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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Europa según Balibar

A través de dos libros, Étienne Balibar, uno de los discípulos más próximos de Althusser, nos ayuda a pensar sobre los evanescentes conceptos de Europa y de ciudadanía europea.

Josep Ramoneda

Un médiateur évanouissant (mediador evanescente, podríamos traducir), con esta expresión tomada de Fredric Jameson (the vanishing mediator), Étienne Balibar sintetiza su idea de Europa: una entidad abierta, lugar de traducción y de paso, capaz de esfumarse -de renunciar a la construcción de mitos identitarios fuertes y a la arrogancia de las potencias- en la misión de antipotencia mediadora en el mundo. Balibar desarrolla esta propuesta -una apelación a la acción colectiva- en L'Europe, l'Amérique, la guerre, un libro que acaba de aparecer en Francia. Antes, en 2001, había publicado sus trabajos sobre el concepto de ciudadanía europea, en Nosotros, ¿ciudadanos de Europa?, cuya traducción al español acaba de salir. Una ciudadanía imposible en la medida en que "no hay Estado alguno en Europa". Crear las condiciones de posibilidad para la ciudadanía europea significa, para Balibar, afrontar la cuestión de las fronteras -y por tanto de la inmigración-, la cuestión del modelo social europeo, la cuestión de la justicia, la cuestión de la lengua y asumir, sin restricciones, la historia reciente de Europa incluido el largo episodio comunista que a veces parece que no existió de tanto interés en borrarlo rápidamente de la historia.

NOSOTROS ¿CIUDADANOS DE EUROPA?

Étienne Balibar

Traduccción de Félix de la Fuente Pascual

Tecnos. Madrid, 2003

318 páginas. 22 euros

L'EUROPE, L'AMÉRIQUE, LA GUERRE

Étienne Balibar

La Découverte. París, 2003

192 páginas. 15,23 euros

Étienne Balibar es un discípulo del círculo más íntimo de Louis Althusser. La huella del maestro está presente en sus trabajos a través de las categorías más interesantes de la filosofía althusseriana, como "aparatos ideológicos de Estado", "procesos sin sujeto" o "causa ausente". Balibar militó en el partido comunista desde 1961 hasta 1981. Su voluntad de no desdeñar la cuestión comunista, clave en el proceso de unificación europea, no hay que confundirla con ninguna nostalgia o actitud de espera de la llegada de la redención en forma del comunismo que no pudo ser: "Como el comunismo histórico no ha encontrado en su seno las fuerzas que le hubieran permitido corregir sus perversiones, ni el marxismo los medios técnicos para explicar verdaderamente las causas de las mismas, la llamada a una verdad, a una utopía o a un ideal inmortal no puede tener otro contenido que el vacío del deseo mismo que traduce". Lo que Balibar se niega a aceptar es que el fin del comunismo signifique el fin de las ideologías, de la política y de la historia.

Del mismo modo que Althus

ser, como corresponde a un tiempo en que las leyes mediáticas de la economía de palabras y la urgencia de la intervención han contagiado al pensamiento, Balibar se expresa principalmente en textos breves: artículos, conferencias, opúsculos. Nosotros, ¿ciudadanos de Europa? recoge 12 ensayos escritos en los años noventa, que a modo de una aproximación en círculos concéntricos va cercando las condiciones de posibilidad de la ciudadanía europea. Una condición lastrada hoy por su carácter discriminador que lleva a Balibar a hablar de "apartheid europeo", en la medida en que "la ciudadanía europea se presenta como el mecanismo que incluye determinadas poblaciones históricas presentes en el espacio comunitario, rechazando a otras, la mayoría con una larga historia, que contribuyen también al desarrollo de la sociedad civil del nuevo organismo político".

"Son europeos los pueblos que han participado en la guerra del 14-18". La guerra y la apertura -americanos y senegaleses también participaron en la Primera Guerra Mundial- como conceptos básicos a la hora de articular su idea de Europa y de la ciudadanía europea. Lo que se traduce en una idea de democracia basada en la aceptación del conflicto que rechaza el consenso, que entiende como una forma de violencia política, porque -dice Balibar, citando a Hirschman- la democracia necesita de un régimen de conflicto regular a condición de que la conflictividad esté colectivamente dominada.

En una Europa entendida como punto sensible en el que se proyectan todos los problemas del mundo, punto de encuentro entre varios tipos de inmigraciones político-económicas, la cuestión de las fronteras es decisiva y la inmigración, la prueba de fuego de un concepto democrático de ciudadanía europea. Una ciudadanía imperfecta en la medida en que está y estará en refundación permanente. Las fronteras se mueven, no están en los confines sino en el mismo interior de Europa, atraviesan a menudo barrios y calles. Las fronteras son el símbolo de las políticas de seguridad, puestas bajo el signo discriminador de la "seguridad insegura", una estrategia del poder que garantiza la seguridad para unos y la excluye para otros, y mantiene vivo un sentimiento de pánico muy útil para ejercer el control social. Las políticas de extranjería impiden a la vez la individualización y la socialización de los extranjeros, por eso la democratización de las fronteras es crucial para Balibar. Sin que ello signifique una supresión de las fronteras, sino la formulación de un derecho universal de circulación y de residencia con criterios democráticos de reciprocidad.

Para que haya ciudadanía eu

ropea debe haber un demos. En la construcción de este demos son decisivas la superación de la crisis del modelo social europeo -un denominador común a reconquistar-; la superación de la división política del continente de la que surgió Europa en la guerra fría -y aquí aparece la cuestión rusa-, y la superación del sistema de apartheid con los extracomunitarios. En este camino: la construcción de un espacio judicial democrático, la convergencia de los movimientos sindicales y asociativos en proyectos de reorganización del "tiempo de trabajo", la democratización de las fronteras y la lengua europea, entendida al modo de Eco, como traducción, que asegura un espacio de comunicación para una ciudadanía activa, son las vías que Balibar propone hacia la Europa mediadora evanescente.

En L'Europe, l'Amérique, la guerre, la presentación de esta idea de Europa va acompañada de notas críticas sobre las concepciones de Europa y de Occidente de autores tan diversos como Ackermann, Said, Wallerstein, Garton Ash, Sloterdijk o, incluso, Carl Schmitt. La pesimista constatación de que Europa no existe como sujeto político por su incapacidad de pesar sobre el curso de las cosas va acompañada de la propuesta de una mutación en el concepto de potencia que permita a Europa ejercer realmente una función mediadora y cumplir lo que Balibar llama el teorema de Maquiavelo, que podría enunciarse así: "Transformar la violencia de los conflictos sociales en capacidad política colectiva".

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