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Un arzobispo estadounidense conservador, nuevo guardián de la fe

El Papa designó ayer a Joseph William Levada, arzobispo de San Francisco, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antigua Inquisición. Joseph Ratzinger, que ocupó ese puesto durante 23 años antes de ser elegido pontífice, deja el ex Santo Oficio en manos de un conservador moderado, colaborador y viejo amigo suyo, en un voto de confianza a la Iglesia estadounidense que lucha por superar los escándalos sexuales que le azotan desde 2002.

Levada, de 68 años, se convierte en el estadounidense de mayor rango en el Vaticano y en líder de la ortodoxia. Nació en Long Beach en 1936 y estudió en el seminario de Los Ángeles antes de trasladarse a Roma en 1958, donde se licenció y doctoró en teología por la Pontificia Universidad Gregoriana. Sirvió en la Congregación que ahora preside, entre 1976 y 1982. Abandonó el ex Santo Oficio poco después de que Ratzinger fuera nombrado prefecto en 1981. Levada es uno de los redactores del Catecismo a comienzos de los años 1990 y uno de los principales artífices del papado de Juan Pablo II.

En 2000 volvió al ex Santo Oficio. En 1986 fue nombrado arzobispo de Porland y nueve años más tarde de San Francisco, dos de las ciudades más liberales en EE UU. Su archidiócesis es conocida mundialmente como la capital gay. Pero él es uno de los hombres más conservadores de la Iglesia estadounidense. Su política está llena de contrastes. Es conocida su dura oposición al matrimonio entre homosexuales, lo que le enfrentó hace poco más de un año con las autoridades de San Francisco. Apoyó además la propuesta de Bush de introducir una enmienda a la Constitución que definiera el matrimonio como la unión entre hombre y mujer.

Pero nunca se negó a que se prestara asistencia social pública a las parejas homosexuales necesitadas. Además, se desmarcó del grupo de obispos que se negaron a dar la comunión a políticos católicos que apoyaban el derecho al aborto. Levada está en el comité de doctrina de la Conferencia Episcopal de EE UU. También encabezó la institución eclesiástica que promueve el diálogo entre católicos y anglicanos en EE UU. El de prefecto del ex Santo Oficio de la Inquisición es un cargo que tradicionalmente recae sobre un cardenal, por lo que Levada podría ser elevado a ese rango cuando Benedicto XVI nombre a los nuevos príncipes de la Iglesia.

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