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Reportaje:SIGNOS

La voz en la sombra

El gaditano Manuel Francisco Reina debuta como novelista con 'La coartada de Antínoo'

En las Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar el emperador romano recordaba su peripecia vital en una larga epístola a su sucesor, Marco Aurelio. A partir de ese relato, el escritor Manuel Francisco Reina (Cádiz, 1974) ha querido con su primera novela trasladar el discurso a los labios de Antínoo, el joven efebo amado por Adriano. El resultado es La coartada de Antínoo, publicada recientemente por el sello editorial El Tercer Nombre.

Afincado en Madrid desde hace nueve años, Reina ha dado a la imprenta varios poemarios, algunas obras de teatro y una celebrada antología, Mujeres de carne y verso, sobre poesía femenina contemporánea. Para estrenarse como novelista anduvo mucho tiempo meditando la trama: "La coartada de Antínoo nace a raíz de la obsesión por ese personaje. Pasé al menos seis o siete años dándole vueltas a la historia, hasta que empecé a indagar en el tema", recuerda.

"Uno de mis temores era que el argumento lleva inevitablemente a la comparación con la Yourcenar. Después de mucho pensarlo, fue el desaparecido Terenci Moix quien me animó a empezarla, cuando me hizo notar que las Memorias de Adriano dedican apenas 14 páginas a Antinoo, y sin embargo la novela ha quedado como la historia de amor entre éste y el emperador", asegura el escritor.

Corruptelas e intrigas

La coartada de Antínoo fue presentada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. En dicho acto, la escritora Lourdes Ortiz presentó la obra como un ejercicio que "ha devuelto la dignidad a la memoria histórica y le ha dado voz a los sin voz". Reina baraja pasiones, corruptelas e intrigas políticas para dar cuerpo a su relato. "Para Adriano, Antínoo es uno de los capítulos finales de su vida. Pero para el efebo, Adriano es toda su vida. Quise, en efecto, dar voz a un personaje que nunca la había tenido", comenta el autor.

Además de la referencia básica a la Yourcenar, existe también una versión poética del portugués Fernando Pessoa en torno a la historia del emperador y Antínoo. Dos antecedentes que para el autor son "maravillosos y prestigiosísimos", lo que no le impide tomar cierta distancia. "Me he encontrado a gente que ha sacralizado a Marguerite Yourcenar hasta el punto de darse cuenta de que un escritor, por muy grande que sea, también puede cometer errores, y desde luego hacer su apuesta, armar el artefacto literario a su manera. Dicho sea sin dejar de subrayar que la francesa es para mí una adelantada de su época, uno de los pivotes fundamentales de la novela histórica junto a Robert Graves y Manuel Mújica Láinez", señala.

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Mientras La coartada de Antínoo ha funcionado muy bien en la última Feria del Libro de Madrid y ya se dispone a lanzar su segunda edición "sin grandes alharacas de marketing" según su autor, el debate acerca de la salud de la novela histórica en España sigue abierto. Y Reina no lo rehúye: "Estoy con San Agustín en aquello de que todo vale hasta el pecado. Pero el problema es que hemos llegado a un cajón de sastre en que cualquier pastiche puede servir como novela histórica. Hay muy pocos escritores cuyas obras tengan, además de un cimentaje histórico, un lenguaje... En España están Juan Eslava Galán, el propio Terenci Moix, Fernando Quiñones y su maravillosa La canción del pirata, Lourdes Ortiz...", enumera el escritor.

El autor aprovecha también la ocasión para ironizar sobre las reivindicaciones del Foro de la Familia y otros sectores conservadores de la sociedad española, para quienes los amores de Adriano y Antínoo serían quizá motivo de escándalo. "Supongo que no leerán la novela, y es una pena porque resultaría bastante ilustrativa para ellos. A lo mejor se enterarían de que su fórmula familiar ha evolucionado mucho a lo largo de la historia. El matrimonio, tal y como ellos lo entienden, es un concepto judeo-cristiano que moralmente ha sido muy manipulado. Se sorprenderían si supieran que hubo un tiempo en que todas estas cuestiones, tan de actualidad hoy, ni siquiera se planteaban. La sexualidad se ejercía desde la libertad", dice Reina. "El batallón sagrado de Tebas, por ejemplo, estaba formado por parejas de amantes, y eso los hacía implacables. No luchaban por la patria, sino por quien tenían al lado", apunta el autor.

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