_
_
_
_
_

Siglos de separación

El acuerdo para que la adoración a la Virgen María deje de ser un obstáculo entre católicos y protestantes no resuelve las diferencias que separan a las dos confesiones desde el siglo XVI, pero constituye un paso importante hacia la unidad.

"El documento sobre María es un símbolo del compromiso de la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica para continuar el diálogo en beneficio de la unidad cristiana", declaró ayer el portavoz de los anglicanos en Londres, el canon James Rosenthal. Los anglicanos (77 millones de fieles), están tradicionalmente más cerca del catolicismo (1.100 millones de fieles) que otros grupos cristianos que rompieron con Roma con la Reforma del siglo XVI.

Pero es la figura del Papa y su autoridad infalible en materia de dogma lo que más separa a católicos y protestantes. A pesar de ello, el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, hizo un significativo gesto al asistir a los funerales por Juan Pablo II: era la primera vez que el líder de la Comunidad Anglicana asistía a los funerales de un Papa, y llevó consigo al príncipe de Gales, llamado a convertirse en defensor de la fe anglicana.

El acuerdo de Seattle especifica que la práctica de pedir la intercesión de la Virgen María y de los santos no es motivo de división para las dos Iglesias, aunque se abstiene de respaldar "las revelaciones privadas" de la Virgen, como las apariciones en Fátima o el Lourdes. Sin embargo, considera que las expresiones de esa devoción no menoscaban el papel de Cristo en la Iglesia, siempre y cuando esa devoción no sea obligatoria: "Las muchedumbres que se reúnen en algunos lugares donde se cree que María ha aparecido sugieren que esas apariciones son una parte importante de esa devoción y proporcionan ayuda espiritual".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_