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CIENCIA FICCIÓN
Columna
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Las distancias de los lejanos planetas

EN EL SIGLO XXIII, la humanidad ha hecho jaque en su inexorable partida contra la muerte, alcanzando una longevidad superior a los 600 años. A cambio, se ha visto obligada a renunciar a sus recuerdos: su precaria memoria sólo abarca el lapso de una antigua vida normal (esto es, unos cien años). En este inquietante futuro, el descubrimiento de un extraño monolito de hielo en uno de los polos del distante planeta Plutón, cuyo origen desafía cualquier conjetura, acentuará las dudas sobre la historia e identidad humanas. Argumento correspondiente a la interesante novela Icehenge (1984), del escritor norteamericano Kim Stanley Robinson.

La planetología del sistema solar parece vivir una segunda juventud tras el reciente lanzamiento de la sonda espacial New Horizons (19 de enero de 2006) rumbo al planeta Plutón. Se trata del primer artefacto de manufactura humana que visitará uno de los mundos menos conocidos del sistema solar.

Sin embargo, si ansían ver imágenes del presunto monolito polar de Plutón, deberán esperar a julio del año 2015, fecha prevista para el encuentro de la sonda con el citado planeta y su luna Caronte...

Paralelamente a este lanzamiento, la prensa se ha visto sacudida por varias noticias de índole planetaria que han puesto a Plutón en el ojo del huracán.

El 26 de enero, varios medios de comunicación se hacían eco del descubrimiento de un (otro más) planeta cuya principal peculiaridad reside en su aparente parecido con nuestro pequeño mundo azul (por lo menos, en cuanto a tamaño).

Publicaciones como El Mundo, Las Noticias y La Flecha (subtitulado "tu diario de ciencia y tecnología") sostenían que "un equipo formado por 73 astrónomos de 12 países ha descubierto un planeta similar a la Tierra a unos 20.000 millones de años luz, cerca del centro de la Vía Láctea".

Como guinda al descubrimiento de este cuerpo celeste, inicialmente bautizado como OGLE-2005-BLG-390Lb, Rafa Marí apuntaba en Las Noticias: "Lo más fantástico de la noticia es la distancia: para llegar a Ogle habría que viajar durante 20.000 millones de años a la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo). Pilla un poco lejos".

Efectivamente: tan lejos que esa distancia excede al tamaño del universo conocido (una esfera de unos 14.000 millones de años luz de radio).

Para los amantes de las cifras, el centro galáctico se halla a una distancia mucho más modesta, aproximadamente a unos 20.000 años luz. Y es que seis ceros de más suelen importar...

En otro orden de cosas, la prestigiosa revista Nature se hace eco de nuevas estimaciones de tamaño de otro cuerpo celeste, apodado 2003 UB313, cuya órbita lo situa más allá de Neptuno.

El artículo, firmado por F. Bertoldi y su equipo de colaboradores de la Universidad de Bonn, establece un diámetro de cerca de 3.100 kilómetros para tal objeto. Tamaño, dicho sea de paso, parecido al de nuestra Luna y ostensiblemente mayor que el de objetos de reciente celebridad, como Sedna (1.700 kilómetros).

De hecho, el tamaño de 2003 UB313 excede al del propio Plutón (2.302 kilómetros), aspecto que ha suscitado cierta polémica sobre su naturaleza. Atendiendo exclusivamente a su tamaño, el nuevo cuerpo celeste bien merece el calificativo de planeta.

Aunque se han alzado ya algunas voces contrarias a tal acción, partidarias en cambio de eliminar Plutón de la lista de planetas del sistema solar.

Las editoriales se frotan ya las manos, mientras la NASA se tira de los pelos: anunciada la New Horizons a bombo y platillo como la misión al último planeta del sistema solar, queda por ver si, allá por 2015, Plutón seguirá siendo todavía el último o, incluso, si podrá seguir llamándose planeta...

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