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Tribuna
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El fraude ideológico

El pasado 27 de diciembre, en un artículo titulado El timo liberal, Pedro Ugarte criticaba la uniformización ideológica del centro-derecha en España, porque ha supuesto meter en el mismo saco "el tradicionalismo, el integrismo o el fascismo puro y duro". Ugarte asegura que "la cacareada muerte de las ideologías" pasa por "la sensación" de que no existen diferencias entre "un conservador, un liberal o un demócratacristiano". La opinión de Ugarte, con la que estoy de acuerdo, pienso que merece un análisis más detallado.

En mi opinión personal, tras su refundación o nacimiento en 1989, el Partido Popular instaura un modelo de organización política novedoso en las democracias occidentales. El PP es una gran coalición de centro-derecha con forma de partido en el que, en nombre de la unidad, han quedado difuminadas las grandes ideologías o corrientes del pensamiento ubicadas dentro de los límites de lo democrático entre el centro y la derecha.

En Europa se extienden las grandes formaciones políticas que se reducen a plataformas electorales
En el PP han quedado difuminadas las grandes ideologías o corrientes del pensamiento

El modelo del PP ha creado escuela en Europa, hasta el extremo de ser una referencia en Francia e Italia. En 1977 y 1982, los electores del PP tenían tres grandes opciones que delimitaban el espacio que ahora ocupan los populares. Había un centro derecha representado por la exinta UCD; una derecha en transición a la democracia representada por Alianza Popular o Coalición Democrática; y una extrema derecha antidemocrática representada por Fuerza Nueva. La desaparición de UCD y FN, y la creación de una Coalición Popular articulada en torno a AP en 1982, dejó sin opción política de referencia a miles de ciudadanos, que optaron por la abstención o el préstamo de voto como mal menor. El modelo de la Coalición Popular mantenía en una sopa de letras las diferencias entre conservadores, democristianos y liberales pero el tiempo, los resultados electorales y la praxis política demostraron que esas diferencias ideológicas eran más personales que programáticas. Según la realidad y la ciencia política, el principal objetivo de los partidos es llegar al poder. Con ese objetivo nació el PP, después de que durante siete años las urnas y las ambiciones personales penalizasen el liderazgo de Manuel Fraga y su Coalición Popular, reducida en la práctica a AP más un limitado grupo de amigos. El PP nació, inspirándose en UCD, para aglutinar a todas las familias de centro-derecha. La opción que se impuso fue la de refundar AP con una ideología de consenso (la Democracia Cristiana), una opción tan chapucera como única en la que, afortunadamente, consiguieron imponerse los sectores más evolucionados de la formación conservadora, que decidieron mirar hacia el centro y el futuro olvidándose del pasado y la vieja derechona.

A mi entender, los promotores del PP cometieron dos errores: el primero, no identificar la defensa de la democracia y la Constitución con el antifranqusimo, y el segundo, anteponer las votos y las estrategias electorales sobre las ideas. El gran error de los populares ha sido mantener en sus filas a algunos elementos que, con la exhibición de determinados símbolos, con ciertas declaraciones o con la organización de actos conmemorativos del franquismo, han mostrado su simpatía o su adhesión inquebrantable al régimen anterior. Es totalmente impresentable que en las filas de un partido democrático y constitucionalista se permita la militancia a personas que deberían estar afiliadas a organizaciones de extrema derecha, ya que eso de "ser de derechas de toda la vida" no implica ser de una derecha democrática. Es absolutamente inaceptable que todavía haya dudas a la hora de condenar el franquismo o de cambiar el callejero de algunas localidades por un puñado de votos.

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Es el mismo problema que padece la izquierda en España a la hora de condenar la dictadura comunista cubana o cuando se identifica antifranquismo con democracia, ya que la democracia que defendían algunos antifranquistas, hoy reputados socialdemócratas, era la democracia de Cuba, China o el Este de Europa.

Otro gran error, extendido en Europa es la creación de grandes formaciones políticas que abarcan un amplio espectro ideológico pero que, en la práctica, se reducen a plataformas electorales en torno a un determinado líder o discurso. Es el caso de la UMP de Jacques Chirac o la Forza Italia de Silvio Berlusconi.

El gran problema es que se ha impuesto de tal manera en izquierda y en derecha la idea de que el poder es más importante que la ideología que ésta queda difuminada en programas de gobierno de los cuáles sólo se cumple una pequeña parte de los mismos. Los partidos son catch-all parties (partidos atrapatodo) que orientan sus discursos con terceras vías hacia todos los ciudadanos en general para conquistar a determinados sectores sociales o económicos y a esa línea centrista que posibilita la llegada al poder. Una vez conquistado el poder el objetivo es mantenerse como sea y ese como sea implica hacer políticas impropias de determinadas ideologías como, sucedió recientemente que la derecha subía los impuestos en Francia y la izquierda privatizaba en Portugal todo lo que podía.

Siguiendo el acertado artículo de Pedro Ugarte creo que no estamos ante un timo liberal, sino ante un fraude ideológico que afecta tanto a la derecha (PP) como a la izquierda (PSOE) y que convierte nuestra debil democracia en un casino para regocijo de quiénes menos creen en ella y más se aprovechan.

Gorka Angulo es periodista

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