"Irak debe entender que Sadam no es Drácula y no volverá"
Paul Wolfowitz, subsecretario de Defensa de Estados Unidos, es considerado en amplios sectores como el principal artífice de la política belicista destinada a derribar a Sadam Husein. El pasado 7 de julio habló con los corresponsales Doyle McManus, de Los Angeles
Times, y Esther Schrader, de Global Viewpoint, en su despacho del Pentágono.
Pregunta. Algunos han sugerido que una de las razones de que en Irak haya hoy tantos problemas es que la planificación posterior a la guerra no se inició hasta el nombramiento del general Jay Garner en enero. ¿No se inició esta planificación mucho antes?
Respuesta. En efecto. A finales del verano pasado y principios de otoño celebramos muchas sesiones informativas sobre la situación posbélica, y muchas de ellas se centraron en cosas que, afortunadamente, no llegaron a ocurrir. De hecho, dedicamos una gran atención a planificar la reparación de los pozos de petróleo que, según nuestras previsiones, iban a ser destruidos. Nos dedicamos a estudiar seriamente la forma de apagar los incendios petrolíferos en el norte, que habrían envenenado el medio ambiente con sulfuro de hidrógeno. Llegamos incluso a preparar contratos para enfrentarnos a estas eventualidades. También adoptamos las medidas oportunas para poder alimentar a centenares de miles de personas desplazadas, consecuencia lógica, así lo temíamos, de un enfrentamiento bélico urbano a gran escala. Nada de esto sucedió porque, en los dos primeros casos, el enemigo no tuvo tiempo de reaccionar antes de haber sido prácticamente aniquilado, y en el otro caso, porque conseguimos derrotarle sin que se produjera el desastre del sitio de Bagdad que muchos habían predicho. El hecho de que actuáramos con tanta rapidez trajo consigo algunos problemas, pero también sirvió para salvar muchas vidas iraquíes, así como estadounidenses.
"La gente contraria al ataque preveía todo tipo de desastres que no han ocurrido"
"Todavía hay miles de derrotados que esperan poder echarnos, pero no lo van a conseguir"
P. ¿Qué planes se establecieron en previsión de saqueos y ataques contra las infraestructuras petrolíferas y de energía eléctrica?
R. Gran parte de la planificación del Comando Central a ese respecto daba por supuesto que dispondríamos de una fuerza de policía local eficaz más o menos intacta y que seríamos incluso capaces de reclutar un número considerable de militares iraquíes que colaborarían en las labores de mantenimiento de la seguridad. Dichas suposiciones han resultado equivocadas. Hay que tener claro que una planificación en una situación como ésta no consiste en elaborar un horario de trenes o establecer un itinerario exacto. Cuando se llega a una situación como la actual, hay que tomar, inevitablemente, decisiones que dependen de la conciencia individual de cada uno. Es evidente que una de las cosas a la que se está concediendo un interés prioritario es a la formación de una fuerza de policía iraquí.
P. Los daños infligidos a las infraestructuras eléctrica y del suministro de agua ¿Son algo organizado?
R. Algunos de los problemas que conciernen a la electricidad parecen producto de acciones de sabotaje organizadas. También aquí, si la guerra hubiera sido más larga y sangrienta, no hubiesen sobrevivido tantos partidarios del antiguo régimen. Esto es como una amplia operación que se está realizando en un entorno criminal que ha mantenido secuestrado a todo un país durante tres décadas. Todavía hay miles de derrotados amargados pertenecientes a este grupo; no es un gran porcentaje en un país de 20 millones de habitantes, pero tampoco uno pequeño, y tienen esperanzas, eso está claro, de lograr echarnos. Pero no lo van a conseguir. Hasta cierto punto todavía nos enfrentamos a la herencia de 1991 [cuando los rebeldes iraquíes esperaban ayuda de EE UU tras la guerra del Golfo, Sadam reaccionó con medidas muy duras], porque Irak es un país en el que la gente cree que Sadam es como Drácula, capaz de regresar a la Tierra del mundo de los muertos. Y necesitan que se les convenza de la fuerza de EE UU. Pero creo que se están convenciendo, no sólo por las operaciones bélicas que desarrollamos en la actualidad, sino por los ataques frontales, mucho más agresivos, dirigidos contra los baazistas y por el reciente anuncio de una recompensa de 25 millones de dólares por Sadam.
P. Hace algún tiempo usted declaró que las tropas de EE UU eran recibidas como liberadoras y ahora vemos que hay una minoría significativa, o cuando menos conflictiva, de la población que no se comporta de esa manera.
R. Mire usted: por un lado, hay 7.000 u 8.000 miembros de los llamados fedayin de Sadam y, por otro, 15.000 miembros de la seguridad especial. Éste es un país que ha sido gobernado por una banda de terroristas y criminales que siguen pululando por ahí. Se dedican a amenazar a iraquíes y a asesinar a estadounidenses. Eso no quiere decir que la población les quiera. Esto se puede ver claramente en el norte y en el sur, donde esa gente es mucho menos fuerte. Pero incluso en las zonas de mayoría suní hay una mayoría aplastante de la población contenta con el cambio y somos recibidos como liberadores. Creo que es de justicia decir que no nos equivocamos en nuestra percepción sobre cómo iba a recibirnos la población. Me parece que nos acercamos mucho a la realidad al valorar los efectos generales que se producirían en todo el mundo árabe. La gente contraria a esta acción predecía todo tipo de desastres en los países árabes. Nada de eso ha ocurrido. Predecían, asimismo, que esto, en cierta medida, destruiría el proceso de paz entre Israel y los palestinos. Ha tenido el efecto opuesto. Predijeron que Turquía intervendría y que nosotros tendríamos problemas con ese país. No ha sido así. Si establecemos una lista de los supuestos sobre los que estábamos actuando, la verdad es que hemos salido muy bien parados. Parte de todo eso es debido a que el general Tommy Franks tenía un plan que hacía hincapié en la rapidez, y la rapidez es algo que impide que muchas cosas malas puedan ocurrir. Te deja, eso sí, con algunos agujeros detrás que hay que ir rellenando. Pero yo prefiero tener que rellenar esos agujeros que no haberme quedado sin conseguir ese resultado tan rápido.
P. ¿Podría haber empezado antes el proceso de integrar los planes de guerra y los de la posguerra?
R. Las cosas que planeamos y que no ocurrieron no se debió a que hiciéramos algunas suposiciones falsas. Si no ocurrieron es porque las supimos evitar. No fue una suposición falsa preocuparse por el gran número de personas desplazadas que iba a haber. Asimismo, sabemos que el régimen de Sadam tenía explosivos preparados para hacer saltar por los aires los campos de petróleo. Pero también sabemos que la rapidez de nuestro avance y las advertencias que habíamos difundido evitaron que ocurrieran esas cosas. En realidad, es increíble que el general Franks pudiera conseguir un efecto sorpresa en un ataque que, según algunos, estaba planeado con un año de antelación. Es totalmente erróneo afirmar que nosotros elaboramos nuestro plan a partir de unas suposiciones falsas. Nosotros habíamos previsto enfrentarnos a unas situaciones que, en mi opinión, eran reales. En cuanto al asunto del saqueo y del pillaje, resulta fácil preguntar por qué no teníamos un plan para imponer la ley y el orden en una ciudad con la misma superficie que Los Ángeles. Si hubiéramos esperado tres meses más y renunciado al efecto sorpresa, avanzando lenta y prudentemente hacia Bagdad, podríamos haber entrado en ella con una fuerza lo suficientemente grande como para imponer un régimen de seguridad en la ciudad. Lo que hicimos fue entrar en ella con lo que disponíamos. Las llamadas fuerzas locales encargadas de garantizar la ley y el orden desaparecieron. Ningún plan podría haber previsto esa situación. Para ser justo le diré que cruzamos la frontera kuwaití el 20 de marzo. Por tanto, han transcurrido tres meses y medio desde que empezó la guerra, y menos de tres meses desde que terminaron los principales combates. Estamos todavía en los inicios del proceso. Nos estamos enfrentando a 34 años de un reinado devastador, de destrucción, y mucho de lo que estamos tratando de resolver ahora es eso. Así pues, es necesario tener una mayor perspectiva a la hora de juzgar.
© Global Viewpoint
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.