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Reportaje:

El Este se rebela contra Schröder

Los alemanes orientales protestan contra los recortes sociales del Gobierno

Reinhard Sauter, de 50 años, es electricista y desde hace cuatro años está en paro. "A nosotros nos han engañado de cabo a rabo", se lamentaba el pasado lunes en Leipzig. "Ya Helmut Kohl nos prometió paisajes florecientes, y después, ¿qué vino después? Ahora es Gerhard Schröder quien nos explica que es necesario recortar las prestaciones para generar más empleo. ¡Pero si eso es una soberana tontería! Vamos de mal en peor". Al igual que decenas de miles de alemanes del Este, Sauter tenía previsto volver a manifestarse hoy en contra de Hartz IV, la reforma del régimen de desempleo que entrará en vigor en 2005.

Las protestas van en aumento desde que un puñado de espontáneos las convocaron por vez primera hace un mes. La semana pasada, ya eran 85.000 personas las que se lanzaron a la calle. Esto, en la antigua República Democrática Alemana (RDA), porque en el Oeste apenas se contaron 6.000 manifestantes. "Hartz IV sólo es el desencadenante de las protestas", intentó explicar días después Matthias Platzeck, primer ministro de Brandeburgo, uno de los dos Estados federados de la ex RDA en los que habrá elecciones el próximo 19 de septiembre. "Aquí la gente se siente de segunda clase. En las manifestaciones estalla la frustración de 14 años de reunificación del país", afirmó el socialdemócrata, en una argumentación de la que se apropiaría también el canciller, Gerhard Schröder.

"Estalla la frustración de 14 años de reunificación", dice un líder socialdemócrata

Motivos para la insatisfacción hay a espuertas en la ex RDA, donde, pese a la sustancial mejora del bienestar en los primeros años de la reunificación y a los espectaculares avances en materia de infraestructura, la economía sigue en una profunda depresión. El PIB per cápita del Este de Alemania, desde hace años, se ha estancado en dos tercios del occidental. Con una media del 18% -que en algunas localidades llega al 50%-, los índices de paro duplican a los del resto del país. Los jóvenes y emprendedores acaban marchándose. La sangría demográfica -en 12 años, la ex RDA ha perdido 1,2 millones de personas, el 6,6% de su población- ya está impactando en los ingresos fiscales y lo hará en el sistema de pensiones.

Todo pese a que el Oeste -a costa de su desarrollo económico- siga transfiriendo al Este montañas de dinero: 90.000 millones de euros en 2003, un 4% del PIB occidental. "Tanto la situación como las perspectivas son dramáticas", concluyó en junio una comisión de expertos, que recomendó dejar de invertir masivamente en infraestructura y concentrar los recursos en unos pocos proyectos, como el fomento de núcleos empresariales.

"Claro que todo esto influye, pero afirmar que Hartz IV no tiene nada que ver en las protestas es un argumento interesado del Gobierno. El núcleo de los manifestantes sí teme que con la reforma se reducirán sus ingresos", matiza Dieter Rucht, investigador en el WZB, un centro de estudios sociales en Berlín. No se atreve a dar un pronóstico de cómo evolucionarán las manifestaciones. "Depende de si el Gobierno acaba accediendo a ulteriores retoques y de si los organizadores de las protestas logran mantener la unidad", dice. Esto último no es seguro: el abanico de iniciativas de desempleados, grupos antiglobalización y partidos de izquierda es amplio, y esta semana ya mostró sus primeras fisuras a propósito de si invitar o no a Oskar Lafontaine, el combativo ex ministro de Finanzas socialdemócrata, a que interviniera como orador en Leipzig.

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Para Rucht, el hecho de que las protestas sean mayores en la antigua RDA se explica por una tradición política distinta. "Los alemanes del Este, que crecieron en una sociedad socialista, son más dados a esperar que el Estado les resuelva sus problemas, y también cuentan con la experiencia de que manifestaciones populares sí pueden cambiar el rumbo de la historia", explica. Es la memoria histórica de otoño de 1989, cuando las protestas crecieron como la espuma y acabaron por arrasar el muro de Berlín y con él al régimen prusiano-estalinista que mandaba en la RDA. También entonces, las protestas se realizaron siempre los lunes.

Paradojas de la historia, la conmoción causada por Hartz IV ahora está fortaleciendo precisamente al Partido del Socialismo Democrático (PDS), heredero político de la RDA. En los sondeos para las próximas elecciones regionales, supera a los socialdemócratas de Schröder y se acerca incluso a los democristianos de Angela Merkel, que también quisieron Hartz IV.

"El PDS es el único partido al que la gente cree en su rechazo a las reformas", analiza Renate Köcher, del Instituto Allensbach. Pocos piensan que los ex comunistas pueden hacer mejor las cosas, pero muchos ven reflejada en ellos su propia desilusión con el capitalismo. Köcher cita un sondeo demoledor: "En la ex RDA, sólo un 18% de la población tiene una buena opinión del sistema económico alemán. El 57% desconfía de él".

Unas 20.000 personas se manifiestan contra los recortes sociales, en Leipzig (este de Alemania) el pasado lunes.
Unas 20.000 personas se manifiestan contra los recortes sociales, en Leipzig (este de Alemania) el pasado lunes.AP

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