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Reportaje:

La sala de espera de las preocupaciones

Al menos 300 solicitudes de asesoría se reciben en la Oficina de Atención a las Víctimas del 11-M

Para José Borja, el silencio en la sala de espera es inquietante. Intenta acomodarse en la silla de plástico, pero ninguna posición le resulta confortable. Tiene desviada una vértebra de la columna. Al otro lado, una mujer con el rostro surcado por cicatrices recientes, acompaña a su marido, que tiene una pierna enyesada. En una esquina, los ojos de Reynaldo expresan la angustia de veinte noches de pesadillas, donde los trenes de cercanías explotan. "Nadie habla, porque están preocupados con sus propios problemas", cuenta José, entre murmullos, para no romper con ese mutismo.

La sala de espera de la Oficina de Atención a las Víctimas del 11-M tiene 40 sillas para recibir a las víctimas. Abarrotada durante el martes y miércoles, sólo en los dos primeros días de funcionamiento se atendió a 206 personas y 216 llamaron al número de teléfono 010. De esta primera oleada, casi la totalidad eran inmigrantes en busca de solucionar su situación irregular en España. Pero el resto de la semana la concurrencia disminuyó. Al menos 300 personas acudieron hasta el viernes, en horario continuo, desde las nueve de la mañana hasta nueve de la noche.

"La mejor asistencia que podemos brindar, en vivienda y empleo, no está siendo aprovechada"

A diferencia de las primeras jornadas, no faltan los partes médicos, necesarios para acceder a las ayudas del Gobierno. José, el que no consigue acomodarse en la silla, es ecuatoriano y lleva dos años en España. Su consulta es una de las 103 que se han presentado a lo largo de la semana, referidas a la regularización extraordinaria. Sin embargo, también necesita la asistencia social y económica. Radiografía en mano, relata: "Trabajo talando árboles, con una motosierra que pesa 25 kilos. Primero quiero los papeles, pues sin ellos no puedo pedir la ayuda económica. También necesito encontrar un trabajo menos pesado".

Al salir de uno de los consultorios, está descontento con el servicio prestado. "Al final, necesito perder una pierna o un brazo para que me ayuden. Para inscribirme en la bolsa de empleo, para recibir la indemnización, necesito la regularización. ¿Y qué me dicen? Que vaya a la Comisaría de Extranjería. No me han solucionado nada".

En efecto, este centro de atención sólo orienta a las víctimas en los trámites que deben hacer, para que no pierdan tiempo en largos recorridos burocráticos. La información que ofrece se refiere a los temas de vivienda (cuando una casa o piso han sido dañados a causa de las explosiones); empleo (para aquellos como José, que necesitan buscar un trabajo menos pesado a causa de sus lesiones); regularización (orientación sobre la documentación requerida, como parte médico o certificado de parentela); psicológica (determina el grado de trastorno psicológico de la víctima, así como el centro de salud donde le corresponde ser atendido, de acuerdo al distrito de residencia); y por último, mediación intercultural (dispone de traductores de ruso, búlgaro, rumano, inglés, francés y árabe).

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"La mejor asistencia que podemos brindar, en vivienda y empleo, no está siendo aprovechada. Podemos conseguir trabajo para quien lo necesite, y gestionar la adecuación del piso de un minusválido. Muy pocas personas tienen interés en estos temas", asegura María Jesús Soler, coordinadora de la Oficina de Atención a las Víctimas del 11-M.

Ángeles es la mujer con las cicatrices recientes y una de las 98 solicitantes de indemnización. Es española y acompaña a su marido. Se abstiene de comentar su situación. "No me pregunte nada, señor periodista", dice. Expone ante una funcionaria sus inquietudes sobre las indemnizaciones. Y ésta le dice que remitirá la solicitud al Ministerio del Interior. "Llamé al número telefónico de Interior el 15 de marzo. Dijeron que se comunicarían conmigo para concertar una cita. Aquí sigo esperando", afirma Ángeles.

En la esquina, el ecuatoriano Reynaldo Bedolla espera asistencia psicológica. Como el suyo, sólo se han registrado 35 casos. Al salir del consultorio, manifiesta su impaciencia. "En Vallecas, donde vivo, el doctor del centro de salud dijo que me acercara a esta oficina. Aquí me han enviado de vuelta a Vallecas. Ya no puedo dormir y jamás me subiré a un tren, y en lugar de ayudarme, te envían de un lado para otro", asegura.

En esta oficina, el ritmo de trabajo ha cambiado a lo largo de toda la semana. "El lunes y martes, teníamos los pasillos llenos de inmigrantes sin certificado de asistencia sanitaria, intentando acogerse a la regularización extraordinaria; el jueves, indemnizaciones; y el viernes, el alcalde nos visitó y dio una rueda de prensa", cuenta una de las funcionarias, miembro del equipo de 19 personas que prestan servicio a las víctimas.

Y es que la llegada masiva de los solicitantes tras la apertura tomó por sorpresa a los trabajadores sociales, psicólogos, mediadores interculturales, personal del ayuntamiento y representantes vecinales. A partir de entonces, las consultas se organizaron con citas, en algunos casos, hasta tres días después de la primera visita o llamada. Pero las soluciones prácticas, aquellas que miles de afectados exigen, no se encuentran en la Oficina de Atención a las Víctimas del 11-M. "Sólo encontramos información y orientación. Pero, ¿dónde está la ayuda práctica?", agrega José.

Víctimas del 11-M, en la Oficina de Atención abierta en Madrid tras los atentados.
Víctimas del 11-M, en la Oficina de Atención abierta en Madrid tras los atentados.ULY MARTÍN

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