Mayorga toma un hecho histórico para tratar de la verdad y falsedad

Juan Mayorga, una de las voces más sólidas de la nueva dramaturgia española, estrena mañana en el teatro María Guerrero de Madrid, sede del Centro Dramático Nacional, Himmelweg (Camino del cielo), dirigida por Antoni Simón. La obra, inspirada en un hecho histórico (la visita de un miembro de la Cruz Roja a un campo de concentración), habla de la sociedad actual y de lo falso de la verdad "sepultada bajo eufemismos".

Himmelweg significa en alemán Camino del cielo, término que se empleaba en los campos de concentración nazis para denominar a la rampa que conducía a la cámara de gas. "A primera vista es teatro histórico, pero hablo de la sociedad actual, donde la oferta siempre es la misma, donde nos dicen ésta es la verdad y vamos y nos la creemos", dice Mayorga de su texto, para el que el CDN buscó a un director joven con gran experiencia. Lo encontraron en Antoni Simón, muy conocido y prestigiado en Cataluña, donde ha trabajado para los teatros más importantes y le han premiado en varias ocasiones.

Tanto Mayorga como Simón, que nunca habían trabajado juntos, no paran de piropearse. "Simón ha levantado un espectáculo excepcional; ha logrado, sin ahogar el texto y sin que el fondo moral desaparezca, un trabajo del que los sentidos, y no sólo la inteligencia, puede disfrutar", dice el autor, mientras el director añade: "La obra tiene las tres premisas necesarias para que una obra me enganche y me fascine: que sensualmente me perturbe, que me haga pensar y que me emocione".

El montaje cuenta con un reparto de quince intérpretes, entre los que destacan José Pedro Carrión, Alberto Jiménez y Pere Ponce, triángulo actoral sobre el que reposa el montaje, en el que también participan el iluminador Albert Faura, el escenógrafo Jon Berrondo, el vestuarista Alejandro Andújar y el músico Luis Delgado.

Carrión es el judío inteligente que trata de sobrevivir como alcalde de la cárcel soportando un peso enorme. Pere Ponce es un nazi culto y refinado y Jiménez es un delegado de la Cruz Roja, que termina haciendo un informe favorable sobre el campo de concentración que va a visitar. Un personaje que existió en la realidad, por el que Mayorga se interesó especialmente: "Es una buena persona que prefiere creer en el gran decorado que le preparan, un hombre que estaba en el centro de una gran mentira".

Simón y Berrondo tenían claro que el espacio escénico no iba a ser el mundo obvio de los campos de concentración: "Todo está en un espacio casi onírico, como si nos moviéramos en el mundo del inconsciente, es casi una barraca de feria donde asistimos a un espectáculo de muerte", señala el director; "el peligro era caer en los tópicos, pero hemos llegado a una escenografía que es una gran mentira, está jugada así y hace más cruel la situación".

Carrión, que ayer se preguntaba cómo era posible que esta civilización no quiera ver que el holocausto aún existe, dijo: "En la obra hay un camino de esperanza, una conciencia activa que posibilita que se pueda cambiar el mundo y que ello esté en nuestras manos", a lo que Mayorga apostilla: "No creo que entre las misiones del teatro esté extender la desesperación; además, no hace falta, hasta los niños saben que este mundo es horrible, y ello se recoge en Himmelweg, pero en la obra hay una puerta hacia la felicidad y hacia la esperanza".

La nueva etapa del CDN se inauguró el pasado domingo con una única función de Lágrimas de cera, una coproducción que clausuró en Getafe el IX Festival Internacional Madrid Sur. Pero se puede decir que con Himmelweg se abre de una manera rotunda la programación creada por el nuevo equipo que capitanea Gerardo Vera, quien ayer dejó claro que el CDN va a hacer una apuesta decidida por el autor español contemporáneo. El primero será Juan Mayorga, hacia quien se están volviendo todas las miradas que buscan nuevas voces en el teatro español.