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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Arrebato

Los Capuçon son hermanos y juntos o por separado están de moda en la música de hoy. Actúan sin parar, graban discos y son tan mediáticos que están en la nómina de eso que se llama artistas del siglo XXI. En este recital madrileño se les ha unido un clásico de la viola, uno de los mejores, Gérard Caussé, con lo que los dos jovenzuelos de Chambéry ampliaban los lazos familiares al tolosano maduro.

Quien haya escuchado a los Capuçon sabe de sus virtudes más aparentes, de su energía, de su sentido cantable, de su gusto por el color. Hay como una vibración permanente en el violín de Renaud -tan recto- mientras cada frase de Gautier al violonchelo -como entró en la obra de Dohnányi- es como un latido a veces formidable que llama la atención en tan menudo instrumentista. Si a ello le unimos la elegancia ya legendaria del fraseo de Caussé, el resultado es magnífico, como ocurrió el miércoles en el Auditorio.

Liceo de Cámara

Renaud Capuçon, violín. Gérard Caussé, viola. Gautier Capuçon, violonchelo. Obras de Kurtág, Dohnányi y Mozart. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de abril.

Tras la un poquito fuera de lugar Jelek para viola sola de György Kurtág vendría una lectura delicada y comprensiva -como subrayando su cierta gracia, su cierto talento, su cierta elegancia- de la Serenata, op. 10 de Dohnányi, con momentos tan deslumbrantes como el inicio de la Romanza. El Divertimento K563, de Mozart, cerraría la sesión, con su amplitud, su concentración, con ese guiño genial del trío del segundo de sus minuetos, con la grandeza amable del final. El grupo francés -a pesar de un accidente en la viola de Caussé que obligó a interrumpir el Allegro inicial- cantó, respiró, suspiró y dio saltos de alegría sin moverse del sitio. Su dominio les hace situarse, a veces, en el límite de una cierta afectación que, como nace del puro entusiasmo, no molesta. Se gustan, se miran y se remiran y llegan a olvidarse un poco de que cada momento de arrobo tiene que ver con el concepto general, con la obra completa. Son jóvenes -los hermanos- y se arrebatan. Es lo suyo.

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