Un campo de estrellas abraza a Folon
Como las aves y los señores con sombrero voladores que pintaba, Jean Michel Folon ha volado. Acuarelista, grabador, escultor, cartelista, en suma, este gran humanista belga ha sido uno de los artistas más significativos de la segunda mitad del siglo veinte.
No era muy conocido en España, salvo por una muestra antológica en La Pedrera en Barcelona, pero casi todos hemos visto obras y carteles suyos para Unicef, Amnistía Internacional o en las películas de Woody Allen, famoso fue el de La rosa púrpura del Cairo. Le conocí con motivo de un acto de inauguración de un monumento a Unicef en el Parlamento Europeo. Iniciamos una amistad que se concretizó en el apoyo a causas humanitarias -el apoyo a los niños fue uno de los compromisos constantes en su vida- y políticas -Europa o la bella campaña "la libertad no tiene casa"-. Tuvimos, mi esposa, Sofía Gandarias, y yo, la fortuna de tenerle a menudo en nuestra casa de Bruselas con su hijo, al que cuidaba con cariño.
Folon nos deja un museo en Bruselas, su ciudad natal, en las caballerizas del Domaine de la Hulpe (www.folon-art.com) que es un maravilloso relato de su vida y de sus sueños. Es uno de los raros museos que se puede visitar con un niño sin que se aburra.
En una de sus salas me mostró un barco hecho con un instrumento agrícola que había encontrado en uno de sus viajes a la España de los cincuenta. Le expliqué que era la parte inferior de un trillo con sus piedras afiladas. Éste, como muchos otros objetos cotidianos, se transformaba en sus manos en poesía concretada en personas, animales u objetos.
Para entender a Folon hay que visitar su Fundación, donde ese campo de estrellas nos abrazará a todos. Ne me quites pas! como diría Jacques Brel.
Enrique Barón Crespo es eurodiputado.