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La revolución de los ciudadanos

El reencuentro con la soberbia de Aznar y el recurso a la ignominia de Camps ilustran de manera transparente la respuesta del PP al Congreso socialista que el fin de semana participaba de un espíritu de esperanza, autoexigencia y responsabilidad.

Las magnas asambleas de partidos de tradición democrática -y muy significativamente en el caso del partido socialista- nunca serán una mera referencia de la moderna mercadotecnia electoral al uso y aún en las circunstancias actuales, tras una victoria electoral, no se ha evitado el debate. El botafumeiro cabe dejarlo para aquellos que aún hoy se resisten a admitir la derrota y se lanzan por la pendiente histriónica de la crispación para tapar sus vergüenzas y de paso atascar el progreso de la sociedad valenciana.

Nunca un partido socialista puede estar satisfecho cuando las desigualdades y el sufrimiento están tan presentes entre nosotros. Ni aquí ni en un mundo que tampoco parece que vaya a morirse de éxito. Por tanto, el 36 congreso ha sido un justo reconocimiento al trabajo intenso y adecuado de Rodríguez Zapatero, pero lo más significativo, en mi opinión, ha sido la consolidación de la mirada humilde, la asunción de la temporalidad del poder, la máxima exigencia de compromiso.

Los socorridos análisis tras estos eventos reflejan la pluralidad y los supuestos resultados son interpretados como prólogo para particularizados futuros. En cualquier caso, lecturas legítimas aunque no necesariamente ajustadas a la realidad.

El PSPV ha ido al congreso a aportar, no a sacar. El PSPV ha ido a sumar no a dividir. El PSPV ha ido a comprometerse con la nueva etapa del cambio tranquilo y a corresponsabilizarse en un tiempo apasionante.

Las aportaciones valencianas han contado. Desde el apoyo a la reconstrucción de la memoria histórica como regreso a la dignidad, hasta el reforzamiento de la apuesta democrática en la defensa del municipalismo o el federalismo -más allá del debate nominal- como espacios de proximidad, decisión y fiscalización directa de los ciudadanos. También se han aprobado calendarios más avanzados para el 0,7% como justa y urgente reivindicación para la cooperación al desarrollo desde la aceptación de las posiciones valencianas.

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Más del 80% de las enmiendas presentadas por el PSPV han sido asumidas por el Congreso y en aspectos fundamentales para nosotros, como la política social, se han ensanchado fronteras aunque -por qué no decirlo- no tan lejos como pretendíamos.

Cuatro años después ya nada es lo que era. Del partido desorientado, herido y desolado nos hemos reencontrado con la vista situada en la ambición de los ciudadanos de una sociedad avanzada con más justicia, más igualdad, más libertad. La España social, la España plural, la España compartida donde no duela más diferencia que la desigualdad. Y esa España habitaba la calle.

La tarde del sábado la ciudad se vistió de libertad. El cambio no era un vacío argumento retórico y la alegría de reconocerse cada uno como es o como quiere ser, desbordaba los colores y las olas de las grandes avenidas capitalinas. Madrid volvía a respirar. Era la postal del nuevo tiempo fotografiada por los protagonistas, los ciudadanos libres de un país libre.

El PSPV ha aportado ideas y sentimiento. Sin aspavientos pero con el convencimiento de participar de un vuelo sosegado que se sustenta en valores renacidos y que orienta nuevas fronteras.

No siempre es fácil explicar lo obvio, ni reclamarse argamasa antes que disolvente pero el camino es largo y el liderazgo sólido y eficaz para el pueblo valenciano no se consigue en barricadas de conveniencia de estricta obediencia partidaria ni en los juegos florales que de tanto mentar la patria la deshonran día a día.

Comprometidos y corresponsables de la España compartida abrimos ahora nuevos debates para la modernidad de la sociedad valenciana con el único afán de sumar y sumar los justos anhelos de la ciudadanía.

El poder no es de nadie y es cada uno. Los protagonistas vuelven a ser los ciudadanos, que echaron al partido de la mentira y que pondrán siempre en su sitio a quien corresponda.

Joaquim Puig es vicepresidente de las Cortes Valencianas y secretario de Relaciones Institucionales del PSPV-PSOE.

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