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El 'súper' se come el mercado de Chueca

Vecinos y comerciantes se dividen ante la reforma del recinto municipal, que estará cerrado un año

Oriol Güell

El súper se mete en el mercado municipal. El de San Antón, con 60 años de vida junto a la plaza de Chueca, cierra hoy sus puertas para ser reconstruido. Cuando reabra, de aquí a un año, será más moderno, pero más pequeño. De los 45 puestos que tiene -un tercio cerrados por la falta de negocio-, quedarán 25 y estarán en la planta superior. Los casi 1.000 metros cuadrados a nivel de calle serán ocupados por un Supercor, el supermercado de El Corte Inglés. Ésta es la solución aprobada por los comerciantes y apoyada por el Ayuntamiento para revitalizar la actividad del mercado. Vecinos y comerciantes, sin embargo, se muestran divididos. "No es la mejor forma de potenciar el pequeño comercio", dice un frutero. "Así vendrá más gente", contesta un pollero.

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Problemas comunes, soluciones distintas

"Había que hacer algo. Esto estaba cada vez más muerto, con pocos clientes y un tercio de los puestos cerrados", explica Octavio Rodríguez, presidente de los comerciantes y propietario desde hace 25 años de una salchichería. "Ha sido un proceso largo y difícil, que empezamos hace tres años y en el que hemos barajado otras soluciones. Al final, ésta ha sido la más apoyada por todos", añade.

Los hermanos Enrique, José Antonio y Manuel heredaron la verdulería y frutería Hermanos Gómez de su padre, uno de los fundadores del mercado que abrió el negocio hace 60 años. También están de acuerdo en que "el mercado iba mal", pero hubieran preferido otra solución. "Lo mejor hubiera sido rehabilitar el mercado, hacerlo nuevo y atractivo, pero que siguiera siendo un mercado al cien por cien", dice uno de ellos. "Lo que pasa es que había que poner mucho dinero, y claro, al final lo tiene quien lo tiene", siguen.

El Corte Inglés indemnizará a los propietarios de los puestos que decidan abandonar su actividad para dejar espacio libre al supermercado, según el Ayuntamiento. Esto ha convertido San Antón en un hervidero de rumores, suspicacias y comparaciones sobre el importe de las indemnizaciones. "Hay uno al que, además de la indemnización, le darán 1.500 euros al mes hasta que se jubile", asegura un comerciante. "Han pagado entre 60.000 y 180.000 euros por negocio", añade otro. Cifras imposibles de contrastar, ya que los propios comerciantes se niegan a concretarlas. Este diario no logró ayer lograr la versión de El Corte Inglés.

El Ayuntamiento afirma que no tiene "nada que decir a los acuerdos privados entre la empresa y los comerciantes". "Nosotros recibimos un proyecto de dinamización y, si consideramos que puede ser de interés, lo subvencionamos y aprobamos. El proyecto de San Antón es muy bueno, para el mercado y para el barrio", explica Ignacio Niño, coordinador general de Economía del Ayuntamiento.

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Subvención pública

El gobierno municipal afirma que está desarrollando un plan de modernización y dinamización de los mercados, dotado con 40 millones de euros hasta finales de 2007, que subvenciona el 30% de la inversión que los comerciantes hagan en su mercado. En el caso de San Antón, la inversión total prevista supera los siete millones. "Nosotros aportamos un tercio. La Comunidad también tiene una línea de ayudas y el resto lo ponen los comerciantes, aunque son libres de buscarse un socio financiero, como en este caso".

Niño admite que los mercados municipales no se han adaptado bien a los nuevos tiempos. "Había 48, ahora 46, y quizá son demasiados. Hay que amoldarlos a su cifra de negocio, modernizarlos y tomar iniciativas para aumentar sus clientes. A los mercados hay que salvarlos como sea, porque si no, se nos morirían", señala.

Una de estas iniciativas, en Embajadores, ha consistido en construir un centro de salud en el mercado. Otra fórmula es la de Chamberí, que alojará un gimnasio con piscina en su piso superior. No todos, sin embargo, sobreviven: el Ayuntamiento vendió el de Torrijos por 45 millones a una inmobiliaria para que hiciera pisos y un centro comercial.

Los vecinos de Chueca se muestran divididos ante los cambios en su mercado. "La verdad es que es feo, viejo y triste", admiten Carlos y Juan, una pareja de unos 35 años que prepara su boda y vive cerca. "Pero yo voy siempre que puedo. Me gusta ir al mercado y no me parece bien que pongan un supermercado. Yo lo haría de nuevo, de diseño y con algún servicio para el barrio", se explaya Juan.

En opinión de Carmen Torres, vecina de 55 años, al "barrio le irá muy bien un supermercado". "Ahora no hay ninguno bueno y, si lo hacen bien, podrás ir al súper y al mercado a la vez. Será muy útil", augura.

Tras echar el cierre, los comerciantes afrontan nuevos retos. Para algunos, como los hermanos Gómez, el futuro está fuera del mercado. "Hemos alquilado un local en la calle de Regueros. Aquí, estando en la segunda planta, no nos podíamos quedar, porque hacemos mucho reparto".

Otros se jubilan, como Ovidio Lema, 40 años de carnicero a cuestas. "Cobraré lo poco que me dan y cierro; a mis 65 años y estando aquí desde que me licenciaron en la mili, ya no me veo abriendo un negocio en otra parte", explica. Lema se muestra crítico con las indemnizaciones recibidas. "Lo han hecho mal, porque a cada uno nos han pagado según los años que nos quedaban hasta la jubilación. Pero claro, como yo tengo 65 años, pues me ha tocado poco, muy poco", se queja.

Y en un tercer grupo, como Lucio López, están quienes se inclinan por un exilio temporal. "Yo alquilaré un puesto en el mercado de Barceló mientras duren las obras. Y luego me vuelvo, porque el Supercor va a ser muy bueno. Va a venir mucha más gente, que buena falta hace", dice Lucio mientras filetea unas pechugas de un robusto pollo de corral.

Mercado municipal de San Antón, en la calle de Augusto Figueroa.
Mercado municipal de San Antón, en la calle de Augusto Figueroa.CLAUDIO ÁLVAREZ

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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