó a sus guerreros comer a diario una soberbia cazuela de fabes. Siglos después, pervive en Asturias un dicho: "Para que se críen fuertes los hijos, fabada a esgaya (en abundancia)".
Es ahora cuando la legumbre alcanza su punto culminante. Con el frío y la lluvia, el principado se rinde ante su hija predilecta con homenajes gastronómicos en los que el guiso de cuchara es el rey. Restaurantes de siempre calientan pucheros según un suculento calendario. En San Martín de Moreda les fabes conviven con productos de matanza (11 de noviembre); en Colunga la fiesta es en el puente de la Constitución, y la degustación llega con una exposición en la que los cosecheros aprovechan para poner a la venta parte de su producción anual. El 8 y el 9 de diciembre varias casas de comidas en La Felguera compiten por la mejor fabada. Y ese mismo fin de semana, en Pravia, el kiwi y la miel se suman al banquete.
A quienes pretendan una apetitosa huida les gustará saber que en Asturias se cree que donde cocinen bien les fabes puede comerse de todo (cuentan que hay ollas con poso que parece llevan cociendo fabadas desde la Reconquista, y cualquier cosa que se cocine en ellas rezuma sabor). Por ejemplo, cebolles rellenes, a la carta, en El Entrego (el 30 de noviembre). O callos, abundantes, en Noreña (del 8 al 10 de diciembre). O platos de caza regados con vino de Cangas del Narcea, también en la Inmaculada.
Las jornadas se anuncian semanas antes, pero a veces no se sabe hasta el último momento qué fogones se suman a la celebración con menús personalizados. Lo habitual es que se fije un precio común en todos los establecimientos participantes, aunque no siempre es así. Pero ya sea con menús más o menos selectos, con precios más o menos asequibles, la folixia (fiesta) está asegurada en estas citas sabrosas cuyos aromas abren el apetito. Para viajar, comer y disfrutar.
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