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…Ya van 291 'mirós'

Durante estos 25 años se han fundido 291 reproducciones de la escultura que el artista Joan Miró diseñó para representar el espíritu de los Premios Príncipe de Asturias. Con la edición de 2006 se llegará a las 300 copias. Y la número "00" aprovecha para contar su historia

El artista catalán Joan Miró (Barcelona, 1893- Palma de Mallorca, 1983) trabajando sobre el molde original de escayola del Premio Principe de Asturias.
El artista catalán Joan Miró (Barcelona, 1893- Palma de Mallorca, 1983) trabajando sobre el molde original de escayola del Premio Principe de Asturias.FUNDACIÓN PRINCIPE DE ASTURIAS

Yo fui la primera de todas; así lo atestigua el número "00" que llevo grabado a fuego en mi estilizado cuerpo de ocho kilos de bronce. A pesar de mis escasos 47 centímetros de altura, llevo al sol colgando del pecho y a la luna por sombrero. Hace 25 años que duermo en la caja fuerte de la sede ovetense de la Fundación Príncipe de Asturias. Y aunque nunca he sido invitada a la ceremonia de los premios del mismo nombre, mi existencia tiene mucho que ver con el origen de estos galardones.

Debo reconocer que yo soy la única culpable de que algunas de mis hermanas hayan alternado con personajes como Luis García Berlanga, Fernando Fernán-Gómez, Severiano Ballesteros, Luis María Ansón, Francisco Umbral, Woody Allen o Camilo José Cela; de que las hayan cortejado mandatarios como Mijaíl Gorbachov, Helmut Kohl, Yasir Arafat o Isaac Rabin (estos dos últimos, al unísono); de que las abrazaran mujeres como Martina Navratilova, Rigobeta Menchú, Doris Lessing o J. K. Rowling; de que este año algunas de ellas vayan a dormir en la casa de Paul Auster, Pedro Almodóvar o el matrimonio filántropo formado por Bill y Melinda Gates.

Ninguno de estos romances podrían concebirse si yo no hubiera hecho saltar las lágrimas de Pedro Masaveu, el primer presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, cuando me desenvolvieron sobre la mesa de su despacho en 1981. Allí estaba, rompiendo a llorar al verme desnuda por primera vez, mientras su secretario y el director de la fundación, Graciano García, me observaban boquiabiertos con cara de no saber muy bien lo que estaban contemplando. Aquél fue mi verdadero minuto de gloria, el que dio pie a que hoy tenga 300 hermanas.

"Reconozco que la primera vez que la vi no comprendí el significado de aquella escultura", comenta hoy Graciano García desde la Fundación Príncipe de Asturias. "Me pasó lo mismo que les ha pasado a la mayoría de los premiados que han recibido el galardón durante estos años: se sorprenden, reaccionan como lo hacen muchos ante una obra de Miró. Creo que con el tiempo he llegado a entenderla, o al menos a ser capaz de expresar lo que a mí me sugiere: que con el trabajo, el esfuerzo y el tesón se llega a lo más alto. Con ellos se pueden alcanzar el sol y la luna".

Todo empezó poco antes de aquel día de 1981. Graciano García era entonces un periodista asturiano que rondaba los 40 años y hacía cuatro que había abandonado la dirección de Asturias Semanal, una revista que sirvió de escaparate de los acontecimientos más relevantes de la transición asturiana hacia la democracia. Acababa de embarcarse en el proyecto de los Premios Príncipe de Asturias y, tras constituir la fundación del mismo nombre un año antes, puso en marcha la primera edición de los galardones. Entre los muchos detalles que debían observarse para la ceremonia, sólo faltaba disponer de una especie de trofeo que representara su espíritu, "fundamentado en la libertad y la democracia", según la idea que barajaba García.

Bajo esta única premisa, buscaron entre los artistas que tenían más cerca. Y decidieron que Joan Miró era el que mejor representaba ese espíritu. Sólo faltaba encontrar a un emisario que fuera capaz de acercarse al artista catalán y surrealista, que contaba entonces 88 años y vivía en Palma de Mallorca.

El elegido para la misión fue Fernando González, otro ovetense afincado en Palma que mantenía una estrecha relación con uno de los nietos del artista: el escritor David Fernández Miró, que falleció en 1991, a los 35 años, a causa de una grave enfermedad hepática. Fernández Miró desarrolló una intensa actividad en la Fundación Miró de Barcelona y se convirtió en un gran conocedor y divulgador de la obra de su abuelo. "Mi amistad con David se consolidó a través de los trabajos editoriales que yo realizaba por aquí y por allá", recuerda hoy González, a sus 62 años, desde su retiro mallorquín.

El encuentro con el artista tuvo lugar en la casa de Miró en la isla, donde David y su hermano Emilio convivieron con el genio hasta su muerte, en 1983. A media tarde -después de tomar café y escuchar las historias de Miró sobre los creadores catalanes en París; sus cenas con Paul Eluard, Gala y Dalí, y los combates de boxeo que el artista mantuvo en mugrientos gimnasios de la Ciudad Luz con Ernest Heminway-, González y Fernández Miró decidieron pasar a la acción. "Miró dijo que sí enseguida, no vaciló un instante. Al parecer, le había entusiasmado que los Reyes acudieran unos años antes a la inauguración de una exposición antológica de su obra en Madrid. Puede que un republicano como él, cuyo nombre figuró en la lista negra de los franquistas, viera reflejada en la cara del Príncipe el rostro del futuro. Todos vivíamos un tiempo cargado de esperanza", recuerda el mediador. El momento más delicado de aquella conversación llegó tras el sí, quiero del artista.

-¿Quiere cobrar algo por el encargo, señor Miró? -preguntó el enviado.

-No. Sólo pondré una condición, de obligado cumplimiento: que todas las reproducciones que sean necesarias en el futuro se fundan en el taller de Barcelona al que siempre llevo mis esculturas.

Un único deseo que el artista dejó mecanografiado en la carta en la que cedió los derechos de reproducción de su obra, con el único y exclusivo fin de servir de galardón a los premiados. Y es en esa finca rústica que alberga una especie de masía en Lliça d'Munt, a 30 kilómetros de Barcelona, donde cada año siguen naciendo por estas fechas las descendientes de ese modelo original de escayola que Miró envió al taller de fundición de la familia Parellada pocos meses después de recibir el encargo.

La misma casa en la que, por supuesto, yo también llegué a este mundo. Hace ahora 25 años. Tras un caluroso y complejo parto de tres días llamado "proceso a la cera perdida", en el que un molde de silicona creado a partir de la pieza original acogió un vaciado de cera que, al entrar en el horno sobre un revestimiento cerámico, se derritió por completo para dejar la huella de mi silueta en el barro. Después sólo bastó fundir los ocho kilos de bronce sobre el hueco de la cerámica a 1.200 grados de temperatura y romper el cascarón de barro en frío para ver la luz. Una pátina de ácidos, mezcla de la casa, remató mi aspecto bronceado, excepto en el sol y la luna, que conservan el tono dorado del metal pulido. Como último detalle, todas las piezas de la familia llevamos grabadas en el cuerpo un número de serie y nuestra fecha de nacimiento.

"Miró solía enviar sus originales para fundir envueltos en cajas que dejaba olvidadas por mi taller y retomaba con el tiempo. Pero en esta ocasión, el envío se aceleró y se llevó al horno enseguida", recuerda Manuel Parellada, de 76 años, perteneciente a una familia de tres generaciones de fundidores y hoy retirado de la profesión. "Si bien la mayoría de sus esculturas eran, por norma general, muy complejas, ésta de los premios no lo fue en absoluto. Miró la envió muy rápido, con el cuerpo de escayola sellado. Un diseño que no requería remates y facilitó su fundición inmediata".

Los hijos de Manuel Parellada continúan hoy la senda de su padre en el taller familiar, donde también se han fundido esculturas de, entre otros grandes artistas, Antoni Clavé, Picasso o Antonio López. En aquella especie de masía catalana sigue viviendo el original de escayola del que han salido todos mis clones. Los pedestales de madera, con el nombre del galardonado grabado en una placa metálica, se acoplan finalmente en la fundación asturiana cuando las esculturas llegan a Oviedo.

Y es allí, en la sede la Fundación Príncipe de Asturias, donde cada año aterrizan las esculturas para los galardonados -en ocasiones son más de uno para un mismo premio- más la que siempre se queda en el edificio como recuerdo de la edición de cada año. Mis 25 vecinas están repartidas junto a ventanales, sobre vitrinas y otros lugares mucho más iluminados que esta caja fuerte que a mí me sirve de posada.

Lo cierto es que algunas veces sí que me han dejado salir de esta fortaleza. Pero en contadísimas y excepcionales ocasiones, y sólo para lucir palmito bajo los focos de alguna exposición temporal. Y siempre en la región de Asturias. Porque nunca he abandonado la tierra que me acogió.

Por cierto, un pequeño dato que se me olvidaba: no tengo nombre. Ninguna de nosotras lo tenemos. Quizá les parezca un detalle muy significativo de un extraordinario artista como Joan Miró. Somos, sencillamente, el símbolo de un reconocimiento. El espíritu de estos premios.

¿Y los 'no invitados' a la ceremonia…?

No se preocupe. Si usted no está invitado a la ceremonia de entrega de estos premios el próximo viernes en el teatro Campoamor de Oviedo, no tendrá que vestir traje oscuro, si es usted un caballero, o traje corto, en el caso de que nos encontremos ante una dama. Tampoco tendrán que asignarle una de las casi 400 reservas de habitación en los hoteles que colaboran con la Fundación Príncipe de Asturias. De todas ellas, son las 150 habitaciones del hotel de la Reconquista las que ofrecen cama, entre otros, a los Príncipes de Asturias, los premiados y muchos de los invitados.

Si estuviera en la piel de alguno de los ocho premiados de este año, ya estaría usted preparándose para departir con sus altezas reales. Pero como no es su caso, tampoco tendrá esperando, a las seis en punto de la tarde, en la puerta de su hotel, a ninguno de los 35 coches que recorrerán el medio kilómetro que separa el hotel del teatro Campoamor bajo escolta policial. Allí le esperarían unas 1.500 personas, acomodadas por una centena de azafatas desde una hora antes del inicio de la ceremonia. Incluso la reina Sofía aguardaría su llegada en el palco de honor, ante quien tendría que rendir pleitesía tras recorrer sobre la alfombra azul -de la misma tonalidad de la bandera del principado- las 18 filas del patio de butacas. Un saludo al que seguiría otro hacia los Príncipes de Asturias, en pie junto a la mesa presidencial.

También puede olvidarse de tener tras su pista a los cerca de 1.100 periodistas acreditados de más de 150 medios de todo el mundo, o de que le vean por televisión más de 1,5 millones de personas de media, y de que 150 gaiteros toquen el himno de Asturias en su honor para cerrar el acto.

Algún retorcido podría sospechar que usted sí es uno de los premiados, pero no piensa acudir a la ceremonia. En ese caso, sepa que no volverá a su casa con los 50.000 euros, la escultura de Miró, el diploma y la insignia representativa que implican la recogida del galardón. Algo que sólo hizo un 15% de los premiados y que a usted no se le pasa por la cabeza. Mucho menos, si no está invitado. No se preocupe de nada.

20 extractos de 25 años de discursos de premiados

"La sociedad española no ha salido apenas de su error, porque persiste en su antigua soberbia, que hoy enmascara impotencia, egoísmo, pereza…".

G. Torrente Ballester. Letras 1982

"… En eso consiste la soberanía cultural de Hispanoamérica: en saber que Cervantes, el Arcipreste y Quevedo son tan nuestros como de un asturiano o un leonés. Y que ellos nos representan tan legítimamente como las piedras de Machu Picchu o las pirámides mayas".

Mario Vargas Llosa. Letras 1986

"En la esfera de algún viejo reloj se leen, referidas a las horas que pasan y pasan sin apurarse jamás ni detenerse nunca, unas palabras tan ciertas como fatales: 'Todas hieren, la última mata".

Camilo José Cela. Artes 1987

"Un escritor, aunque haya vislumbrado la inconsistencia de su aportación personal e incluso el aumento de caos que puede suponer, escribe a pesar de todo".

Carmen Martín Gaite. Letras 1988

"Sólo pueden disipar el horror tres consejos: no admires el poder, no detestes al enemigo y no desprecies a los que sufren. Nuestro tiempo, privado de una cultura trágica, no ha sabido respetar estas advertencias".

Carlos Fuentes. Letras 1994

"… Porque detrás de nosotros hemos dejado cien años empapados de sangre. (…) Hemos superado un conflicto que nadie creía -como muchos siguen sin creerlo- que pudiera ser llevado a su fin. Yo sí creo que podemos vivir de otra manera".

Isaac Rabin. COOPERACIÓN INTERNACIONAL 1994

"Los testimonios presenciales de la literatura tienen raíces más profundas. Dan la palabra a los perdedores: a todos aquellos que no hacen la historia, pero a los que inevitablemente la historia les ocurre porque su dictado los convierte en culpables o víctimas, simpatizantes o perseguidos".

Günter Grass. Letras 1999

"La vida es triste. Si es verdad que en un buen cuento se encuentra toda la vida, y si la vida es triste, un buen cuento será siempre un cuento triste".

Augusto Monterroso. Letras 2000

"Hay un nuevo tipo de persona culta, que pasa por el colegio y la universidad durante veinte, veinticinco años, que sabe todo sobre una materia -la informática, el derecho, la economía, la política-, pero que no sabe nada de otras cosas; nada de literatura, arte, historia. Y quizá se le oiga preguntar: pero, entonces, ¿qué fue el Renacimiento?, o ¿qué fue la Revolución Francesa?".

Doris Lessing. Letras 2001

"Con el paso del tiempo, España pasaría a ser ejemplo de las luchas de muchos otros pueblos por alcanzar la modernidad, dejando atrás el oscurantismo y la inutilidad de contumaces instituciones feudales".

Arthur Miller. Letras 2002

"La literatura es una de las maneras fundamentales de nutrir la conciencia. Desempeña una función esencial en la creación de la vida interior, y en la ampliación y ahondamiento de nuestras simpatías y nuestras sensibilidades hacia otros seres humanos y el lenguaje".

Susan Sontag. Letras 2003

"Nuestro continente está llamado indudablemente a proponer al mundo un nuevo modelo de colaboración y convivencia internacional desmilitarizada, desideologizada y democrática".

M. Gorbachov. Cooperación Internacional 1989

"La libertad es la energía más poderosa de la historia. Sólo la libertad puede restañar las heridas causadas a nuestro continente. España se ha adelantado a Europa en esta senda".

H. D. Genscher. Cooperación Internacional 1990

"En un mundo en el que la mayoría de los refugiados están confinados en campamentos superpoblados, en condiciones tan tétricas como aquellas de las que vienen huyendo, el derecho a regresar al propio país debe tener tanta prioridad como el derecho a buscar asilo en otro país".

ACNUR. premio Cooperación Internacional 1991

"Sin cooperación, los gravísimos problemas que nos acechan en estos años finales del milenio no pueden tener solución satisfactoria".

Mario Soares. Cooperación Internacional 1995

"No vamos a construir una fortaleza Europa. No eliminamos las fronteras internas por una parte para levantar murallas externas. No es ésa la Europa que yo, personalmente, anhelo. Europa tiene un venturoso porvenir por delante si sigue abierta al mundo".

Helmut Kohl. Cooperación Internacional 1996

"Cuando escribí recientemente un libro de divulgación científica, fui advertido de que cada ecuación que incluyese rebajaría las ventas a la mitad. Incluí una sola, la más famosa de Einstein, e = mc2. Quizá habría vendido el doble sin ella".

Stephen Hawking. Concordia 1989

"Pensamos que España, o es obra común de todos los españoles, de todos los pueblos que la forman y de todos los ciudadanos que la integran, o simplemente no es España".

Adolfo Suárez. Concordia 1996

"Cuando un idioma es arrasado o reducido a la inutilidad por el idioma del planeta, tiene lugar una disminución irreparable en el tejido de la creatividad humana, en las maneras de sentir el verbo esperar. No hay ninguna lengua pequeña".

G. Steiner. Comunicación y Humanidades 2001

"Lo peor es cuando individuos o grupos fingen ser los únicos representantes verdaderos de una identidad, los únicos intérpretes legítimos de la fe, los únicos portaestandartes de la historia de un pueblo, la única manifestación real de una identidad dada, sea islámica, judaica, árabe, americana o europea".

Edward Said. Concordia 2002

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