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Tribuna:TRIBUNA SANITARIA
Tribuna
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Microbiólogos, ¿a qué precio?

La calidad de nuestro sistema sanitario es homologable, y en muchos aspectos superior, al de los países de nuestro entorno por la excelente formación de los profesionales que lo integran. Aun así, y a pesar de las reiteradas promesas en sentido contrario de los diferentes gobiernos, se pretende conceder títulos de especialista médico a profesionales que no han seguido los periodos de formación reglamentarios y que no tienen los conocimientos necesarios para poseerlos. Ahora le llega el turno a la especialidad de Microbiología y Parasitología, regulado recientemente en virtud del Real Decreto 1163/2002 de 8 de noviembre, y de la Orden Pre/274/2004, de 5 de febrero.

La formación de especialistas en esta disciplina en España se realiza mediante el acceso de médicos, farmacéuticos, biólogos y químicos a un programa que se realiza en los hospitales del territorio nacional durante cuatro años, una vez aprobada una oposición nacional (exámenes MIR, FIR, BIR, QIR). Dicha formación se basa en un programa establecido por el Ministerio de Sanidad y Consumo y el Ministerio de Educación y Ciencia constituido por una parte docente, otra asistencial (y en consecuencia práctica) y otra investigadora. En ella se instruye en disciplinas teóricas y formación práctica a los futuros especialistas para la adquisición de conocimientos sobre etiología, patogenia, epidemiología, tratamiento y diagnóstico directo e indirecto de las enfermedades microbianas y parasitarias que afectan al hombre.

La microbiología clínica no es sólo una rama diferenciada de la microbiología, sino una actitud profesional definida

Asimismo se aplican estos conocimientos adquiridos al control de las enfermedades transmisibles, tanto en el ambiente hospitalario como en el extrahospitalario, y a la obtención del conocimiento básico de la organización y gestión de los servicios de microbiología clínica, para coordinar éstos, promover su reforma y reorientación y adecuar sus actividades a las necesidades, recursos disponibles y demanda de la comunidad.

En el campo de la microbiología la orientación de la disciplina es un elemento esencial. Existe una ciencia básica y diversas orientaciones de la misma: médica o clínica, industrial, de los alimentos, etcétera. A partir de esa elección, cada facultativo recibió una formación universitaria en microbiología radicalmente distinta de unos casos a otros. Y así, los biólogos, que tienen una excelente formación en microbiología fundamental, se han orientado a la ciencia básica; los químicos y bioquímicos carecen en absoluto de formación microbiológica previa, porque esta disciplina no se cursa en sus respectivas licenciaturas; y en el caso de la medicina, los profesionales estuvieron inmersos, desde el principio hasta el final de los estudios, en los problemas de la enfermedad y la salud humana. La microbiología clínica no es sólo una rama concreta y diferenciada de la microbiología, sino una actitud profesional perfectamente definida.

La colaboración entre los profesionales que abordan la microbiología desde diferentes ópticas puede ser muy enriquecedora, y sin duda necesaria, en los servicios de microbiología del más alto nivel asistencial en los que también se desarrolla una importante actividad investigadora. Los puestos de trabajo que deberían ocupar estos profesionales, no médicos, tendrían que ser definidos por la Administración y requieren un amplio conocimiento en técnicas instrumentales y biotecnología. Esto no supone, en modo alguno, que estos profesionales deban tener un título de especialista equivalente al especialista médico.

La posesión del título de especialista, obtenido tras los años de formación correspondiente, es un requisito necesario para el acceso a plazas del sector público que implican la denominación exacta o equivalente correspondiente. La extensión del título de especialista a profesionales no médicos (biólogos, bioquímicos o químicos) supone, en la práctica, que los diferentes profesionales son intercambiables entre sí, son el mismo tipo de profesional con las mismas competencias y orientaciones, lo cual es falso y puede conducir a graves disfunciones en los servicios dedicados a la atención del enfermo.

Para entender por qué se llega a esta situación incomprensible es necesario recordar algunos hechos de la historia reciente. Desde la convocatoria de 1989 del sistema de formación MIR, la Administración, al parecer por motivos jurídicos y con la oposición de todas las Comisiones Nacionales de las especialidades consultadas, introdujo las figuras de los BIR y QIR ofertando plazas a biólogos y químicos. Con la aplicación del mencionado RD 1163/2002, de 8 de noviembre, se pretende conceder ahora el título de especialista a los profesionales que, desde entonces, han completado su periodo de formación.

Pero esto, aun siendo grave, podría entenderse para justificar errores previos y dar una salida a estos profesionales que han seguido un programa reglado de cuatro años de formación en centros acreditados. La perversidad de la normativa legal que regula estos títulos de especialista está contenida en la Orden Pre/274/2004. Citaré, como ejemplo, una de las más llamativas en la que los químicos, biólogos o bioquímicos que estén colegiados para el ejercicio profesional en sus correspondientes colegios oficiales pueden solicitar, mediante certificación oficial, expedida por los mismos, el título de especialista.

Consolidada, una vez más, la chapuza nacional vía legislativa, ahora todo queda en manos de las Comisiones Nacionales nombradas por el Subsecretario de Sanidad y Consumo para estudiar y fallar los expedientes presentados. El pasado día 13 de enero se reunieron por primera vez estas comisiones, y sólo cabe esperar, para evitar lo que parece irremediable, que hagan una profunda reflexión sobre el tema, estudien con rigor los expedientes y sólo concedan el título de especialista a aquellos profesionales que acrediten conocimientos suficientes para tenerlos. Nuestro maltrecho Sistema Nacional de Salud y sus usuarios les agradecerán su rigor y su esfuerzo.

Vicente Ausina Ruiz, catedrático de Microbiología y Parasitología de la Universidad Autónoma de Barcelona y presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica.

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