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Maestras y enaguas

Juanita Franco y Prudencia Fernández fueron homenajeadas ayer, en Cáceres, con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Ambas ejercieron hace muchos años como maestras, y ambas saben de penurias y sinsabores. Pero no tantos como pasaron sus compañeras de la década de los veinte. En ese acto, celebrado en el Ayuntamiento de Cáceres, se hizo público el contrato que las maestras firmaban en 1923. Sin desperdicio. No podían casarse, ni andar en compañía de hombres, las obligaba a estar en casa a las ocho de la tarde, no podían "pasear por las heladerías del centro", ni abandonar la ciudad. Por supuesto, nada de fumar cigarrillos porque el contrato "quedaba automáticamente anulado". No podían "viajar en coche o en automóvil con ningún hombre, excepto su hermano o padre". De vestir "ropas de colores brillantes", nada de nada. Menos "teñirse el pelo" y "llevar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos". ¡Ah!, y para castrar miradas malévolas debían usar no una sino "al menos dos enaguas".-

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