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Reportaje:

El simposio sobre teología de la liberación exige más autocrítica a las religiones

"Aquí cada uno viene a hacer la apología de su religión porque supone que los demás no la conocen o no la aprecian. Echo en falta la autocrítica; la esencia del diálogo es empezar por cuestionarse uno mismo su propia posición". El dominico portugués Bento Domingues se refería así al simposio sobre Teología Intercultural e Interreligiosa de la Liberación, el más crítico, con creces, del IV Parlamento de las Religiones. El simposio hizo público poco después un manifiesto exigiendo a los líderes espirituales de todas las creencias un compromiso "con la liberación de las distintas opresiones por razones de género, etnia, religión y clase social", y alzaba la voz para lamentar "las perversiones en que desembocan con frecuencia las religiones: fanatismo, fundamentalismo, sexismo, intolerancia, alianzas con el poder, falta de democracia interna, ausencia de libertad y transgresión de los derechos humanos". Otras voces lamentaban que el parlamento interreligioso, que ha reunido en Barcelona a 7.700 personas de 75 países, parezca más "una feria de las religiones, con tanta apología de las religiones y tanto silencio".

El simposio, clausurado ayer fue un símbolo más de la impresionante mezcla de creencias que exhibe este Parlamento de las Religiones, con voces de la fe baha'i (Clarisa Nieva), del islam (Yafar González), del judaísmo (Mario Sabán), del budismo (Antonio Mínguez), del hinduismo (Ana Balani), de la Asociación Brahma Kumaris (Mirian Subirana), además de una doctora en indología dalit (Annette Meutrath), una profesora de filosofía del derecho (María José Fariñas, de la Universidad Carlos III de Madrid) y varios teólogos católicos.

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