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Columna
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Y doce

Vicente Molina Foix

Esta columna gira sobre el doce. La leerán ustedes en el último día del mes 12 del año 2004, tal vez al mediodía, y cuando nos preparamos todos a seguir las doce campanadas de la Puerta del Sol mientras comemos las uvas de la suerte, el único rito que jamás he dejado de cumplir religiosamente desde que perdí la fe cristiana en mi adolescencia. Lo cumplo incluso estando en países remotos, prefiriendo por ello, como pueden imaginar, la teoría romántica de que nuestra costumbre tiene un antiquísimo origen judío y no es debida, según sostienen otros, al materialismo: el gran excedente de uva habido en nuestro país en 1909, que llevó a los viticultores a darla regalada a la población.Acepten como felicitación para el año a punto de empezar mis propias doce uvas o peladillas, en este caso no comestibles, aunque espero que digeribles. Seis son de mala uva.

1. El Ayuntamiento que preside Ruiz-Gallardón, después de crucificarnos a campañas anti-ruidos y anti-putas, después de eliminar los antiguos y útiles indicadores horarios callejeros, sustituyéndolos por unos relojitos camuflados en las marquesinas de los autobuses, nos hace pagar la factura de todo ello. Las subidas en el transporte público serán de una media del 6%, llegando en alguna franja a un aumento del 13%.

2. A la vez que me encargo un traje para estrenar en las bodas gays que anuncian cuatro amigos varones, estoy oyendo, dentro de los armarios de muchas sacristías parroquiales, el rasgado de las vestiduras.

3. Otros amigos, solteros éstos y sin compromiso de ningún sexo, están por fundar una asociación no-lucrativa para impedir que Madrid sea ciudad olímpica en ese venidero año acabado en doce. No son anti-patriotas ni enemigos del deporte; sólo quieren vivir en paz, dentro de lo posible en una conurbación ya tan turbadora como la nuestra. Me informan de que un grupo similar está funcionando muy bien en Londres, aspirante también a la designación.

4. Suspense deportivo: ¿podré seguir yendo a la piscina de mi barrio, o subirán los precios, como el pasado enero, un 30 %?

5. Suspense parapolicial: ¿Seguirán los guardias de seguridad de los grandes almacenes madrileños dando palizas a los clientes que les caen mal?

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6. Pregunta del millón: ¿se volverán a celebrar todos los fastos cervantinos en el 2015, cuando se cumpla el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote, mejor aún que la primera?

7. El 2005 es una cifra bonita, no tanto como el 2001 pero mucho más que el 2046, bodrio de Wong Kar Wai que hace delirar a muchos y a mí me trae a la memoria la maravilla de su anterior Deseando amar. ¿Cualquier tiempo futuro fue peor?

8. El 2004 será un año recordado por la desdicha. Ese funesto día de marzo en las estaciones. Hagámoslo entre todos memorable también por nuestro recuerdo nunca apagado hacia las víctimas y sus allegados, y por una determinación a luchar contra todos los terrorismos, no sólo los de las montañas nevadas que ve en sus fantasías José María Aznar.

9. Buen propósito del año nuevo: ver a Blanca Portillo haciendo maravillosamente de madre e hijo en La hija del aire (Teatro Español).

10. Recuerdo con melancolía una frase de antes: "La religión es el opio del pueblo". Ahora, ciertas religiones son el odio de algunos pueblos.

11. La lotería nunca nos toca. Por eso la deseamos tanto.

12. No sólo el alcalde se va a poner poético en sus christmas. Para el mío, con el que me despido de ustedes hasta el año que viene, utilizo unos versos de Jordi Doce, admirable poeta joven, más allá de lo adecuado que su apellido resulta en este contexto.

Proceden del poema Aniversario incluido en su pequeño libro Fuego, y dicen así: "Sumar un año más no es sumar un anillo, / no es cruzar un umbral ni una horca caudina. / Caminas bajo el mismo cielo, las mismas alas, / mientras la tierra ofrece su raro laberinto / tus huesos ya celebran el sol que más calienta".

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